Itziar Ituño: "Contar historias en euskera es hacerte cargo de que tu lengua tenga un futuro"
La actriz protagoniza 'Hil Kanpaiak (Campanadas a muerto)', segundo largometraje de Imanol Rayo, una estimulante tragedia noir cargada de odio, justicia y cadáveres
Madrid
Su interpretación en 'La casa de papel' le ha dado popularidad, pero Itziar Ituño lleva más de 20 años trabajando en el cine, el teatro o la televisión vasca. Una actriz comprometida en búsqueda constante de nuevos retos, como el de su papel en 'Hil Kanpaiak (Campanadas a muerto)', segundo largometraje de Imanol Rayo que llega este viernes a las salas de cine. Una película de autor que juega con los tiempos, el fuera de campo y los silencios envuelta en la atmósfera húmeda y católica de un caserío vasco. La historia de un odio enrraizado que desemboca en tragedia tras el hallazgo y posterior desaparición de unos huesos, un relato familiar de misterio, traición, rencor y venganza en el que Ituño interpreta a una imponente madre atrapada y atormentada por sus secretos.
¿Cómo es este personaje de Karmen?
Es la madre de dos gemelos que desde muy joven ha tenido que luchar con muchos problemas. Lleva una carga muy potente dentro, mucha rabia, ha tenido que enfrentarse a muchas vicisitudes y lo gestiona como puede. Tiene una gran coraza que no le permite ser muy cariñosa ni muy expresiva, hay quien diría que tiene mucha sed de venganza, yo creo que es de justicia. Es un poco la bruja del cuento.
Es una mujer imponente, con una gran presencia física en pantalla, en una película con pocos diálogos y, como comentabas, con una psicología muy críptica, ¿cómo se compone un personaje así?
Es trabajo absolutamente del director, de Imanol Rayo, tiene una manera de dirigir que yo nunca había experimentado en mi vida. Él, cada vez que llegábamos con nuestras preguntas sobre los personajes cuando empezamos los ensayos, nos decía que no le preguntásemos nada. Él nos decía lo que quería ver y luego cada quien tenía que armar su batalla interna tratando de no dejar salir toda esa tormenta de sentimientos. En esa especie de lucha de contención es donde se carga la mirada. Al principio, como actrices y actores, no le entendíamos nada de lo que nos estaba pidiendo y qué es lo que quería, pero cuando ya conectas con su manera de contar y cuál es su manera de hacer visible la historia, su lenguaje cinematográfico, ya lo entiendes. Pero creo que hasta que no nos hemos sentado en la butaca a ver la película, no sabíamos muy bien que es lo que habíamos hecho. Él lo tenía clarísimo, pero a los actores nos tenia un poco desconcertados con su metodología, muy particular y saltando de planos muy generales a primerísimos primeros planos, y eso hace que la película cobre una densidad muy potente. A mí me ha gustado mucho trabajar con él, ha sido un reto entrar en su manera de hacer las cosas. Hemos ensayado mucho las escenas para dar con la fórmula que él quería ver.
Es una película que va del thriller o el noir a la tragedia familiar, juega con el presente y el pasado, el fuera de campo, y lo hace de formar muy enraizada en ese caserío vasco
De hecho me gusta mucho porque ni siquiera te muestra todo el caserío, solo partes. La puerta, el balcón, el gallinero, la cocina… cuatro lugares que se repiten continuamente a lo largo de la película y el resto, lo hace tu propia cabeza. Tu propia cabeza termina de componer el espacio. Me gusta mucho esa manera que tiene él de narrar, muy de autor, te atrapa el ambiente que consigue generar, te envuelve y se te pega como la humedad de estar ahí mismo.
Tampoco sabemos la época en la que transcurre la película, puedes intuir por los móviles, los ordenadores, o incluso el despido del personaje de tu marido de la fábrica
Te da la pista solo. No es una película absolutamente lineal. Hasta que entras, no sabes, vas hacia atrás, hacia adelante en el tiempo. Al principio quizás cuesta situarse, las pistas te las da la ropa, los rostros cansados… Es muy sutil con lo que juega a hacer el puzzle para que no sea una cosa muy mascada y si misterio. Va armando un telar por distintas zonas. Va haciendo saltos por las vidas de estos personajes, que han pasado cosas tremendas, y creo que al final queda bastante claro el quid de la cuestión.
Interpretas a una madre. En los últimos meses se ha hablado mucho de esa figura de la madre vasca, la matriarca, ¿se ha mitificado o no?
En este caso es una chavala cuando se queda embarazada de esos dos gemelos y el caserío no es suyo, es alguien que ha venido de fuera. Es el punto de desarraigo, que se ha quedado desubicada y se agarra a un clavo ardiendo para sobrevivir en una sociedad muy católica y muy rural. Es una madre no muy al uso, ella no es la dueña del caserío pero sí que se ha agenciado un poder por trabajar como una bestia ahí y lo ejerce sobre sus hijos y su marido. Sí que tiene su espacio de poder. Es verdad que el papel de la ama de casa en la cultura vasca tiene un peso grande, las mujeres a la hora de llevar las riendas y la organización del hogar, pero no más allá. Se habla de un matriarcado pero no es cierto. En lo social, las mujeres no tienen ese poder de mando, pero en la casa, sí. Hay una autoridad materna que viene de muy antiguo y en la película hay algo de ese poso.
En este país en el que la lengua no es motivo de comunicación, sino de confrontación política, ¿cómo de importante es para ti hacer cine en euskera?
Para mí es fundamental, que se cuenten historias en euskera quiere decir que mi lengua está viva. Es como hacerte cargo de que tu lengua tenga un futuro. El que esté presente en el cine, en las redes, en internet, corre a favor de que tengamos un idioma saludable y que no vaya a desaparecer. Además es muy bonito porque la película está hecha en euskera de Arbizu, de Navarra, de la zona como habla el director Imanol Rayo, con lo cual la gente del pueblito hablamos ese euskera. Para mí que soy vizcaína ha sido un ejercicio espectacular, pronunciar como lo hacen, y da un carácter diferente a los personajes. De hecho, yo cuando vi hablar a Karmen, casi ni me reconocía.
Se estrena en salas en un momento muy complicado, una película de autor, como actriz, a caballo entre las plataformas, la televisión lineal, el teatro y el cine, ¿cómo vives este futuro incierto para las salas?
Me da dolor de corazón ver las salas medio vacías. Es cierto que el miedo es libre pero es un ratito, una hora y pico, lo que vas a estar en el cine, con separación de butacas… ¿por qué vas a dejar de disfrutar de lo que disfrutabas antes? La gente va tranquilamente a un bar pero a la hora de ir all cine se lo plantea dos veces. Me da un dolor pensar que cines puedan cerrar por esta causa, cada vez que se cierra un cines es como que se apaga una luz. Y con el teatro exactamente lo mismo. El cine tiene una magia que no tiene la tele. El ir a ver una película con una pantalla grande en la que casi te metes, creo que tiene una magia que es difícil de superar. El tema está bastante difícil. En televisión la cosa sí funciona y sigue adelante, pero en teatro, por ejemplo, se va a duras penas. El cine necesita espectadores fieles y valientes ahora. Muchos bares están cerrados, pues es hora de ir al cine y al teatro, y lo digo también con mucho dolor que yo soy muy de bares también.
Imagino que estás en el rodaje de esa serie de la que no podrás hablar mucho o nada -la nueva temporada de ‘La casa de papel’-, ¿cómo ha cambiado la forma de rodar para vosotros?
Ha cambiado. Nos hacen dos PCR semanales, una de laboratorio y otra exprés. Estamos con la mascarilla todo el tiempo hasta que llega la hora de grabar y con mucha higiene, manteniendo los protocolos. Pero ahí vamos, vamos para adelante y seguiremos, si no hay contratiempo, hasta marzo o abril rodando. Crucemos los dedos.
Llevas más de 20 años trabajando, una cara conocida de la tele vasca, ¿cómo es después de tanto tiempo cuando te llega el éxito o la popularidad, o como lo quieras llamar? Y más, siendo una actriz, que parece que si no triunfas a los 20, no hay futuro, ¿ha cambiado eso también?
Sí, es cierto. A mí me ha pillado de sorpresa y lo estoy surfeando como puedo, con sus claroscuros. Te da muchas satisfacciones, muchas cosas buenas, esto de la popularidad, y también te quita mucho, anonimato, libertad o privacidad. Pero bueno, es lo que trae la vida. Estoy muy contenta de haber experimentado todo esto con más de 40 y además rompiendo una lanza por todas las mujeres de esa edad, que vamos a seguir trabajando y no vamos a desaparecer del mapa como pasaba antes. Nos estamos empoderando mucho como para dar pasos para atrás, no, nada de eso. Ahora para adelante todas.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...