'Madonna del Parto': ¿por qué no solemos ver la imagen de la Virgen embarazada?
Viajamos al pequeño pueblo de Monterchi, cerca de Arezzo, en la Toscana italiana para situarnos delante de la 'Madonna del Parto' un fresco realizado por Piero della Francesca a mitad del siglo XV
'Madonna del Parto': ¿por qué no solemos ver la imagen de la Virgen embarazada?
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Madrid
La Madonna del Parto (1450/65), Piero della Francesca, Museo de la Madonna del Parto, Monterchi.
¿Qué estamos viendo?
Un milagro. El milagro de la vida, la concepción de un ser humano en el vientre de una mujer. Es un milagro que haya llegado hasta nosotros y es un “milagro” como nos lo muestra el pintor.
Dos ángeles abren las cortinas de una tienda para que podamos verlo: en el centro del espacio circular que crea la tienda aparece Maria de pie a pocos días de dar a luz; su abultado vientre es muy visible. El vestido azul crea una gran campana que recuerda la forma de la tienda. Tiene la mano izquierda en las lumbares, en un gesto muy común de las mujeres en un estado avanzado del embarazado, por el peso del vientre. La otra mano está sobre el vientre acariciando la vida que hay en su interior.
Ella se ha abierto los botones del vestido justo en la parte del vientre, quizá para que le fuera más holgado y no le apretara, y esta abertura de su vestido -que se dibuja con el blanco de la camisa que lleva debajo- nos remite al gesto de los ángeles que abren la tienda. Es como si nos anunciara que el vestido también se abrirá y de su interior -del interior del cuerpo de la mujer- nacerá un niño. Nos anuncia, nos revela, el milagro del nacimiento de Cristo.
El rostro de ella
El rostro de la madre es una de las cosas más maravillosas que existen en el mundo del arte. Piero dibuja sus figuras como si fueran cuerpos geométricos perfectos en el espacio y luego, cuando los pinta, es como si los iluminara por dentro: irradian luz, como una lámpara.
La pintura es un milagro que celebra la maternidad, lo hace a través de la figura de María (la madre de Cristo) pero va más allá: Piero ha pintado una mujer embarazada real, que en un gesto común se lleva la mano izquierda al costado, a las lumbares, y con la mano derecha acaricia su vientre. No es solo una imagen simbólica, percibimos “el peso” de la vida que lleva en su interior.
Piero “sacraliza” la imagen de una mujer embarazada y la convierte en la Virgen pero, a la vez, humaniza a la Madre de Cristo y nos ofrece una Madonna cercana, natural, “real”, que vemos al otro lado de las cortinas, como una aparición de otro mundo en nuestro mundo.
El milagro de su supervivencia
Es un milagro que nos haya llegado hasta nosotros. Con el paso del tiempo, la obra ha sobrevivido distintos acontecimientos que podrían haber acabado con ella:
- En 1785 la construcción del nuevo cementerio hizo que se derribaran dos tercios de la antigua iglesia. La capilla con el fresco se salvó.
- Dos terremotos, uno en 1789 y, especialmente, otro de 1917, pudieron haber terminado con la obra. Parece ser que una de las pocas paredes que quedó en pie en el terremoto de 1917 era la pared con el fresco de la Madonna: los que vieron la imagen de la Virgen entre las ruinas de la iglesia tuvieron la sensación de estar viendo algo milagroso.
Para la reconstrucción de la capilla, el fresco fue arrancado de la pared y trasladado a un soporte móvil. Durante el siglo XX se cambió de lugar dentro de la iglesia, perdiendo la iluminación original y la orientación. Actualmente se encuentra expuesta en una sala especial, como un “mini-museo” para una única obra: el museo de la Madonna del Parto.
Los Ángeles
Son simétricos, literalmente: Piero utilizó el mismo dibujo/boceto para traspasarlos al fresco girando el papel. Son el mismo dibujo invertido. Jugando con esta simetría, además, los pintó de verde y rojo, dos colores complementarias, intercambiándolos de uno al otro:
- El de la izquierda va vestido de verde con los calcetines rojos y sus alas son rojas.
- El de la derecha, en cambio, va vestido de rojo con los calcetines verdes y sus alas son verdes.
Piero utiliza mucho este recurso visual, la simetría de algunas figuras dobles invirtiendo los colores. Se crea una composición “ordenada”, central, con un eje principal, la Virgen, pero a la vez, al intercambiar los colores, le da dinamismo a la escena. Es solemne, estática, pero también tiene cierto movimiento.
La tienda
Para algunos historiadores, la tienda es una ilustración del tabernáculo del Arca de la Alianza, tal como se describe en el libro del Éxodo: María sería la nueva Arca de la Alianza, cuyo tesoro es Jesús. La Virgen es un templo, un tabernáculo viviente que contiene el cuerpo de Cristo. La parte superior de la tienda se dañó al arrancarlo del muro, aquí vemos una reconstrucción.
Más allá del significado religioso que se le quiera dar, plásticamente es maravilloso el juego que hace Piero del volumen de la tienda, que los ángeles abren para nosotros, y el volumen del vientre de la Virgen, que ella misma parece haber desabrochado su vestido azul como si fuera a abrirlo para que nosotros veamos al niño.
Para otros, el pabellón representa la Iglesia, y la Virgen -en su particular estado- simboliza el tabernáculo eucarístico en cuanto que contiene el cuerpo de Cristo.
Origen de la obra
No sabemos el origen de la obra, si fue un encargo de un comitente o una iniciativa del propio artista. Su madre era de Monterchi, el pequeño pueblo donde se pintó la obra, y en ese lugar había un antiguo “culto a la fertilidad” de origen pagano que de alguna forma “se renueva” con esta imagen impresionante de la Madonna embarazada. Se convirtió en un lugar de peregrinación regular para las mujeres a punto de dar a luz que oraban por tener un buen parto.
¿La imagen de la virgen embarazada era común?
Era una imagen singular pero relativamente común en la antigüedad, hasta el Concilio de Trento (siglo XVI) que lo consideró una imagen poco adecuada y dejó de representarse.
Pero se conservan muchas obras, por ejemplo, en Girona hay una escultura policromada del siglo XV maravillosa con Maria sentada en un trono y el impresionante vientre aparece gastado por las manos que a lo largo de los siglos lo han tocado: la Virgen de la Esperanza.
Y también son muy curiosas las imágenes de vírgenes embarazadas en las que el pintor, como si lo viéramos a través de una ecografía, ha pintado un pequeño niño Jesús sobre el vestido de Maria. Hay ejemplos en el Museu Nacional d’Art de Catalunya:
Y en Madrid, en el Thyssen tiene una Visitación, cuando la Virgen visita a Isabel, su prima, y las dos están embarazadas y sobre los vestidos de las dos, Hans Strüb (el artista) ha pintados dos niños en miniatura.
En unos días celebraremos/conmemoraremos este Nacimiento y en muchas casas habrá un belén reproduciendo el momento posterior, cuando llegan los pastores y después los reyes magos, pero, ¿algún artista ha representado el momento del parto?
Los artistas antiguos, los que podríamos llamar “cristianos” -que recibían encargos o pintaban para clientes cristianos- no lo representaron. Algunos artistas modernos sí han mostrado a Maria en el momento de dar a luz, como Natalie Lennard.
Lo que es muy interesante es las dos formas en que tradicionalmente se entendió el parto de la Virgen:
- La más antigua, que se representó, hasta el siglo XIV, era un parto natural: con dolor, como el de cualquier mujer. Por eso en las pinturas del gótico encontramos muchas representaciones donde la Virgen esta tumbada en un cama, descanso, dolorida, después de dar a luz del niño que se encuentra tumbado a sus lado. Lo vemos por ejemplo en la capilla Scrovegni, pintada por Giotto.
- Así se pensó y representó el Nacimiento hasta el siglo XIV cuando santa Brigida tuvo un sueño donde vio como había ocurrido el parto: un parto milagroso sin dolor. Según la visión de Santa Brigida, que fue adoptada rápidamente por la Iglesia y que se impuso en las representaciones del nacimiento, la Virgen Maria estaba sola en la cueva/establo, porque José había salido a buscar algo para encender un fuego y se puso a rezar arrodillada. Estando en esa posición, notó que algo se movía en su vientre y de repente, como un rayo -literalmente dice Santa Brigida “en un abrir y cerrar los ojos”- el niño aparecido en el suelo delante de ella, limpio, sin sangre: inmaculado. Había salido igual como había entrado: un milagro.
Por eso en muchas imágenes del Nacimiento veremos que el Niño está directamente en el suelo (cosa que sorprende) y la Virgen arrodillada delante de él adorándolo, es justo como estaba cuando apareció. Por ejemplo en el Triptico Portinari de los Uffizi de Hugo van der Goes.