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Un alegato contra la pena de muerte bajo arresto domiciliario

El director Mohammad Rasoulof hace una oda a la resistencia en 'La vida de los demás', película iraní que ganó el Oso de Oro en la Berlinale de 2020

Fotograma de 'la vida de los demás', película iraní sobre la pena de muerte / BTEAM

Toda sociedad que aplica la pena de muerte necesita personas para matar a otras personas. Lo contó Berlanga con su humor característico en El Verdugo y ahora ahonda en ese dilema moral el cineastas iraní Mohammad Rasoulof en La vida de los demás, la película ganadora del Oso de Oro en la Berlinale de 2020, la de la pandemia. Cuatro hombres se enfrentan a una elección impensable pero sencilla. Decidan lo que decidan, directa o indirectamente se corromperán a sí mismos y a sus relaciones.

Cuatro hombres en cuatro historias diferentes que componen este panóptico de la sociedad iraní. "Rodé en cuatro cortometrajes porque eso facilitaba la producción teniendo en cuenta mi situación legal", explica el director en una entrevista por Zoom. Rasoulof, autor de películas como Un hombre íntegro o Goodbye, vive en arresto domiciliario, una situación por la que pasan o han pasado muchos artistas, algunos colegas suyos como Jafar Panahi. De hecho, la película recuerda a Taxi, uqe también ganó en Berlín. Ambas se rodaron burlando la inhabilitación para rodar dictada por las autoridades de su país.

"Cuando recibo un premio como este, lo que pasa es que en ese momento las autoridades iraníes son más cuidadosos con la aplicación de las sentencias", explicaba sobre lo que ha significado ganar en Berlín o que sus películas anteriores hayan pasado por certámenes occidentales como Cannes. 

La película -cuatro capítulos sobre otros tantos hombres que deben ejecutar condenas a muerte- no estaba entre las favoritas al Oro, en un festival que ha empezado a cambiar premisas para introducir más cine de autor. Pero, por lo menos, el equipo de Jeremy Irons, presidente del jurado, trató de equilibrar el resto del palmarés con galardones compensados.

La vida de los demás cuenta con un tono realista e intimista, que recrea los ambientes íntimos de los ciudadanos iraníes, que actúan como hormigas kafkianas al servicio de un estado totalitario que marca las leyes o las sentencias de muerte. Hay un claro contraste entre las historias, la primera es la de un hombre anodino, que trata de vivir con su familia, mientras por las noches tiene que apretar el fatídico botón que matará a los condenados.

"Me interesaba la banalidad de este hombre, que fuera el hombre más normal que uno puede ver por la calle. Tuve la suerte de que mi primera película la rodé en una prisión. Conozco muy bien cómo es ese espacio y eso me permitió crear la segunda historia. También he sido preso yo y he experimentado esa parte", cuenta.

El resto hablan de resistencias, de superar esa contradicción entre sueños y convicciones. "Creo que cuando uno cnoce bien la estructura de la sociedad iraní, impuesta por el régimen y el poder, se nota muy rápido que la distinción entre verdugo y víctima no es tan clara", reconoce el director que asegura que su gran inspiración ha sido la obra de Hannah Arendt. La filósofa alemana habló de la banalidad del mal y de cómo los funcionarios alemanes aplicaron sin rechistar y sin reflexionar las leyes del tercer Reich.

"Estamos todos en situaciones ambiguas y estamos sometidos a una presión y opresión. Nos obligan a imponer otra presión a los otros. Tú recibes y la transmites. Eso es dentro de la estructura del poder de Irán. Eso me interesaba mucho, a qué nivel uno tiene que elegir su posición entre víctima y verdugo y hasta qué punto se puede desistir de esa presión". Y esto podría aplicarse también a situaciones de racismo, machismo, homofobia en democracias occidentales.

"Me he preocupado por entender a esos individuos que están dentro de un estado totalitario y se enfrentan a demandas de ese estado que son inmorales. Bajo ese poder, ¿qué margen tiene un individuo de decir que no, de desistir o de hacerse cómplice?", añade el director que asegura que vive con esperanza la situación de su país.

"Hay núcleos de resistencia a todos los niveles. La prueba es que yo he podido hacer esta película. A todos los niveles hay individuos que actúan en este movimiento de resistencia. En el arte, en el cine, pero también dentro del sistema judicial. Me he encontrado gente en mi proceso que me ha manifestado la disconformidad con lo que ocurría. He hecho esta película para mostrar la resistencia al sistema". Como seres humanos ¿hasta qué punto debemos ser considerados responsables de nuestro cumplimiento de esas órdenes? Se pregunta el director en el filme. 

Esa resistencia no es solo temática, también estética. Rasoulof inició su carrera con películas mucho más alegóricas, después se fue politizando poco a poco. Sus anteriores filmes, reconoce, hablan de una parte más oscura, del poder y de sus motivaciones. Sin embargo, La vida de los demás da un salto. "Es una elección moral y estética en mis películas. Hasta ahora me había interesado el lado oscuro, analizar el poder y los que están al mando y ahora he elegido dirigirme más hacia la luz, a la esperanza, a la belleza. Por qué no va a ser bella la resistencia".

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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