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'El sustituto', el thriller policial que alerta de la connivencia con el fascismo

El director Óscar Aibar aborda la presencia impune de criminales nazis en la costa alicantina con el amparo de policías del franquismo en una historia ambientada en el año 82. Protagonizan Ricardo Gómez, Pere Ponce y Vicky Luengo

Vicky Luengo, Ricardo Gomez y Pere Ponce protagonizan 'El sustituto' / Juan Naharro Gimenez (WireImage)

Málaga

Hace unos 12 años al director Óscar Aibar le llamó la atención una foto en un restaurante playero. Junto a esas típicas instantáneas de famosos, había una imagen de un grupo de alemanes uniformados. El dueño le contó que eran nazis que venían a celebrar 'sus cosas' allí. La historia le empezó a obsesionar. Buscó más información, se documentó, hasta que hace unos años encontró otra pista para armar esta historia sobre la presencia en España de altos cargos de Hitler. "Unos papeles del Mossad que se descatalogaron hace cinco años revelan que un exagente tuvo dos operaciones abortadas en el levante español y una de ellas, por lo que deducí de sus palabras, fue abortada por la propia policía española", explica por videoconferencia en la presentación de 'El sustituto' en el Festival de Málaga.

A partir de esos hechos reales, el director compone este thriller policial que gira en torno a la figura del sustituto, un inspector al que interpreta Ricardo Gómez, con bigote y patillas ochenteras, que es trasladado a la costa para cubrir una vacante de un compañero hallado muerto en extrañas circunstancias. "Es un chico que tiene mi edad, 27 años, pero hace cuatro décadas. Y en esa época ya era padre de familia, con un alcoholismo incipiente, y además huérfano, criado en el auxilio social. Es un policía que trabaja en la comisaría centro de Madrid en los años duros de ETA y con la heroína llegando a las calles, lo que lo hace un tipo muy curtido, que ha tenido que armarse una coraza muy fuerte para poder sobrevivir. En el arco del personaje se van rasgando esas grietas para tener empatía con el dolor ajeno, ya sea con algo universal como los nazis o algo más personal como su relación con Colombo, el personaje de Pere Ponce", cuenta Ricardo Gómez.

El joven agente llega con su familia a un pueblo donde nunca pasa nada pero los extraños movimientos de una pareja frente a un hotel de alemanes, la opacidad de sus jefes y el tesón de su compañero lo van adentro en esta espiral de nazis, policías corruptos y pelotazos inmobiliarios. "Me sorprendió por el desconocimiento sobre el tema, cuando recibí el guion no sabía si era verdad. Es uno de los episodios más oscuros, que algunos de los nazis más buscando estuvieran tomando el sol en bermudas en algunas de nuestras costas. Es muy interesante la elección del 82, los Mundiales, el año que se postulaba para el cambio, que parecía que había esperanza por una nueva España. Ese amargor de la película, a la espera de un cambio, sigue teniendo efecto en 2021 al sentarte en un cine a verla", añade el intérprete.

Si 'Las niñas' cuestionaban la educación religiosa y 'El año del descubrimiento', la desindustrialización del año 92, mito fundacional de la España de hoy, Aibar 'ataca' otra fecha simbólica, el 82, el del Mundial de España y las elecciones que ganaría Felipe González, el inicio de una década fundamental para gran parte de la sociedad española que vivía una ilusión de cambio. “Con esta película me sumo a la corriente de revisitación de la Transición, que fue una obra de teatro muy bien orquestada pero que falla en el guion en muchas cosas. Esos grandes héroes no eran tan héroes, en el 82 parecía que el país entero iba a cambiar pero no había cambiado nada”, explicaba el director durante el rodaje.

La historia desmonta también el tópico o el relato instaurado de que el destino de muchos oficiales nazis fue Latinoamérica. El exilio estaba mucho más cerca, tanto que podían viajar a Alemania o Francia con el amparo español. Y pone el dedo en la llaga, la connivencia de las estructuras policiales y políticas de los 80 con estos criminales. "Había una parte de la policía que estaba en contra de esto, que es el caso del personaje protagonista de la película, pero la otra parte era franquista, y los nazis eran unos rockstar para ellos. Si ves las fotos que Fraga se hizo con ellos, es como si vieran a Elvis Presley. Este rollo de fan de la cutrederecha española con los nazis me fascina”, recuerda Aibar. "El director me comentaba que cuando Franco muere todas sus estructuras se mantienen, eso se plasma con todos los policías mirando para otro lado. Eso mezclado a la ficción y al thriller policial, le da un punto diferencial a la película por contar hechos históricos muy importantes", presume Gómez. 

Además la historia, que añade tramas personales -Vicky Luengo interpreta a una médica que ayuda al protagonista y Pere Ponce afronta una enfermedad terminal-, abre otras interesantes subtramas sobre la influencia de estos nazis gracias a su poder económico. Entre ellas, las operaciones urbanísticas para llenar la costa de apartahoteles a cambio de arrasar poblados gitanos, una 'limpieza', como la de 'Grupo 7' en Sevilla, que afectó a todo el litoral. "Para hacer un hotel en primera línea tuvieron que derribar lo que había en primera línea, y en aquella época, desde Barcelona a Málaga, había poblados y barracas de gitanos, y el gran negocio de los alemanes refugiados en España era el inmobiliario". Ese negocio está aún hoy presente paseando por las calles de Denia, cuyos vecinos eran conocedores de muchas de historias, incluidas las fiestas anuales de exaltación de Hitler. "La gente te decía por la calle: “¿Estáis rodando la película de los alemanes? Si yo te contase, os quedaréis cortos”. Se ha convivido con eso y paseando ves los apartahoteles, lo pisos con todo en alemán", cuenta Ricardo Gómez.

Y más allá de la acción, el policiaco y los dramas personales, Aibar apuesta por una estructura narrativa, a través de un gran flashback, que retumba en el presente. Los franquistas impunes y durmientes de los 80 llenan hoy las calles con sus fotos en carteles electorales de color verde. "Cada dos o tres generaciones, la memoria se disuelve y se olvidan las masacres y las barbaridades del fascismo. Lo que quiero contar es que el auge del neofascismo ha ocurrido así, que han pasado unas generaciones y parece que se ha olvidado todo", alerta Aibar del peligro de normalizar y blanquear a la ultraderecha que aún carcome estructuras del Estado y aspira a recuperar un pasado oscuro.

 
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