Ozon abre el debate de la muerte digna con una película que España hizo mejor hace 15 años
El director François Ozon y Sophie Marceau presentan 'Tout s'est bien passé', película sobre la historia real de una escritora que ayudó a su padre a morir fuera de Francia, un país donde pocos supuestos están permitidos
Cannes
El cine sirve para abrir debates sociales. En España lo vivimos con Mar adentro, la película de Amenábar que reabría en 2004 el debate sobre la eutanasia, al contar el caso de Ramón Sampedro. Nada cambió entonces en las leyes españoles, pero el cine consiguió que se hablara de ello. Años más tarde, el gobierno ha aprobado una ley que regula la muerte digna. En Francia solo está permitida en casos muy concretos. De ahí la importancia de que François Ozon presentara en el Festival de Cannes una película sobre este tema. La pena es la falta de conciencia política o siquiera de abrir debates de la propia película, Tous s'est bien pasé, y de su director.
"Contando esta historia nos hemos dado cuenta de lo difícil que debe ser organizar una cosa ilegal porque en Francia no se permite la eutanasia. El Estado no se hace cargo y son los hijos los que deben hacerlo", decía Ozon que firma una película convencional y que el cine español ya supo hacer bastante mejor hace 15 años. "Es una historia muy personal y cada uno se ve confrontado a cuestiones personales sobre la vida", dijo Ozon, que agregó: "No quiero lanzar un mensaje político, sino que el espectador se enfrente a saber qué haría en esa situación".
Tous s'est bien pasé supone la vuelta del cineasta francés en sección oficial, gracias a la adaptación de la novela de Emmanuèle Bernheim, guionista de películas del director como Swimming Pool o 5x2, autora de la novela que da título al filme y que se basa en la muerte de su padre, un coleccionista de arte. Bernheim cuenta la petición que su padre, un rico coleccionista de arte le hizo tras sufrir las consecuencias de un infarto. "Emmanuèle era una buena amiga mía y cuando publicó el libro (en 2013) me pidió adaptarlo pero no me veía capaz",
Como hacía Haneke en Amour, Ozon centra la acción en una familia burguesa y liberal, que no tiene prejuicios sobre la decisión que ha tomado el padre, pero que debe enfrentarse a la decisión y a buscar una fórmula que burle la ley francesa. La actriz Sophie Marceau interpreta al alter ego de Bernheim que acude a una asociación suiza pagando 10.000 euros. "¿Qué hacen los pobres?", se pregunta el personaje de André Dusoiller. "Esperar a la muerte", responde el de Sophie Marceau. Charlotte Rampling y Geraldine Pailhas completan el reparto de una película correcta, que impacta por mostrar que en Francia todavía quedan derechos y libertades por conseguir.
Dussollier se preparó para interpretar a André Bernheim viendo el vídeo que su hija le grabó en el que expresaba su deseo de acabar con su vida y a través de documentales sobre personas que tenían el mismo deseo. "Emmanuèle estaba siempre a favor de la vida. Era una paradoja que su propio padre le pidiera ayuda para morir", destacaba Marceau en la rueda de prensa en uno de sus mejores papeles en años.
La película es un drama convencional, insulso y sin intención. Una película que no está a la altura de la sección oficial. Los flashbacks a la infancia de la hija y la manía de explicar cada cosa que ocurre lastran el resultado de una película que debía aportar más, tanto cinematográficamente como en lo político.