Ya no hay sorpresa posible
Hoy ya no hay sorpresa posible. Todo el mundo tiene claro quién es Trump y lo divisivo y corrosivo para la democracia que puede ser. También está claro que siguiendo su estela, otros en Europa y en el mundo están dispuestos a apelar a las vísceras de los electores y no a la inteligencia y la solidaridad

Madrid
Todas las frases hechas aplicables a momentos decisivos de la historia, son de uso esta noche. Elecciones históricas, Estados Unidos se la juega, la democracia en riesgo, el nacionalpopulismo se examina... Hace cuatro años viví con ustedes el momento en que un empresario faltón y sin más proyecto que una frase, América primero, se convertía en presidente de Estados Unidos.
Durante meses, durante la campaña, una buena parte del mundo había mirado con desdén su candidatura frente a un peso pesado de la política estadounidense como era Hillary Clinton. Fallaron las encuestas, falló el olfato del partido demócrata, fallamos los periodistas y Donald Trump inició un mandato que deja un país y un mundo peor que cuando él llegó a la Casa Blanca.
La ola populista no la inventó él... veníamos de un tiempo en el que habíamos visto triunfar el Brexit a base de mentiras o desaparecer los partidos tradicionales en Francia.
Hoy ya no hay sorpresa posible. Todo el mundo tiene claro quién es Trump y lo divisivo y corrosivo para la democracia que puede ser. También está claro que siguiendo su estela, otros en Europa y en el mundo están dispuestos a apelar a las vísceras de los electores y no a la inteligencia y la solidaridad. La herencia se completa con la duda de si aceptará el resultado, si es que pierde esta noche. Ha llevado a su país al borde del abismo y en las próximas horas sabremos si lo arrastra dentro de él.




