La escuela quinqui de Daniel Monzón
El director presenta en el Festival de Málaga nuevas imágenes de su película, 'Las leyes de la frontera', adaptación de la novela de Javier Cercas que se estrenará el próximo otoño
Málaga
Las películas quinquis de Eloy de la Iglesia o Carlos Saura recogieron el malestar de la calle, de los jóvenes delincuentes que intentanban buscarse la vida en una España nueva que no le ofrecía esperanza. Ese espíritu late en 'Las leyes de la frontera', la novela de Javier Cercas que ahora adapta a la gran pantalla, Daniel Monzón, autor de títulos como 'Celda 211' o 'El niño'. "Cuando leí la novela, me removió. Noté una conexión especial. Conseguimos los derechos y Javier Cercas apostó por esta dupla, la de Jorge Guerricaechevarría y yo escribiendo, nos dejó una libertad absoluta. Y cuando le envié el guion, me dijo que le encantaba que la hubiera llevado a mi terreno, fue muy generosa su actitud", cuenta el director en el marco del Festival de Málaga, donde se han presentado nuevas imágenes de la que es una de la grandes apuestas del cine español para el otoño.
"Aquella era una época de exaltación, de libertad. Lo que pasaba es que los quinquis querían vivir la misma fiesta, pero no les estaba permitido, eran la cara b de la Transición. Y por eso se tomaban la justicia por su mano, querían vivir deprisa, deprisa, como la película de Saura. Y además de la carga del acción, adrenalina, diversión y frescura, es una historia de amor muy profunda". Ambientada en el verano del 78 en Gerona, 'Las leyes de la frontera' es la historia de un triángulo amoroso entre atracos y carreras. Nacho Cañas, chico de clase media y estudiante introvertido y algo inadaptado, se ve arrastrado al mundo de las bandas callejeras al enamorarse de Tere, la chica del líder del grupo, Zarco. Un viaje de iniciación y madurez que lo cambió de por vida. "La película no es una cosa manierista, como cuando Tarantino hace Grindhouse, se hace desde un recuerdo emocional desde el presente, así se ve de una forma muy auténtica, con mucho verismo, y a la vez de una forma muy sofisticada y romántica. Es una recreación llena de vida, de color...", explica con pasión Monzón.
Para sumergirse en ese ambiente, el director ha utilizado algunas de sus vivencias y toda la cultura pop de la época. "En el 78 tenía 10 años, era como recrear la infancia y parte de mi adolescencia. El universo quinqui, con el que tengo una conexión muy cercana y emocional, más el trabajo de documentación nos han ayudado. Las canciones que se escuchaban, Las Grecas, El Pelos, Los Smash, la música es muy evocadora y se mete dentro. También les hice a los actores una playlist de canciones y de cine, no solo 'Deprisa, deprisa', 'Navajeros'…. También 'Asignatura pendiente' o 'La escopeta nacional'. Incluso les hice un glosario de términos quinquis, es un diccionario de 600 palabras, nuestra habla está llena de esos términos, como peluco. Y todo para que sintieran esa conexión".
El parón por la pandemia le ayudó para trabajar en la distancia con los jóvenes actores, que entendieran la atmósfera de la historia, el tono, cada detalle de cómo respiraban, pensaban, se movían y se vestían esos jóvenes quinquis del 78. "Fue una oportunidad para seguir preparando la película. A los actores sentía que les faltaba tiempo para sumergirse en los 70, aproveché todo ese tiempo para ponerles deberes sobre películas, música, libros... de la época. Quería que fueran una banda que te la creyeras, incluso les pedí que no se cortaran el pelo y fueron entrando más en el personaje mirándose en el espejo", recuerda el director que vuelve a contar con nuestros rostros, talentos jóvenes no conocidos para el gran público como ya hizo en anteriores películas con Alberto Ammann o Jesús Castro.
Marcos Ruiz, (Primos, El Hombre de las mil caras, Futbolísimos), Begoña Vargas, (Malasaña 32, La otra mirada, Alta Mar) y Chechu Salgado (Fariña, Monteperdido, Patria) forman el trío protagonista. "Me ofrecen esa autenticidad que tenían las películas de la época. Cuando ves rostros nuevos, entras con más fuerza a la película. En Celda 211, los ojos del espectador eran calzones, para meterlo en el motín, ayuda mucho que no lo conozcas. Igual nos pasó con El niño".
La película tiene previsto su estreno el próximo otoño de la mano de Warner a la espera de que remonte la taquilla en la nueva temporada tras los primeros síntomas de reactivación en estas semanas. "No me da miedo, cada vez que hago una película es un acto de amor al cine, trato de que sea un regalo al espectador. Ese elemento de devolver al cine lo que nos ha dado. Yo la he hecho para que se vea en cines, ese es el espacio para el que la he concebido, para mí es una imposición, tengo que ofrecer algo a la salas, es una obligación moral hacer cine para el cine, le debo tanto desde pequeño, que tenemos que contribuir a que siga funcionando", concluye Daniel Monzón, ya vacunadoy encantado de sentir otra vez el ambiente de un festival de cine.