No es democracia interna, es desorden
Si el gobierno de coalición pretende durar toda la legislatura tiene que reconducir sus relaciones internas, porque si no lo hace, el tiempo las degradaba por completo
La voz de Iñaki Gabilondo. / CADENA SER
Madrid
Ignoro cuál pueda ser el efecto electoral de las disputas entre el PSOE y Unidos Podemos, y tampoco importa gran cosa, dado que las únicas elecciones que se avizoran en el horizonte son las catalanas de febrero. Y en ellas esa disputa es importante, sí, pero no determinante.
No es democracia interna, es desorden
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Hay quien cree que la pelea beneficia ambos. Al PSOE porque le da lustre institucional y a Podemos porque fortalece su perfil social. Dicen lo contrario las encuestas, la última de las cuales la de GAD 3, la empresa de Narciso Michavila, consigna un retroceso de los de Iglesias a cuya costa crecen los socialistas. Algo parecido a lo que ocurre en la otra acera donde el Partido Popular gana lo que pierde Vox.
Pero por muchas vueltas que demos a esos datos, poco vamos a sacar en limpio mirando repercusiones electoralistas sin urnas a la vista, cuando además sigue sin verse una alternativa a la actual mayoría parlamentaria.
Sin embargo, sí hay efectos negativos nada desdeñables en estos desacuerdos públicos entre el PSOE y Unidos Podemos: con ellos el Gobierno pierde credibilidad y pierde solvencia.
Y me parece tonto presentarlos como prueba de democracia interna porque no es interna, es algo peor. Se llama desorden. Desconcierta a los forcejeos constantes en asuntos de todo calibre, cada vez más abiertamente para incomodidad de los ciudadanos progresistas.
Se recuerda una vez más que el gobierno es un órgano complejo, pero uno y para la ciudadanía es una referencia integrada con un o una portavoz, no con un coro desafinado de portavoces e Iglesias no es el copresidente, sino el vicepresidente. Si el gobierno de coalición pretende durar toda la legislatura tiene que reconducir sus relaciones internas, porque si no lo hace, el tiempo las degradaba por completo.