La utilidad social del fútbol
"Esta semana ha entrado también con fuerza un elemento nuevo a este tipo de conversación. Un dilema shakesperiano casi irresoluble"
La utilidad social del fútbol
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Madrid
Muchas cosas han cambiado en el último año a cuenta de la pandemia, entre ellas algunas de nuestras conversaciones. “¿Te han llamado a ti ya?”, “yo tuve temblores”, “a mí me dieron unas décimas y mucho cansancio”, “el brazo se me puso como un melón”. ¿Quién nos hubiera dicho hace un año que comentarios como estos se convertirían en parte de nuestro día a día? O que manejaríamos marcas farmacéuticas como si fueran los nombres de nuestras bebidas favoritas.
Esta semana ha entrado también con fuerza un elemento nuevo a este tipo de conversación. Un dilema shakesperiano casi irresoluble: “Vacunar o no vacunar... a los jugadores de la selección. Esa es la cuestión”. De alguna manera, el debate resume en forma píldora el ambiente que vivimos en general. Están los que aprovechan el asunto para denunciar una vez más la incompetencia del gobierno y su falta de previsión: había que haberlo hecho antes. También están los que consideran el hecho de vacunarlos como un enorme error que rompe la estrategia de todo el proceso, permitiendo una situación de privilegio que no está justificada por ninguna necesidad social. Las redes sociales se llenan de opiniones encontradas en las que destacan las consecuencias éticas de semejante decisión.
¿Es moral que se cuele a los jugadores sólo porque representan a España? Lo curioso es que semejante debate ético no se produjo con la misma intensidad en otros momentos, por ejemplo cuando se decidió por parte de algunos con la capacidad para hacerlo que eran admisibles “algunas muertes de más” a cambio de no destruir más negocios. ¿Cuántas más eran admisibles? ¿100, 500, 1000? Nunca sabremos el número con precisión. Quizás 500 no fueron tantas a cambio de salvar una parte de nuestra economía, pero, ¿si alcanzaron las 1000 sería inadmisible? Demasiado crudo para debatirlo. Quizás por eso preferimos correr un tupido velo sobre el tema y discutir en cambio sobre si unos jugadores deben o no pincharse, o si es mejor con Janssen o con Pfizer. Y es que, una vez más, el futbol nos demuestra su gran utilidad social.