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'Las consecuencias', traumas, silencios y secretos familiares

La directora Claudia Pinto presenta un oscuro drama psicológico sobre la familia, la incomunicación y las herencias que protagonizan Juana Acosta, Alfredo Castro y María Romanillos

Juana Acosta, Carme Elías, Alfredo Castro, Maria Romanillos y Claudia Pinto / Juan Naharro Gimenez (WireImage)

Juana Acosta, Carme Elías, Alfredo Castro, Maria Romanillos y Claudia Pinto

Málaga

A Claudia Pinto la idea de explorar los lazos familiares, el dolor enquistado y las mentiras le empezó a rondar cuando iba a ser madre. “Estaba embarazada cuando empecé a escribir el guion y el pánico que me daba a hacerlo mal, a fallar como madre, no saber hacerlo, que mi hijo estuviera en peligro y yo no saber cómo reaccionar, que no me enterase de eso. A partir de ahí fuimos tirando del hilo y al final hemos construido una historia que plantea eso: hasta dónde serías capaz de mentir para proteger a la gente que quieres”, explica la directora venezolana afincada en España.

En ‘Las consecuencias’, su segunda película tras ‘La distancia más larga’, compone un atmosférico drama de suspense sobre los secretos de una familia marcada por el dolor y la pérdida. Juana Acosta es una madre incapaz de gestionar la muerte de su pareja en un accidente en el mar y arrastra a su familia a un ambiente irrespirable. Su hija -la debutante María Romanillos- y su padre -el gran Alfredo Castro- estrechan mientras su relación para intentar seguir adelante. Cuando deciden trasladarse a la pequeña isla donde se criaron y crecieron, las heridas, en contacto con el mar, supuran. “La película se mueve en emociones muy primarias, el miedo, los celos, el deseo, el amor. Entrar en ese terreno es delicioso, es fantástico para el cine, es un lugar para experimentar en ese sentido. Necesitaba actores que fueran capaces de transmitir con muy poco. En esta película casi nunca dicen lo que realmente piensan, la mirada tenía que decir la verdad aunque dijeran otra cosa”, añade Pinto.

La cinta juega con la falta de información, con unos personajes incapaces de verbalizar sospechas y traumas. La cámara se encarga de enfocar, a fuego lento, el rumbo de la historia. “Es una película de suspense, de intriga emocional, no es u thriller al uso, juega en otro territorio que nos apetecía mucho experimentar, cómo poder hacer eso”. La cinta va tejiendo el misterio que oculta esta familia, un pasado turbio que ha marcado a algunos de sus miembros, que los obligó a huir, a mentir, a separarse de esa isla donde ahora afrontan una catarsis. Y pone sobre la mesa un debate, más allá de la culpa y la rabia que genera la violencia, si las víctimas pueden reproducir patrones de sus verdugos. “La ambigüedad moral que plantea la película es una de las dificultades. Se trataba de no juzgar, de empatizar, de intentar ponerte en la piel de todos ellos y crear una especie de caleidoscopio para que lo tuvieras un poco difícil, para ver todas las aristas. No son temas a evadir, sino a intentar tocar, y creo que el cine es un fantástico lugar. La televisión tiene otros ritmos, con una película tienes más tiempo para reflexionar, indagar, buscar, pienso que vale la pena hacer ese esfuerzo, hacer catarsis. Es una película para mirarnos, necesitamos compartir, empatizar con el que está en la pantalla, sentir su vida como propia y dejar involucrarte con una historia. Eso es lo que pretende la película, que te acompañe”, reflexiona la directora.

El cine de Pinto lanza preguntas e invita al espectador a cuestionar su propio universo, a ser partícipe de esta historia de la que dispone de más información que los personajes. “Me encanta un cine participativo, un cine que deje espacio al espectador para que se comprometa con esos personajes y también se posicione de alguna manera en una historia que no es ni de blancos ni de negros. Es una historia llena de grises donde al final la palabra última es la tuya como espectador y es una invitación. Los personajes de la película tienen todos la posibilidad de decir la verdad en algún momento y la usan o no la usan, eso me parecía muy interesante, pero hay además un cambio de punto de vista en la historia que es lo que permite que luego el espectador sepa más que todos esos personajes. Te pone en una posición de poder porque te obliga a posicionarte. Dónde estás tú en relación a esto, mira también tú a tu propia casa”.

De forma intimista y arropada por el paisaje ‘Las consecuencias’ se sustenta en el trabajo de sus intérpretes, en el intercambio de miradas y el peso de sus silencios que luchan contra la incomunicación que ha devastado a esa familia. Coproducción internacional, rodada en Valencia y La Palma, la isla, donde empezó y acaba todo, también empuja con su fuerza dramática. “La isla es un personaje, en mi película anterior ya trabajé el Amazonas como lugar, en este caso, por la historia que queríamos contar, me encantaba la idea del mar, que se sintiera de fondo. Trabajar la idea del iceberg, que solo mostramos una parte de lo que tenemos profundamente, debajo, y la idea de un volcán que estuviera rodeado de mar me parecía un lugar ideal. La naturaleza es un personaje, que es testigo de lo que ha pasado en esta familia y parece que también tiene ganas de expulsarlo, de decir la verdad. La sensación del mar, que puede ser muy aterrador, pero a la vez muy sanador o purificador, las olas que se llevan lo malo y traen lo bueno constantemente”, concluye.

 
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