El año que nos quedamos solos, lo acabamos juntos

A sus 76 años Reyes, sevillana, tuvo que vivir su primera Semana Santa encerrada en casa. Entonces, en Punto de Fuga, hablamos con ella de su soledad y el rayo de esperanza que le daba la compañía de voluntarias como María Luisa, de la ONG Solidarios.

Reyes y María Luisa prometieron volver a verse en la Plaza de la Encarnación de Sevilla cuando fuera posible. Esta Navidad las hemos acompañado en ese reencuentro.

“Estoy muy tristona”, nos confiesa Reyes. “Quiero estar alegre y no puedo”. La soledad le hace muy cuesta arriba el poder salir adelante. Sus nietos Fran, Estrella y Ana le dan las pocas alegrías que tiene y no ve el momento de poder volver a verlos.

María Luisa lamenta no poder celebrar las fiestas con sus hijos y nietos. “Estoy muy mentalizada”, asegura. Y ambas confían en que la vacuna contra la COVID-19 permita que el verano que viene todos podamos volver a disfrutar y reunirnos. Entre sus planes, la voluntaria ha dejado pendiente un viaje a la Patagonia con el que iba a celebrar su jubilación.

De este año tan complicado, dice Reyes, hemos sacado “la resistencia”. “Se ha reforzado mucho la solidaridad y la responsabilidad de la gente”, añade María Luisa.

Para aquellos que se encuentren solos en estas fiestas, la voluntaria recuerda que no es lo mismo estar sin compañía que sentirse solo y pide a quienes sufran la soledad que busquen ayuda. “Lo único que tiene que hacer es coger un teléfono”, insiste Reyes, porque “hay mucha gente que puede tenderte una mano”.

Las manos que acompañaron a los enfermos

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Leticia ha decidido pasar esta Nochevieja separada de su familia y no viajar al pirineo aragonés “por responsabilidad”. Su año ha sido especialmente duro. Enfermera de quirófano del Hospital 12 de Octubre, estuvo en primera línea atendiendo a pacientes de COVID.

De aquellos meses guarda en la memoria las imágenes de pacientes aterrorizados sin poder respirar, otros a los que lograron curar, y los mensajes, audios o videollamadas con los familiares que no podían acompañarlos. “Lo que más he aprendido profesionalmente es la importancia del compañerismo y de trabajar en equipo”, subraya.

De esta crisis, dice, debemos sacar la importancia de tener una sanidad que esté al 100%. “Teníamos muchas carencias que veníamos avisando desde hace mucho tiempo y la pandemia ha hecho que se le vieran todas las costuras. Nos han faltado recursos y cuidados a nosotros también”, critica la enfermera, por eso pide un cambio del sistema para que la sanidad esté preparada para futuras pandemias.

Leticia se siente emocionada por la llegada de las vacunas. “Volví a hacer planes”, confiesa, aunque “con mucha precaución porque todavía quedan meses duros”.

El Banco de alimentos, sustento de miles de familias

La respuesta solidaria de la ciudadanía en 2020 ha superado todas las expectativas.

La mayoría de los 400 voluntarios, muchos de ellos jubilados, del Banco de Alimentos de Madrid tuvo que quedarse en casa durante la pandemia. “Tuvimos que hacer un llamamiento al voluntariado de gente joven para que vinieran a ayudar porque si no estábamos en una situación muy mala para poder seguir trabajando”, asegura Mila Benito, Directora de Marketing y Comunicación. En pocas semanas, 200 jóvenes acudieron a la llamada.

Con el confinamiento y el cierre de empresas las donaciones bajaron al tiempo que la demanda de alimentos crecía un 40%. “Nos hemos encontrado gente que decía que era voluntaria del banco de alimentos y ahora necesitan ayuda”, lamenta Mila. Entre ellos, mucha gente de clase media que ha perdido su empleo. “Muchos niños también”, explica, porque “hay una cosa horrible y es que la pobreza se hereda”.

Mila se sorprende de la solidaridad que han recibido este año de empresas que han renunciado a sus cestas y cenas de navidad para donarlas al Banco de Alimentos. En sus almacenes guardan 700.000 Kg de comida, pero con esto, dice Mila, no llega ni para diez días.

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Un Papá Noel virtual en cada casa

La solidaridad y el ingenio han llegado hasta un polígono industrial en Leganés. Desde un contenedor, Héctor y Pilar intentan salvar la ilusión de las fiestas navideñas este 2020 con mensajes personalizados de Santa Claus para los niños madrileños.

Ambos son payasos profesionales y su trabajo como animadores se redujo a la nada durante la pandemia. Ahora han montado un almacén secreto para ayudar a Papá Noel a recoger las peticiones de los niños y envolver sus regalos. A través de videollamadas o vídeos grabados personalizados, responden a quienes hayan enviado sus cartas.

“Los niños se han adaptado muy bien a esta pandemia, casi mejor que algunos adultos”, asegura Pilar. Por eso, aunque esta Navidad sea diferente y no puedan hacer tantas actividades, “la ilusión sigue”, y eso es lo que les mueve a seguir trabajando.

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