"Sin el apoyo económico de España, probablemente Pablo Ibar estaría hoy ejecutado"
Olmo Figueredo es el responsable de 'El Estado contra Pablo Ibar', serie documental de seis capítulos que estrena HBO y que reconstruye todo el caso del español encarcelado en EEUU dando voz también a los familiares de las víctimas y examinando el papel de las instituciones españolas
Madrid
El caso Pablo Ibar se ha convertido en un auténtico laberinto judicial durante estos 26 años. En 1994 tres personas fueron asesinadas en el llamado crimen de Miramar, un turbio empresario de la noche y dos jóvenes mujeres. Butch Casey (nombre con el que se conocía a Casimir Sucharski) era un obseso de las grabaciones domésticas y la videovigilancia. La cámara instalada en su salón grabó el crimen y captó un fotograma borroso de uno de los atacantes. Tres semanas después Pablo Ibar fue detenido por allanamiento de morada y la policía asoció las imágenes y lo convirtió en el principal sospechoso. A partir de ahí comienza este largo periplo judicial lleno de nubarrones, sentencias revocadas, un tiempo en el corredor de la muerte y finalmente una triple condena a cadena perpetua.
Durante seis años el productor Olmo Figueredo y su equipo han reconstruido el caso con cientos de horas de grabaciones, material de archivo y nuevos testimonios. Ha accedido a la sala del tribunal, a los debates de los abogados de la defensa, han seguido la ruta del dinero y también han puesto en primer plano a los familiares de las víctimas. Todo en una serie documental de seis horas que se erige como el documento definitivo de un caso que se ha convertido en un auténtico puzzle.
¿De donde surge el interés por el caso Pablo Ibar y en dedicarle seis años a este megaproyecto?
La realidad es que cuando empecé con esta historia nunca pensé que fueran a ser seis años. Nosotros estábamos haciendo un corto documental llamado The Resurrection Club, sobre exonerados del corredor de la muerte en EEU y conocimos a Seth Peñalver, que resultó ser el co-acusado de Pablo Ibar, la otra persona acusada por el crimen de Miramar por la que Pablo estaba en la cárcel. En ese momento me di cuenta de que estaba pasando algo. Era curioso ver que dos personas que habían sido condenadas por el mismo crimen en el mismo momento, una estaba disfrutando de su libertad, y estábamos hablando con él tranquilamente, y él otro se encontraba en el corredor de la muerte. Eso era 2014, cuando decidí comenzar con esta historia, hablé con Pablo, empezamos a trabajar con él y todo cambio en 2016 cuando el Tribunal Supremo de Florida decidió que había que darle un nuevo juicio a Ibar.
Imagino que ha sido un proceso ingente de documentación, investigación, recolección de imágenes de archivo, nuevas grabaciones, en estos seis años. Y luego armar un relato con una estructura narrativa de personajes
Un proyecto de seis años se convierte en un problema económico y se hace muy cuesta arriba financieramente, pero sí tiene algo positivo. Ese tiempo te permite conseguir más y más material, más archivos, así como ganarte ese acceso a los personas que rodean a este caso. Esa ha sido la gran ventaja, el tiempo, y también una legislación, la de Florida, que permite dar acceso a casi cualquier elemento que ellos consideran público. Ellos consideran Public Records casi cualquier documentación y conocieran que debe ser de acceso público para cualquier que lo solicite. De esta manera, yo puedo saber el número de multas que ha recibido una persona a lo largo de su vida simplemente llegando a la base de datos y pido y me tienen que dar la documentación. Esto es lo que nos ha permitido poder contar esta historia con tantísima documentación. Fotografías, vídeos, audios, todo lo que se necesitaba para el proceso.
El problema que tiene el caso de Pablo Ibar es que es enorme. Son ya 26 años de historia judicial y hay muchísimas gente involucrada, muchos cambios de abogados, muchos testimonios y testigos, y para nosotros era básico que se entendiese. Hemos optado por una serie de seis capítulos, un formato largo para poder contar la historia, pero aunque parece mucho tiempo, es poco para contar estas más de 2.000 horas de grabación y estos 26 años. Hemos tenido que decidir muy bien a través de qué personajes contábamos esta historia para que no fuera simplemente una historia de thriller judicial, sino que el público pudiera empatizar con esos personajes, tanto de un lado como del otro.
Es fundamental la transparencia del sistema americano para narrar esta historia y a la vez el sentido de show que tienen incluso en estos casos
La transparencia ha sido fundamental. Hubiera sido muy difícil hacer esta historia exactamente igual en España. Aquí no estamos preparados, nuestras instituciones desconfían de las cámaras. En EEUU, el audiovisual es el rey, no lo ven como un enemigo, sino como un elemento más que forma parte de su rutina, de su vida diaria, y casi como un amigo al que hay que dejar para preservar la transparencia. Y ese show del que a veces se habla, efectivamente forma parte de la propia idiosincrasia americana. Allí los juicios son prácticamente una partida de ajedrez en las que directamente hay alguien que está velando porque se cumplen las reglas pero luego está las fiscalía y los abogados de la defensa que representan casi un teatro para convencer con argumento y también con emociones a un jurado que va decidir si esa persona va a ser ejecutada o no. Es algo que nos queda muy lejano quizás a los españoles.
Hablabas antes de la financiación, cuando se presentó la serie en San Sebastián no tenía distribución garantizada, no teníais asegurada la comercialización, ¿producir así es un reto?
Sí, yo creo que ha sido el reto más importante de toda nuestra carrera, de La Claqueta. Hemos tenido la suerte de compartir el proyecto con los compañeros de Irusoin, con los que habíamos hecho ya ‘La trinchera infinita’. Nos conocemos bien, sabemos entendernos y nos ha permitido aguantar durante seis años este larguísimo proceso en el que hemos tenido muchas inseguridades ¿Interesará o no, lo querrán o no? Al final hemos tenido la suerte de que San Sebastián apostase por ella y fue precisamente durante el festival cuando pudo cerrarse y anunciarse que HBO España entraba. También forman parte ETB y Canal Sur, y así puede verse tanto en unas como otras televisiones.
Quizás lo más novedoso o sorprendente es escuchar a las víctimas, a los familiares de los asesinados, algo que no habíamos visto, ese punto de vista ¿Cómo ha sido acercarse a ellos y convencerles? Ellas se han quejado del papel de la prensa española en todo este caso
Ha sido realmente difícil conseguir ganarse las confianza de las víctimas. Es lógico al fin y al cabo. Para nosotros es una historia, pero para ellos es su propia vida. Ha sido algo dramático y traumático para ellos, se han tenido que enfrentar a esto y reabrir heridas una y otra vez en las innumerables repeticiones de juicios. El problema que ha habido es que España para ellos siempre ha representado el enemigo. Tanto a nivel de instituciones, que han sido quien han pagado la defensa de Pablo, para ellos hubiera sido más fácil sin el apoyo institucional y económico desde aquí. Los proceso judiciales son carísimos allí. Sin España, probablemente Pablo Ibar estaría hoy ejecutado. Pero por otro parte, creo que la prensa no ha tenido un trato demasiado bueno respecto a ellos. Cada vez que se han acercado a hablar con las víctimas, siempre se les ha hecho la misma pregunta, la de por qué quieren venganza. La realidad es que para ellos no es venganza. Es difícil quizás para nosotros entenderlo desde un punto de vista europeo pero para ellos la aplicación de una sentencia de muerte es justicia. Una justicia que aquí no entendemos, que no llegamos a comprender, pero es su justicia. Son personas a las que se les ha arrebatado de manera muy dura y violenta la vida de un hermano, de un padre o de una hija, y que lo quieres es acabar con esto, poner fin a un proceso que se extiende durante más de 20 años.
¿Cómo de importante ha sido el apoyo económico desde España? ¿Hay transparencia en eso?
En el documental se ve el proceso de trabajo de la Asociación Pablo Ibar aquí en España. Es algo que queríamos documentar en el proceso y se habla abiertamente del dinero. El dinero se mueve directamente desde España a EEUU, se habla del salario de los abogados, de todo el proceso… Hablamos de más de dos millones de euros desde que se inició el caso hasta ahora, se ha financiado con instituciones como el propio Estado, el Gobierno vasco y de Navarra, que han participado en esta especie de micromecenazgo para pagar el caso de Pablo Ibar. El dinero siempre ha sido un factor decisivo en esta historia y nosotros queríamos hablar de una forma muy activa y transparente y el espectador va a poder ver ese rastro del dinero. Quizás alguien lo pueda ver como un gasto, a mí me ha parecido una inversión porque no cabe duda que sin ese dinero Pablo seguiría hoy en el corredor de la muerte. Se le ha salvado la vida a un español que hoy está condenado con tres penas de cadena perpetua pero su vida ya no está en riesgo.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...