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La comedia española que busca reactivar la taquilla (y otros dos estrenos interesantes)

'Operación Camarón' es el blockbuster veraniego que necesitan las salas. Narcos, trap y un infiltrado en esta película dirigida por Carlos Therón que Telecinco estrena con año y medio de retraso

Además, hay otra comedia, pero más oscura y dramática, la francesa 'Envidia sana', y una de las mejores cintas de autor de lo que va de año, la iraní 'La vida de los demás'

Los estrenos de cine / CADENA SER

Madrid

El cine español se pone las pilas con la llegada de ‘Operación Camarón’, comedia de Telecinco retrasada más de un año a ritmo de flamenco-trap con Natalia de Molina y Julián López. Mientras Pixar pasa de los cines, llega a las salas ‘Spirit: Indomable’, secuela de Dreamworks que cuenta la amistad entre un caballo y una niña. La comedia francesa Envidia sana propone ver cómo cambian los amigos cuando una es escritora de éxito. Se estrena la ganadora del Oso de Oro en Berlín del año pasado, La vida de los demás, película iraní contra la pena de muerte. En cine clásico vamos a repasar la carrera de uno de los actores más carismáticos, Jack Lemmon, y recordamos 'Extraños en un tren', uno de los clásicos de Hitchcock. En televisión vuelve el true crime español con El caso Wanninkhof-Carabantes', donde Tania Balló reflexiona sobre la lesbofobia en torno a este mediático juicio en la España de los noventa.

'Operación Camarón': humor y trap para reactivar la taquilla

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Operación Camarón (Carlos Therón)

Hay varias comedias dentro de ‘Operación Camarón’ que funcionan como una sola en la película más divertida, gamberra y cañí del año. “Tenía un montón de cosas con las que jugar, el thriller, la parte romántica, la parte más cómica, la de acción, todo eso despierta la creatividad y me obliga a trabajar con mucha pasión, con muchas ganas, no a trabajar con el piloto automático”, dice orgulloso Carlos Therón, responsable de otros títulos canallitas, como ‘Lo dejo cuando quiera’. El director se pone al frente de esta adaptación libre del éxito italiano ‘Song’e Napule’, cuyo guion firman Josep Gatell y Manuel Burque, una narcocomedia romántica que mezcla thriller, acción y música.

La premisa es sencilla. Sebas es un policía novato de Valladolid con formación en música clásica. Destinado a Cádiz, recibe la misión de infiltrarse en una banda de flamenco-trap que va a actuar en la boda de un traficante local. Ese es el tronco argumental de una película que va desplegando subtramas que encajan a la perfección gracias a un reparto coral y a la pericia del director para controlar eso que llaman ritmo interno de la comedia. “La sensación de la peli es equilibrada, a veces paramos la comedia, vamos compensando, es un trabajo de darle muchas vueltas al montaje para que todo vaya fluido”, explica Therón.“No decae, no es que esté todo el rato arriba, pero van pasando cosas, va caminando, y eso es mérito del director”, añade Julián López, el protagonista que une los dos mundos de la película.

De un lado la policía, un equipo encabezado por Miren Ibarguren -en otro papel que demuestra porque es estandarte de la comedia nacional-, jefa embarazadísima que mantiene a todos a raya y capitanea el operativo más disparatado que se recuerda. Julián López es el pringado de manual reconvertido en cani. El niño bueno en un mundo desconocido, el teclista que se enfrenta a los ritmos de reguetón, el joven que descubre el amor y también el nuevo héroe de acción. “Yo también vengo del mundo de la música clásica y, de repente, el personaje sufre una transformación que me hubiera ocurrido a mí también. Si sueltas lastre y te quitas todas las etiquetas, descubres un nuevo punto de vista. Se mete en un mundo en el que, no solo el cambio físico, también cambia en su interior”, explica el actor.

Y del otro lado, Los Lolos, la banda hecha a sí misma, en tabernas gaditanas y azoteas, que dirige Carlos Librado ‘Nene’ en el papel de trapero malote de barrio con buen corazón. “Yo venía de hacer monólogos, los tempos y soltar el gag justo la traía de mi carrera en los escenarios, pero juntarnos en este grupo, con gente a la que admiro mucho, y con Carlos, que maneja la comedia como nadie, ha sido lo mejor”. En esa banda variopinta que admira a Camarón -pero alguno lleva tatuado al Che Guevara- la que maneja el cotarro es su hermana, la Luci, la mánager choni que interpreta Natalia de Molina en un registro cómico que le sienta genial. “Sinceramente, estaba acojonada, tuve muchas dudas al principio, me reuní con Carlos, me daba miedo meterme ahí y no estar a la altura de esta gente, que son monstruos. Al final lo he pasado increíble, me quiero quedar a vivir en la película y ojalá vaya muy bien para que haya una segunda parte”, confiesa la actriz.

Todo encaja en ese universo que además pone el foco en el tráfico de drogas en Cádiz, en la estigmatización de los jóvenes o en la música como salida para una generación sumida en la marginalidad. Comedia sin caricatura de una zona que sobrevive a ritmo de flamenco. “Muchas veces gente andaluza se ha quejado de que siempre se ve el estereotipo y que los personajes tienen solo gracia y arte, que también, pero en este caso se buscaba más la naturalidad y lo real. Como con la fotografía, que viene al pelo para transmitir esa cercanía de barrio, calle y calor, tanto como la trama de este grupo. Para muchos chavales de barrio o zonas deprimidas su única salida es ponerse a crear música para no ir por la mala vida. Hay bastante realismo sin caer en el estereotipo de, ah son andaluces, que graciosos son”, explica Carlos Librado.

El trabajo de fotografía, el juego del infiltrado, los momentos musicales y la traca final de acción reman a favor de una cinta que sabe dosificarlos gags y el desarrollo de los personajes con tono macarra y entrañable. "No es que haya que reivindicar la comedia porque a la gente le encanta y la consume, pero tiene trabajo también. Yo intento quitarle a la gente de la boca esa idea de que somos graciosos y ya está, la gracia hay que buscarla, trabajarla y ensayarla", defiende Julián López del género que mejor conecta con el público español.

El estreno de ‘Operación Camarón’ se suspendió el día antes de la declaración del estado de alarma y el confinamiento. Siempre había estado pensada para cines, admite Therón, y la espera, asegura el reparto, ha valido la pena. “Esa liturgia de reunirse con desconocidos en una sala oscura para reírse de un chiste o de otro, para reírse todos a la vez, une a los seres humanos, la risa es un lazo de unión potentísimo. Y eso en casa, se pierde, con tu pareja o tu familia. Compartir risas y sentido del humor es una de las formas de sentirnos integrados también, esperemos que la gente quiera volver a sentir esa sensación”. Casi un año y medio después, Telecinco, es decir Vasile, la ha sacado del cajón y ha activado su maquinaria promocional no solo para intentar reanimar la taquilla sino también para celebrar el verano en las discotecas. Los temas de Riki Rivera prometen pegar fuerte en las fiestas de la vuelta a la normalidad.

Envidia sana (Daniel Cohen)

El cine francés propone una comedia dramática, oscura, sin grandes gags y con mala leche. Protagonizada Berenice Bejo y Vincent Cassel, cuenta la historia de un grupo de amigos, dos parejas que se conocen de toda la vida, y cuya relación cambia cuando una de ellas, se convierte por sorpresa en una escritora de éxito. 

Spirit: indomable (Elaine Bogan y Ennio Torresan Jr)

Frente a Pixar refugiada en el streaming, Dreamworks estrena en salas esta especie de secuela independiente. Entretenimiento familiar en esta historia que vuelve a hablar de esa relación de amistad entre una niña y un caballo. 

La vida de los demás (Mohammad Rasoulof)

Toda sociedad que aplica la pena de muerte necesita personas para matar a otras personas. Lo contó Berlanga con su humor característico en El Verdugo y ahora ahonda en ese dilema moral el cineastas iraní Mohammad Rasoulof en La vida de los demás, la película ganadora del Oso de Oro en la Berlinale de 2020, la de la pandemia. Cuatro hombres se enfrentan a una elección impensable pero sencilla. Decidan lo que decidan, directa o indirectamente se corromperán a sí mismos y a sus relaciones.

Cuatro hombres en cuatro historias diferentes que componen este panóptico de la sociedad iraní. "Rodé en cuatro cortometrajes porque eso facilitaba la producción teniendo en cuenta mi situación legal", explica el director en una entrevista por Zoom. Rasoulof, autor de películas como Un hombre íntegro o Goodbye, vive en arresto domiciliario, una situación por la que pasan o han pasado muchos artistas, algunos colegas suyos como Jafar Panahi. De hecho, la película recuerda a Taxi, uqe también ganó en Berlín. Ambas se rodaron burlando la inhabilitación para rodar dictada por las autoridades de su país.

"Cuando recibo un premio como este, lo que pasa es que en ese momento las autoridades iraníes son más cuidadosos con la aplicación de las sentencias", explicaba sobre lo que ha significado ganar en Berlín o que sus películas anteriores hayan pasado por certámenes occidentales como Cannes.

La película -cuatro capítulos sobre otros tantos hombres que deben ejecutar condenas a muerte- no estaba entre las favoritas al Oro, en un festival que ha empezado a cambiar premisas para introducir más cine de autor. Pero, por lo menos, el equipo de Jeremy Irons, presidente del jurado, trató de equilibrar el resto del palmarés con galardones compensados.

La vida de los demás cuenta con un tono realista e intimista, que recrea los ambientes íntimos de los ciudadanos iraníes, que actúan como hormigas kafkianas al servicio de un estado totalitario que marca las leyes o las sentencias de muerte. Hay un claro contraste entre las historias, la primera es la de un hombre anodino, que trata de vivir con su familia, mientras por las noches tiene que apretar el fatídico botón que matará a los condenados.

"Me interesaba la banalidad de este hombre, que fuera el hombre más normal que uno puede ver por la calle. Tuve la suerte de que mi primera película la rodé en una prisión. Conozco muy bien cómo es ese espacio y eso me permitió crear la segunda historia. También he sido preso yo y he experimentado esa parte", cuenta.

El resto hablan de resistencias, de superar esa contradicción entre sueños y convicciones. "Creo que cuando uno conoce bien la estructura de la sociedad iraní, impuesta por el régimen y el poder, se nota muy rápido que la distinción entre verdugo y víctima no es tan clara", reconoce el director que asegura que su gran inspiración ha sido la obra de Hannah Arendt. La filósofa alemana habló de la banalidad del mal y de cómo los funcionarios alemanes aplicaron sin rechistar y sin reflexionar las leyes del tercer Reich.

"Estamos todos en situaciones ambiguas y estamos sometidos a una presión y opresión. Nos obligan a imponer otra presión a los otros. Tú recibes y la transmites. Eso es dentro de la estructura del poder de Irán. Eso me interesaba mucho, a qué nivel uno tiene que elegir su posición entre víctima y verdugo y hasta qué punto se puede desistir de esa presión". Y esto podría aplicarse también a situaciones de racismo, machismo, homofobia en democracias occidentales.

"Me he preocupado por entender a esos individuos que están dentro de un estado totalitario y se enfrentan a demandas de ese estado que son inmorales. Bajo ese poder, ¿qué margen tiene un individuo de decir que no, de desistir o de hacerse cómplice?", añade el director que asegura que vive con esperanza la situación de su país.

"Hay núcleos de resistencia a todos los niveles. La prueba es que yo he podido hacer esta película. A todos los niveles hay individuos que actúan en este movimiento de resistencia. En el arte, en el cine, pero también dentro del sistema judicial. Me he encontrado gente en mi proceso que me ha manifestado la disconformidad con lo que ocurría. He hecho esta película para mostrar la resistencia al sistema". Como seres humanos ¿hasta qué punto debemos ser considerados responsables de nuestro cumplimiento de esas órdenes? Se pregunta el director en el filme.

Esa resistencia no es solo temática, también estética. Rasoulof inició su carrera con películas mucho más alegóricas, después se fue politizando poco a poco. Sus anteriores filmes, reconoce, hablan de una parte más oscura, del poder y de sus motivaciones. Sin embargo, La vida de los demás da un salto. "Es una elección moral y estética en mis películas. Hasta ahora me había interesado el lado oscuro, analizar el poder y los que están al mando y ahora he elegido dirigirme más hacia la luz, a la esperanza, a la belleza. Por qué no va a ser bella la resistencia".

El teléfono del viento (Nobuhiro Suwa)

De Japón llega esta road movie poética que cuenta el viaje de una chica de 17 años, que lo perdió todo en el tsunami de 2011, en busca de respuestas a la pérdida, el dolor y la existencia. Un ejercicio bello sobre el desamparo y la orfandad. 

Lucas (Álex Montoya)

En 2012 el realizador valenciano Álex Montoya dirigió ‘Lucas’, un cortometraje nominado a los Premios Goya que, desde el principio, estaba planteado como proyecto de largo. Nueve años después, ya convertido en largometraje y con un reparto distinto, ‘Lucas’ se ha hecho con tres Biznagas de Plata de la Sección Zonazine de la última edición del Festival de Málaga.

Tras el estreno de su primera película, ‘Asamblea’, Montoya recupera ese viejo guion, escrito a cuatro manos con Sergio Barrejón, para readaptar la historia de Lucas, un adolescente con una situación familiar muy complicada que conoce a Álvaro, un fotógrafo que le ofrece dinero a cambio de sus imágenes.

Los dos montajes existentes, uno en castellano y otro en valenciano, son fruto de múltiples versiones de guion que han transitado por distintos estadios hasta lograr perfilar a estos dos personajes con los que Álex Montoya apela, desde un lugar ambiguo, a la empatía. “Esto va de gente con problemas gordos pero con la cual podemos empatizar. Como dice Roger Ebert, el cine es una máquina de empatía”, sostiene el director.

La película, rodada entre Valencia, El Palmar y otras zonas próximas a La Albufera, ofrece una primera parte que explora los temas ya presentes en el cortometraje, centrados en el drama social, pero otorgando un mayor peso al núcleo familiar, un aspecto en el que la historia original no profundizaba. Jorge Motos, actor que da vida a Lucas, destaca la importancia de este elemento: “Creo que se profundiza más porque es importantísimo, para entender la película y los actos de Lucas, conocer a Irene -la madre- y a Manu -su pareja-. De hecho, es uno de los primeros giros de la peli que dices: “¡Dios mío!”. Yo cuando leí la segunda aparición de Irene dije: “Madre mía, qué fuerte. Si mi madre me dijera esto mi mundo se destruiría”.

La cinta cuestiona la moralidad del comportamiento de Álvaro, un personaje opaco que, suplantando la identidad de Lucas, crea perfiles en páginas de citas para contactar con menores de edad. La intención de Montoya no era profundizar en el terreno de la pederastia o la pedofilia, sino hablar de un pedófilo muy concreto a través de un thriller con tintes dramáticos que indaga en la relación, casi paterno filial, que se establece entre Lucas y Álvaro. “Para el personaje de Álvaro hay un modelo en mi vida. Fue una persona que conocí, ya mayor, y era una persona culta, encantadora, pero al cabo de un tiempo descubrí que tenía un pasado bastante reprobable. Posiblemente no criminal, pero bordeándolo”.

El propio Lucas, un personaje inmerso en el dolor, también suscita dudas en el espectador al convertirse en cómplice de los propósitos de Álvaro. La película nos descubre el pasado oscuro de los personajes con un ritmo ágil que, sin embargo, permite ahondar en las motivaciones que hay detrás del drama. “Jamás puedes justificar algo así, jamás. Pero sí puedes entender de dónde viene ese dolor. Yo creo que esa es la base para establecer cierto momento de empatía”, apunta Jorge Cabrera, intérprete de Álvaro.

En ‘Lucas’, Alex Montoya propone una mirada compleja sin limitarse a la descripción plana de los protagonistas, construyendo un particular thriller que invita a la reflexión a través de la psicología de los personajes.

 
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