En busca de la placenta artificial: mejorar la supervivencia y reducir las secuelas del parto prematuro
Una investigación para crear una placenta artificial que supondría mejorar la supervivencia y reducir las secuelas que deja un parto prematuro
La Fundación La Caixa destinará, en una primera fase, más de 3 millones de euros al proyecto
En busca de la placenta artificial: mejorar la supervivencia y reducir las secuelas del parto prematuro
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Madrid
En Europa nacen cada año 25.000 niños con seis meses o menos de gestación. La supervivencia de estos grandes prematuros está entre el 25% y el 75%. De los bebés que logran vivir, entre el 75 y el 95% presentan secuelas que pueden afectar gravemente a su desarrollo cerebral, cardiovascular y respiratorio. En Barcelona se está desarrollando una investigación para crear una placenta artificial que supondría mejorar la supervivencia y reducir las secuelas que deja un parto prematuro. La Fundación La Caixa destinará, en una primera fase, más de 3 millones de euros al proyecto.
En 'La Ventana' hemos hablado con el doctor Eduard Gratacós, director de BCNatal (centro de referencia internacional en medicina fetal, un centro clínico y de investigación del Hospital Clínic y el Sant Joan de Déu de Barcelona) y con Luisa Martínez, la madre de Matías, un niño que tuvo que ser intervenido prenatalmente hasta en dos ocasiones.
Aunque más del 90% de los embarazos llegan a término con normalidad, la vida fetal sigue siendo una de las fases de mayor riesgo para el ser humano. Uno de los principales problemas no resueltos aún es la prematuridad extrema (seis meses o menos). Esta casuística afecta a 25.000 familias cada año solo en Europa.
En la placenta artificial, el neonato estará situado en un entorno físico líquido, lo más parecido al útero materno, dentro de un recipiente blando realizado con materiales biocompatibles, y protegido de sonidos y luces, aunque se reproducirán sonidos similares a los del útero materno. Estará conectado, a través de su cordón umbilical, a un oxigenador desarrollado y adaptado especialmente para el feto, que le aportará la cantidad necesaria de oxígeno. A través de este cordón, recibirá también nutrientes, hormonas y otras sustancias que el feto recibe de la madre o que produce directamente la placenta, y que son esenciales para su correcto desarrollo. El bebé estará monitorizado continuamente, siempre de forma no invasiva, mediante ecografía del flujo sanguíneo, la presión arterial y la frecuencia cardíaca, pero también se utilizarán microsensores en el líquido amniótico o el cordón umbilical. Los resultados obtenidos en los experimentos serán integrados y evaluados mediante inteligencia artificial para poder realizar mejoras en el sistema.
La placenta artificial es una idea con más de 60 años de existencia. Sin embargo, solo en los últimos 10 años los avances existentes han dado pie a pensar hoy en su aplicación real clínica. El proyecto de placenta artificial representa un gran reto médico y tecnológico, y precisa de muchas áreas de investigación puntera para su realización, ya que es necesario transportar con éxito un feto de entre 500 y 1.000 gramos desde el útero materno hasta una bolsa artificial donde, rodeado de líquido, su cordón debe seguir recibiendo oxígeno y alimentos.