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'2020', retrato emocional de la pandemia: "Las imágenes nos pueden servir para hacer el luto"

Hernán Zin muestra el retrato emocional del coronavirus en el documental '2020' que llega a cines este viernes

Fotograma del documental 2020 de Hernán Zin sobre el coronavirus / CEDIDA

Julio Lumbreras despertó del coma en plena desescalada. Fue el segundo paciente en ingresar en una UCI los primeros días de marzo. Cuando despertó había perdido movilidad y no recordaba casi nada de lo que había ocurrido. Los médicos que le atendieron en el Hospital de Torrejón le explican qué es el teletrabajo, que es el coronavirus y él se echa a llorar. La imagen de este paciente simboliza muchas cosas de lo que la sociedad española y, la mundial, hemos vivido estos meses. Julio es el inicio y el final de 2020, el documental de Hernán Zin sobre la pandemia, que llega a los cines este viernes.

Nominado al Goya por sus anteriores documentales, Hernán Zin cogió la cámara el día 3 de Estado de Alarma y, con mucho esfuerzo, logró entrar en los hospitales colapsados de Madrid, hablar con enfermos y supervivientes. Con familiares de las víctimas de las residencias de ancianos. Logró entrar en una ambulancia y en una morgue colapsada. Pero también mirar otras historias, como la de una persona sin hogar que no sabe qué significa quedarse en casa. O el trabajo incesante de una protectora de animales que rescataba a las mascotas de las víctimas del COVID. O el trabajo de la policía. Todo lo que ha pasado estos meses está en 2020, un documental con mimbres de convertirse en un relato histórico, hecho con inmediatez y con una puesta en ecena sobria pero impactante.

Después de Nacido en Gaza y Nacido en Siria, de haber estado en los más graves conflictos armados, cogiste una cámara y te pusiste a grabar esta crisis que hemos pasado, ¿qué diferencias y qué similitudes hay con un momento de guerra?

En ninguna guerra en la que he estado morían 1000 personas al día, en un mal día en Gaza pueden morir 30 o en Afganistán 40 personas, pero esa cifra me parecía inasumible emocionalmente, y eso me llevó a hacer el documental. Luego en una guerra la gente tiene pánico la gente huye y aquí estábamos en casa, confortables, de modo que el paralelismo con la guerra cuesta establecerlo, pero sí que ha sido el más difícil de mi vida. Me ha parecido as fácil entrar en Somalia con los señores de la guerra que a un hospital español. Fue difícil y eso me daba rabia me sorprendía, porque por ejemplo en Gaza entras al hospital si problema y aquí era misión imposible.

¿Ha sido más duro de lo que esperabas, cuando ese día tres de Estado de Alarma, decides ponerte a grabar? ¿Cómo fue ese choque entre lo que pensabas y lo que fuiste descubriendo a medida que ibas entrando en hospitales, morgues, residencias...?

Yo era de los que se equivocó y en febrero decía, esto es una exageración, algo muy de reportero de guerra, si yo he estado en el Ébola en el congo y con el cólera en Somalia y murieron 100000 en un mes, puedo con todo. Hasta que entre en la primera UCI y vi 15 cuerpos hinchados, bocabajo. Me agarró la angustia y dije, esto es terrible. Una de las cosas que vi pronto es que dejaban a sus familiares, ellos se quedaban fuera, y eso nunca lo había visto, la soledad del paciente que llega y solo ve a otros pacientes de COVID, sentados porque no había camas, en seguida me caí del guindo y dije, he sido un gilipollas, no lo vi venir.

Hay imágenes muy duras. Durante estos meses hemos aprendido lo que es intubar, lo que era una UCI, pero casi no lo hemos visto. Tú entras donde, hasta ahora, ninguna cámara ha entrado, ¿Había algún límite en las imágenes? ¿Cuál era la intención de mostrarlas?

Yo creo que las imágenes cambian nuestra conciencia colectiva, si sacas de nuestro imaginario. La niña quemada por napalm en Vietnam, o los prisioneros de Abu Gharib son imágenes duras, pero que nos hacen entender lo que pasa. Tenía la sensación de que en el periódico, en el televisor solo había cifras, y creo que faltaba la parte emocional, porque sin esa parte esos mil muertos no eran nada, eran una cifra. Y esa es la función. Sé que hay imágenes duras, pero creo que el espectador es maduro, la sociedad es madura y, en una democracia avanzada, tenemos el derecho de verlas, de ver la parte emocional de la que se nos ha privado. Nos puede venir bien para hacer el luto. Había como una digresión, estaba viendo las morgues y ponía la tele y veía a los políticos debatiendo. había desconexión entre lo que nos pasó y lo que percibimos que nos pasaba, y 2020 intenta llenar ese hueco.

Es cierto que no aparecen los políticos que han ocupado mucho espacio en los informativos, entiendo que es una decisión consciente, sin embargo, el documental sí tiene un contenido político, están la masacre de las residencias o se ve claramente la falta de medios en los hospitales madrileños...

Cuando fui a mi primer conflicto en el año 94 en Camboya, estaban las agencias, AP eran 20, Reuters eran 20 y hablaban con ministros y con el Pol Por y yo solo tenía una cámara y hablaba con la gente, con prostitutas, heridos... Ahí comprendí que lo que yo podía aportar era la parte emocional que complementa el trabajo de las agencias, de los periodistas con fuentes en los gobiernos. Si no pongo la parte política es porque creo que sí me manifiesto políticamente se pierde esa parte emocional de mis trabajos. Quiero que se olviden de quién esta detrás de la cámara.

Los testimonios también son diferentes, los médicos no son héroes en tu retrato, además de médicos, enfermeras, fuerzas de seguridad, aparecen también personas sin hogar o una protectora de animales, lugares o personas en las que hemos pensado menos estos meses, ¿por qué?

Yo tenía libertad para moverme, aunque me paraban. No quería mostrar lo que estaba viendo la gente desde casa, por ejemplo no quería los aplausos, ya se habían visto, no quería la imagen heroica del médico, quiero al médico que no duerme por hiperactividad cerebral. Mi intención era clara, pero era mostrar lo que no se vio.

¿Es 2020 el año en que se rompió todo y tu documental el relato fílmico que lo demuestra?

Muestra que el sistema esta roto pero a nivel global, y ea es la reflexión que saco de este año, es un golpe en la vida, que marca, y que ha sido traumático y esta en nosotros aprender la lección, yo saco tres. Una, podemos consumir menos, lo hemos descubierto en el confinamiento. Dos, que lo importante es la gente que queremos, abrazar a la gente, que no hay que vivir tan rápido. Y tres, y esto sí habla del sistema a nivel global, el planeta está destruido. La humanidad es una plaga en el fondo y el planeta se defiende con anticuerpos. O cambiamos el modo de vida y nos dejamos de tanto plástico, hidrocarburo, usamos el mismo vaquero más tiempo, que significa 7.000 litros de agua producirlo, o no habrá nada. Ese es el sistema roto. Hemos visto la fragilidad de un sistema basado en que si no crecemos constantemente y no consumimos no funciona. Hay muchas opciones, renta universal, coches eléctricos, trabajar menos horas, y desde casa. 2020 ha sido un año durísimo, se ha ido una generación por la puerta de atrás pero deja lecciones como que podemos vivir de otra manera.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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