Hunter Biden: "Causé un gran daño a mi familia con mi comportamiento destructivo"
Javier del Pino entrevista al abogado y empresario Hunter Biden, hijo del actual presidente de EEUU, Joe Biden, acerca de su libro 'Cosas Bonitas', en el que narra su caída en la drogodependencia y su camino hacia la sobriedad
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Hunter Biden: "Causé un gran daño a mi familia con mi comportamiento destructivo"
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Madrid
Su madre y su hermana pequeña murieron en un brutal accidente de tráfico al que él y su hermano Beau sobrevivieron. Desde ese momento su hermano se convirtió en su mejor amigo, en la persona a la que más quería en el mundo. Hasta que, hace seis años falleció de cáncer. “Conozco a un médico por el que siento gran admiración y respeto, y que suele hablar de adicciones, es el doctor Gabor Mate. A partir de su experiencia de varias décadas tratando a personas adictas, principalmente alcohólicos, cree que el origen hay que buscarlo en un trauma. Cree que el adicto necesita enmascarar con una sustancia ese dolor tan profundo que siente”. No es una excusa sino una manera de intentar responder a las preguntas más difíciles para un adicto: por qué bebes, por qué te drogas.
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Hunter Biden bebió y se drogó. Mucho y desde muy joven. Se tomó su primera copa de champán con 8 años. A los 18, mientras estudiaba en Georgetown, probó el crack. Le encantó, le hacía sentir bien. “Disponer de la posibilidad de sentirte cómodo en tu propia piel es algo que luego se convierte en una fuerza demoníaca, en el sentido en que te ves dentro de un bucle de adicciones del que eres incapaz de salir, en parte por razones físicas pero, en gran medida, por cómo funciona el cerebro de los adictos”
Ser el hijo del, por entonces, vicepresidente del país más poderoso del mundo es un privilegio y, a la vez, un inconveniente para poder afrontar un problema como el suyo. “No le quieres contar la verdad a la gente, pero al final la verdad sale a la luz y tú te mueres de la vergüenza. Y entonces empieza otro ciclo, o al menos así fue en mi caso. Yo intenté ocultar esa vergüenza con la que me parecía la forma más sencilla: beber o, al final, drogarme”
En "Cosas Bonitas" (Ediciones B), Biden cuenta y describe con todo detalle las tremendas situaciones por las que pasó. Compraba crack en las calles de Washington y lo cocinaba él mismo en un bungalow de un hotel de Los Ángeles. Se metía en cualquier sitio, a cualquier hora para conseguirlo. Hasta tal punto perdió la noción del peligro que durante un tiempo dejó que un camello viviera en su casa. Estaba tan desesperado por beber que no conseguía llegar a casa sin abrir la botella que acababa de comprar. “Llegó un momento en el que no bebía para emborracharme sino para seguir vivo”. Para poder hacer cualquier cosa en su vida necesitaba beber cada vez más.
Dice que en todo momento contó con el apoyo y el cariño de su familia y especialmente de su padre. “Sé que le debo mi vida a mi familia y a mi padre en concreto. Mi padre nunca me soltaría de la mano, y gracias a su amor incondicional por mí no desaparecí como yo estaba intentando desaparecer antes de que hace dos años encontrara la manera de salvarme”. Le salvó y le defendió en un momento complicado y políticamente sensible para Joe Biden. “Donald Trump empezó a atacarme por cuestiones que tenían que ver con mis adicciones, mi padre miró a cámara y dijo: «Mi hijo ha batallado contra una adicción, como tantos de vosotros y como tantas familias, y estoy orgulloso de él. Estoy orgulloso de que ahora esté otra vez con nosotros, de que esté sano. Creo que, en ese momento, millones, millones y millones de personas vieron en él a su padre, vieron en ese momento a su hijo, vieron a sus seres queridos, a su marido, a su mujer… No conozco a ninguna familia que, de alguna manera, no se haya visto afectada por alguna adicción”.
Algo más le costó defender la polémica por sus lucrativos negocios en China y en el consejo asesor de Burisma, la empresa de gas ucraniana. En el libro cuenta que ese dinero le llegó en un momento en que lo necesitaba. Que investigó a la empresa y que su intención procurar convertirla en lo más transparente posible, que la compensación era normal dentro de una empresa privada y que la disyuntiva era recibir dinero de los rusos o de quiénes los combaten. “Fue una mala decisión pero no un problema ético"
El título del libro parece una ironía pero responde a un código entre hermanos: quédate siempre con las cosas bonitas.