
Armonización fiscal
Enseguida habría que pasar por ese mismo tamiz el convenio vasco y el cupo navarro y entrar en otros detalles, que es donde saltan a la vista las diabluras.
Armonicémonos todos en la lucha fiscal. Nos quejamos a escala europea de la deslealtad que supone por parte de los Estados miembros de la Unión competir en la rebaja del impuesto de sociedades, de manera que, en busca de la optimización de sus cuentas de resultados, las empresas acaben fijando su sede en los países cuyo comportamiento se aproxima más al de los paraísos fiscales. Por eso, sería una ruptura aún más grave de la solidaridad inexcusable a escala nacional, que las comunidades autónomas entraran en competencia para ver cuál logra mayores exenciones fiscales.
Aunque la defienda Sánchez, aunque quiera pactarla Rufián de Esquerra Republicana de Catalunya, aunque se sumara a Pablo Manuel y las de Unidas Podemos que le siguen, la armonización fiscal tiene todo el sentido. Enseguida habría que pasar por ese mismo tamiz el convenio vasco y el cupo navarro y entrar en otros detalles, que es donde saltan a la vista las diabluras. La curva de Laffer, según la cual cuanto menores son los impuestos, mayor es la recaudación, está lejos de haberse demostrado. Atentos.
