Las guerras de la educación
"Que estemos ante la octava ley de educación que se aprueba en democracia (...) supone un fiasco que ayuda a entender por qué España tiene unos niveles de fracaso, abandono escolar y hartazgo del profesorado tan y tan pronunciados", la opinión de Carles Francino
Madrid
No querría precipitarme porque en este 2020 no podemos dar nada por sentado, pero creo que la tumultuosa aprobación hoy en el Senado de la nueva ley de educación, conocida como Ley Celaá por el nombre de la ministra, es la guinda que nos faltaba para cerrar un año realmente nefasto. Digo lo de no precipitarnos porque en los ocho días que restan hasta el 31 de diciembre y con la pandemia como está, no podemos descartar alguna sorpresa, pero lo de hoy es importante -y revelador- porque creo que resume cómo ha sido el debate político en un tiempo tan complicado: ha sido a gritos, a golpe de insultos, descalificaciones y palabras gruesas.
Ya sabemos que el mantra principal de este clima crispado es el negacionismo de la derecha, el que ejerce para no reconocer a gobiernos que no son de su mismo color. Eso es un clásico en nuestra historia democrática y no va a cambiar en 2021, porque la música de gobierno ilegítimo, rojo, socialcomunista, aliado con separatistas y filoetarras es demasiado pegadiza como para dejarla de cantar. Pero más allá de eso, de ese ambiente tabernario que se ha adueñado del parlamento y que contamina la calle cada vez más… merece un punto y aparte que estemos ante la octava ley de educación que se aprueba en democracia. La retahíla de sus siglas: LGE, LOECE, LODE, LOGE, LOPEG, LOCE, LOE y LOMCE hasta llegar a la LOMLOE de hoy, además de un trabalenguas, supone un fiasco que ayuda a entender por qué España tiene unos niveles de fracaso, abandono escolar y hartazgo del profesorado tan y tan pronunciados.
No tengo ninguna esperanza en que esto vaya a cambiar, ninguna. Por eso digo que esta nueva ley de educación, el clima en el que ha sido aprobada, es el lacito que le faltaba a este 2020 y un aviso de lo que nos espera. Pido permiso para inspirarme en Antonio Machado:
“Españolito que vienes al mundo
te guarde dios.
Una de las dos Españas
cambiará tu educación”.