Las carreras locas de Vin Diesel, el regreso de 'Amèlie' y un robo alucinante
Los estrenos de cine de la semana combinan acción y locura con la nueva entrega de 'Fast & Furious', blockbuster destinado a impulsar la taquilla, y películas francesas de lo más variopintas
Madrid
Primer blockbuster internacional de la vuelta a la normalidad. Fast & Furious 9 hace su derrape en la cartelera esta semana tras los buenos datos de taquilla en EEUU. Ya saben: coches, velocidad, acción, destrucción y tramas loquísimas con Vin Diesel, Michel Rodríguez y ojo, Charlize Theron. Frente a tanta testosterona vuelve a los cines Amèlie, película moña con la que Jean Pierre Jenet cambió la estética del cine y las bandas sonoras. Los argentinos Guillermo Francella y Diego Peretti protagonizan la comedia de acción El robo del siglo, una cinta de atracos basada en hechos reales. El cine francés llega por partida doble, Mandíbulas es una locura con amigos paletos y moscas gigantes y Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, un retrato de autor sobre las relaciones que firma Emmanuel Mouret. En cine clásico esta semana analizamos un género, la blaxploitation, y escucharemos a una de las leyendas de jazz que también tuvo peso en el cine, Louis Amstrong. En televisión, además de analizar el regreso de The Good Fight, nos fijamos encómo las series de médicos han tratado toda esta locura pandémica.
- Estrenos de cine: de 02:00 a 30:00 minutos
- Sucedió una Noche: de 30:00 a 55:00 minutos
- Estrenos de series: de 55:00 a 85:00 minutos
'Fast & Furious 9', gasolina, sangre y familia
01:26:34
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Fast & Furious 9 (Justin Lin)
En 2001 se estrenaba A todo gas, ese era el título traducido de The Fast and the Furious, película sobre delincuentes callejeros y cachirulos que vivían de hacer carreras de coches ilegales. Dominic Toretto (Vin Diesel) era el cabecilla de esa banda y Brian Oconnor (Paul Waker un policía que acababa pasándose a la pandilla “Un cuarto de milla a la vez”, era el lema de ese macho protagonista que ha sobrevivido 20 años y nueve entregas después. Ha hecho kilómetros y kilómetros y la saga ha sabido leer en todo este tiempo el cambio en la industria del cine y las modas en las audiencias.
La primera película fue concebida a partir de la lectura del director Rob Cohen de un artículo de 1998 en la revista estadounidense Vibe que detalla el circuito ilegal de carreras callejeras. Su éxito en taquilla reflejaba que en aquel momento los estudios apostaban por la acción real y tangible, como Oceans eleven o Training day, y no tanto por efectos visuales o la construcción de universos en la que andamos ahora
La segunda entrega se fue a Florida y al estilo Miami, con referencias incluso al spaghetti western. La tercera nos trasladó a Japón. La cuarta llegó en 2009, un año después de que Marvel estrenará Iron Man, su primera película. Lo que significó entrar en otra era, la de los superhéroes, el ordenador y el universo compartido. De ahí que la cuarta entrega reuniese a los personajes de las películas anteriores como si fueran los vengadores
Con la quinta, ya en 2011, llegó la gran popularidad. La serie cambiaba el enfoque, dejaba las carreras para centrarse en la acción de alto riesgo con espionaje internacional. Acción y narrativas excesivas, con mucho melodrama, casi telenovelesco y con giros narrativos.
¿Qué es lo que le ha dado éxito estos 20 años? Dicen que haber mantenido la esencia de la saga pero adaptándose a los gustos de los espectadores. Una esencia que se basa en la testosterona, pero combinada con la ternura que ofrece el concepto de familia, que maneja hasta el musculado patriarca Vin Diesel. También su falta de pretensiones, no intenta buscar mezclas de géneros, ni temas importantes… sabe que todo se basa en la acción y la familia.
Y de todo eso hay y no poco en la novena entrega, la que llega después de la pandemia y en la que hay reencuentros, se dice muchas veces la palabra familia y persecuciones. Para el guionista, director y productor Justin Lin, que vuele a tomar las riendas de la saga por quinta vez, este regreso supuso una gran alegría, pero también era totalmente inesperado.
“Estaba convencido de que después de las cuatro películas que había dirigido, la saga había llegado a su fin para mí. Pero me desperté una buena mañana pensando que faltaba algo por explorar en la mitología Fast. Quizá lo que más me gusta de la franquicia es que las historias no se repiten una y otra vez, siempre van más allá. Es genial, pero pensé que había una forma de reunir las ocho entregas anteriores para contestar a algunas de las grandes preguntas que llevan haciéndose todos los fans desde hace años, preguntas que habían quedado sin respuestas... hasta ahora”, explica Lin.
Dom y Letty viven una vida apacible con su hijo escondidos en el campo pero un malo malísimo rubio y millonario ha vuelto para robar un botón nuclear y dominar la geopolítica mundial, no piensen mal, que Trump ya no está entre nosotros. Entonces estos chicarrones deciden impedirlo, a pesar de John Cera, Charlize Theron, Helen Mirren y más malvados. No dudan en pisar un campo de minas o incluso en ir al espacio, único lugar que le quedaba por explorar a la saga. Mientras salvan el mundo a ritmo de reggaeton son capaces hasta de reírse de sí mismos, con las referencias a los superhéroes, enemigos en la taquilla porque Viuda negra pisará el acelerador dentro de una semana, y hasta Star Wars. Todo para acabar ocmo siempre, con coronitas, con barbacoa, bendiciendo la mesa y rezando por mantener la familia unida.
La guerra del mañana (Chris McKay)
Más acción y ciencia ficción, pero en plataformas. Amazon Prime Video estrena su blockbuster veraniego, La guerra del mañana, película dirigida por Chris Mckay y protagonizada por Chris Patt, además de J.K. Simmons e Ivonne Stravosky. Un grupo de viajeros en el tiempo entrega un mensaje urgente, la humanidad está perdiendo la guerra mundial contra los alienígenas... La única solución es llevar a los soldados y ciudadanos del presente a 2051 para que se unan a la lucha...
Reestreno: Amélie
No hay término medio. A esta chica francesa se la quiere o se la odia. Para muchos es adorable y tierna. Para otros, cursi y pelma. Tiene el pelo corto de color negro y los ojos muy grandes y también oscuros. Su nombre es Amélie Poulain y llegó a nuestras vidas en abril de 2001.
Amélie (Le fabuleux destin d’Amélie Poulain) se convirtió muy pronto en un gran éxito, primero en su país, Francia, y luego en el resto del mundo. El film costó unos 10 millones de euros y recaudó cerca de 174 millones de dólares. Es la segunda película francesa más taquillera de toda la historia. La primera es Intocable.
El film trascendió pronto lo puramente cinematográfico y se convirtió en un fenómeno sociológico. Por ejemplo, en la moda. Millones de chicas imitaron el peinado, el maquillaje y la manera de vestir de Amélie. Y muchas personas descubrieron o redescubrieron, gracias a esta chica, algunos pequeños placeres de la vida, como hundir las manos en un saco de legumbres; romper el caramelo de la crema catalana con una cucharilla o hacer rebotar las piedras en el agua del canal de Saint-Martin.
La historia de Amélie, la joven que quiere hacer feliz a las personas que le rodean, la fue escribiendo el director Jean-Pierre Jeunet desde 1974. El director fue recopilando anécdotas e historias que había visto o vivido él mismo o sus amigos.
Montmartre, el barrio de pintores, artistas y bohemios, se ha convertido, en estas dos décadas, en el barrio de Amélie. Desde que se estrenó la película millones de turistas han buscado el café donde trabaja el personaje, que no es otro que el Cafe Des Deux Moulins, (Café de los dos molinos) y que se llama así porque está muy cerca del Moulin Rouge y del Moulin La Galette. Un local que lleva abierto desde 1964. Muy cerca de allí está la tienda de frutas y verduras de Monsieur Collignon y es que ver Amélie es pasear por ese barrio.
Cuando rodó Amélie, Audrey Tautou, su protagonista, tenía 24 años. Ya había trabajado en varias películas e incluso había ganado un premio César como actriz revelación, pero hacer de Amélie la catapultó a la fama mundial. Y eso que la actriz que quería el director en un principio era a Emily Watson.
Amélie influyó también en la publicidad. Se hicieron infinidad de anuncios con la estética de la película, incluso los gnomos de jardín volvieron a ser populares. Por cierto, la historia de los gnomos está basada en un caso real de un grupo que se hacía llamar Frente de Liberación de los Gnomos de Jardín y que los robaba de los jardines de Francia y de Inglaterra. La idea del gnomo viajero la tomó prestada, meses después del estreno de la película, una agencia de viajes para su publicidad.
El único revés que sufrió Amélie fue en los Oscar. Tuvo cinco candidaturas en el año 2002, pero no ganó ningún premio, ni siquiera el de mejor película en lengua no inglesa. En cambio, en los César, los Goya del cine francés, ganó los de mejor película; mejor director; mejor diseño de producción y también el de mejor música. Una banda sonora que fue compuesta por Yann Tiersen y que también se hizo muy famosa. Y eso que el director quería en un principio al compositor Michael Nyman, pero finalmente no pudo contratarle. Y hablando de música, hay también algunas canciones que se han inspirado en el personaje y en la película. Alizée hizo una canción titulada Amélie M’a dit y en España el dúo Pereza también tiene una canción titulada Amélie.
Ahora, veinte años después de su estreno, Amélie vuelve a las pantallas. Esa chica francesa que para unos es empalagosa, cargante e irritante y para otros, dulce y bondadosa. No hay término medio, o se la quiere o se la odia.
Las cosas que decimos, las cosas que hacemos (Emmanuel Mouret)
Emmanuel Mouret escribe y dirige ‘Las cosas que decimos, las cosas que hacemos’, un drama-collage sobre el deseo, el amor y las relaciones afectivas. El autor de títulos más ligeros como ‘Caprice’ o ‘Bésame por favor’ profundiza, con mayor sofisticación pero sin perder los toques de humor, un mosaico de personajes y relatos superpuestos que plantean al espectador más preguntas que respuestas. “A menudo se dice que una historia trata sobre alguien que tiene un deseo y que encuentra un obstáculo. Más bien, creo que para que haya una historia interesante, un personaje debe tener dos deseos irreconciliables. Ahí está el obstáculo. Y es por eso que algunas historias de amor se vuelven fascinantes, porque hay dos deseos que no se pueden conciliar, como en esta película, el deseo por el primo de tu pareja y el deseo de ser una buena persona”, explica el realizador en declaraciones facilitadas por la distribuidora.
La historia parte del encuentro entre Daphne y Maxime en un casa rural en la campiña francesa. Ella está embarazada de tres meses y acoge al primo de su novio, que ha tenido que aparcar las vacaciones por un contratiempo laboral. Él busca inspiración para escribir un libro y empieza a compartir con ella sus desencuentros e inquietudes sobre la quimera del amor. Mouret teje a través de flashbacks esos relatos de relaciones furtivas, pasiones reincidentes, amores cruzados, infidelidades y fracasos sentimentales. La cinta va añadiendo personajes e historias en una telaraña que suma casualidades, heridas e infortunios a esas aventuras. “Quería un lienzo sentimental donde pudieran convivir historias ligeras y más serias y quería que todo llevara a un final que, en cierto sentido, las englobe a todas haciéndolas resonar. Una especie de pequeño concierto de resonancias. Quería una estructura en forma de embudo donde las diferentes historias se condensaran repentinamente en una”, añade.
De herencia rohmeriana, pero también con ecos de Woody Allen, Mouret compone un retrato intimista, colorido y agrio -contribuye la selección musical, de Puccini, Chopin, Debussy…- en el que captura lo que que se siente más allá de lo que se dice y se hace, como reza el título. El texto defendido por un estupendo reparto coral -con Camélia Jordana, Niels Schneider, Vincent Macaigne, Jenna Thiam, Émilie Dequenne y Guillaume Gouix- se revela casi como tratado filosófico sin moraleja ni conclusión aprehendida. La pasión, el deseo, el compromiso, la posesión, el dolor o el perdón son insondables a cualquier racionalización. “Son personajes que aman, todos, ¡sin excepción!. Y es porque aman por lo que son hermosos, pero también es porque aman que todo es tan complejo y cruel. No se respeta en absoluto el principio de exclusividad en el amor. Puede ser que trate de decir, a pesar mío y en cada una de mis películas, que no está mal no ser exclusivo en el amor. Puede doler mucho, pero no es una falta moral”, concluye.
‘Las cosas que decimos, las cosas que hacemos’ formó parte de la selección del Festival de Cannes que no se pudo celebrar, ganó el premio Lumière a la mejor película del año y logró 13 nominaciones a los César.
Mandíbulas (Quentin Dupieux)
Del Festival de Venecia y luego de Sitges, con galardón a sus actores incluido, salió la otra propuesta francesa de la semana, la divertida y surrealista ‘Mandíbulas’. El nuevo film de Quentin Dupieux, genio de explorar lo humano desde lo absurdo, es una tierna y descarada buddy movie que se desmarca de los tópicos clásicos con un elemento fantástico: una mosca gigante.
“Supongo que algunas personas rechazarán a los protagonistas: pueden rechazar el hecho de que sean tan tontos. ¡Y ni siquiera hay una explicación! Son así: lo tomas o lo dejas. Alguien me dijo que era una “buddy movie” pero en realidad es un código bastante clásico. Recuerdo cuando descubrí Dos tontos muy tontos. Me encantó y quise mostrársela a mi novia. Ella dijo: “Parecen adolescentes, no es gracioso”. Pensé que ese tipo de humor era universal pero no lo era. Empiezas con esas ideas locas, pero después necesitas construir personajes reales. Aunque estén locos, debes hacer que sea creíble el hecho de que alguien así pueda existir”, admite el director en declaraciones a Cineuropa consciente de que su cine desafía la frontera friki.
En ‘Mandíbulas’, coloca a dos amigos, tan perdedores como ingenuos impostores, en una aventura hacia ninguna parte. La misión que se les encomienda se ve trastocada cuando, tras unos golpes en el maletero de un coche robado, descubren esa mosca gigante. Ni se asustan ni gritan, como buen film de Dupieux, abrazan la locura y deciden amaestrarla para ganar dinero. “La mosca no da miedo y pienso que cuando estás viendo la película, estás más centrado en su amistad, en los personajes y en lo que les ocurre. La mosca está allí, pero es como una mascota. Por supuesto, es un monstruo simpático, pero ellos tienen sus propios problemas humanos”, dice del animal, una obsesión que tiene mucho que ver con los monstruos del cine clásico, hoy irrisorios a ojos del espectador acostumbrado a los efectos digitales.
Los dos amigos, sensacionales Grégoire Ludig y David Marsais en su majadería entrañable, duermen en el coche, se instalan en una caravana o se suman a las vacaciones de una supuesta amiga de la infancia. Todo ello en un vehículo destartalado o en una bicicleta de unicornio pero con la mosca, siempre hambrienta y siempre a cuestas. El planteamiento tan delirante y la nómina de secundarios -destacable el papel de una gritona Adèle Exarchopoulos- no escamotean las intenciones de la cinta, celebrar con patetismo y estupidez la amistad masculina. La música de Metronomy acompaña a estos personajes, cómplices en su idiotez y ajenos a cualquier cuestionamiento de los problemas que le rodean, en una de las comedias más sugerentes y locas del año.
El robo del siglo (Ariel Winograd)
El 13 de enero de 2006 una banda de atracadores encabezada por Fernando Araujo, entró en el Banco Río de la localidad porteña de Acassuso para robar 19 millones de dólares y desaparecer de la manera más sigilosa posible sin dejar a ningún rehén herido, solicitando pizzas para comer, y hasta cantando el cumpleaños feliz a una anciana que se encontraba entre los secuestrados.
Este suceso, preservado en el imaginario colectivo de todos los argentinos por su espectacularidad y su impacto mediático, ha sido trasladado a la gran pantalla de la mano de Ariel Winograd bajo el título 'El robo del siglo', el nombre con el que se conoció este hecho entre los ciudadanos.
Bertolt Bretch se preguntaba: “¿Qué es peor? ¿Robar un banco o fundarlo?”. Bajo esta premisa, pronunciada por el protagonista en medio de una sesión de terapia, se sostiene el discurso reconstruido por el director, que ha sido asesorado por el propio Araujo, cerebro del golpe que ahora adopta el rol de coguionista, y por Miguel Sileo, negociador del verdadero atraco.
“Fue parte de un proceso extraño y maravilloso en el cual podíamos contar con ellos para consultas, dudas… Con lo cual mi intención era siempre poder tratar de ser lo más objetivo posible. Obviamente la película está basada en estos hechos y tiene algunas partes ficcionadas, pero tratamos de buscar ser lo más objetivos posible”, apunta su director, Ariel Winograd.
Diego Peretti y Guillermo Francella encabezan el reparto, dotando de comicidad y realismo a sus personajes: dos hombres corrientes sin antecedentes penales, con estudios o talentos e inquietudes. “Conocimos a los verdaderos ladrones, que ya habían cumplido su condena y nos ayudaron mucho. Era bastante particular el hecho de que venían a almorzar con nosotros en el rodaje los mismos ladrones que estábamos interpretando nosotros, pero nos fue de utilidad como actores llevarlo a cabo”, comenta Guillermo Francella.
Frente a 'La odisea de los Giles', la película de los Darín que se vengaba del corralito, en ‘El robo del siglo’ no existe una motivación ideológica. El cabecilla de este atraco lo hace por vocación, es un Quijote fumado más que un Robin Hood. Sin embargo, de fondo sí está presenta el contexto político y social de la Argentina de aquel entonces. “Veníamos del 2001, del corralito y del odio que había hacia los bancos, hacia el sistema, al gobierno, a la corrupción…Ver que estos ‘Quijotes’ lograron de ese modo aquel robo, sin herir a nadie y logrando su objetivo, generó una empatía en toda la gente de un modo notable”, añade Francella.
'El robo del siglo' avanza a través de distintos géneros hasta crear una película de robos, donde la comedia juega un papel fundamental y donde uno de los elementos clave es la relación entre Fernando Araujo, líder de la banda, y Mario Vittete, cara visible y negociadora del atraco.
“La película es una heist movie, estas películas de robos a bancos. Tiene elementos de buddy movie, principalmente por la relación entre Guillermo Francella y Diego Peretti, de estos dos personajes opuestos que en cierta manera llevan a cabo un mismo plan, con un mismo objetivo y a partir de esa oposición se construye la comedia”, matiza el director.
La película reconstruye el acontecimiento alternando la negociación del robo con las escenas preparatorias en las que conocemos cómo se desarrolla el plan. Winograd consigue adaptar esta peculiar anécdota de una manera ocurrente gracias a un elenco liderado por dos personajes quijotescos que se ganaron la simpatía de un país.
Hombre muertos no sabe vivir (Ezekiel Montes)
Ezekiel Montes debuta en el largometraje con Hombre muerto no sabe vivir, un thriller muy crudo sobre el narcotráfico en la Costa del Sol. La mafia hegemónica de la zona se encuentra en pleno proceso de decadencia y las nuevas generaciones de jóvenes mafiosos, encabezadas por Ángel (Ruben Ochandiano), el hijo del gran capo, buscan introducir una nueva droga para solventar los problemas económicos del negocio y hacerse con todo el emporio. Debajo de esta temática, subyacen otros temas como la lealtad o la traición.