Matt Damon, padre coraje de la 'America first'
El actor protagoniza 'Stillwater' ('Cuestión de sangre'), el nuevo thriller dramático de Tom McCarthy, ganadora del Óscar por 'Spotlight'. Presentada fuera de concurso en el festival de Cannes, la cinta refleja el choque cultural y político entre la América obrera y la Europa multicultural a partir de una historia similar a la de Amanda Knox
Cannes
Tom McCarthy es una rara avis de la industria americana. El director ganador del Óscar por ‘Spotlight’, la película sobre las investigaciones periodísticas que destaparon numerosos casos de pederastia en el seno de la Iglesia, tiene más créditos como actor y guionista que como realizador. Empezó en el circuito indie, escribió para Pixar en ‘Up’ y ha dirigido capítulos de series como ‘Por trece razones’ o ‘La voz más alta’. Sin un estilo propio, su cine confía todo al compromiso con la historia. La de ‘Cuestión de sangre’ ('Stillwater' en su título en inglés), filme presentado en Cannes fuera de competición, le ha llevado más de 10 años. Desde que escribió un borrador después de que el caso Amanda Knox estallara -ya saben, la joven americana acusada de asesinar a una amiga en Italia- hasta que lo aparcó en la era Obama y lo resucitó con Trump.
Matt Damon interpreta a un padre obrero de la América profunda, a ese arquetipo de hombre blanco, siempre con camisa de cuadros y botas, que se siente abandonado y resignado en su pequeño mundo. Trabajador de una petrolera, pasa épocas desempleado y guarda un turbio pasado, por eso cada cierto tiempo busca redención con la familia que desantedió. Viaja a Marsella a visitar a su hija -interpretada por Abigail Breslin, la protagonista de 'Pequeña Miss Sunshine'-, una estudiante encarcelada por el presunto asesinato de su amiga-pareja, una joven árabe. En cada visita, repite la rutina, se aloja en el mismo hotel, le lleva un par de regalos, comprueba que está bien y se vuelve a EEUU. Hasta que encuentra una nueva pista que le ofrece la posibilidad de luchar por la inocencia de su hija, la oportunidad de ser un padre coraje.
Ese es el punto de partida de este drama que no busca ser un relato heroico y épico por la justicia sino un retrato personal de cómo el americano medio tiene interiorizado el sálvase quien pueda y de cómo es percibido hoy fuera de su país tras el desprestigio moral de la etapa Trump. La primera parte de la cinta se acerca al drama social ahondando en el choque cultural y mental con una Marsella colorida, diversa y portuaria. Una ciudad europea que lo enfrenta al idioma, a la inmigración y también al elitismo cultural, cuando conoce a una mujer actriz y su hija. La segunda se desliza por el thriller y cae en el melodrama restando potencial a esta travesía identitaria en la que Matt Damon completa uno de sus mejores papeles de madurez.
McCarthy recurrió a los guionistas de Jacques Audiard en ‘Un profeta’ y ‘Dheepan’ para componer esta inmersión en la ciudad y dotar de verismo una historia en la que conviven la Francia de los barrios-gueto, la de los artistas progres aburguesados y la de la xenofobia de la ultraderecha. Damon recorre esos espacios y se enfrenta a la cadena judicial mientras encuentra una familia sustituta que le ayuda en su misión.
Dice Tom McCarthy que con este padre le interesaba reflexionar sobre cómo se articulaba la autoridad moral de un potencial héroe en una época en la que su país proclamaba eso de America First. Cómo se trasladaba fuera de sus fronteras esa idea nacionalista e individualista del hombre blanco castigado y acorrolado por la globalización, la diversidad y la inmigración. En este sentido, el personaje de Damon es escurridizo en lo emocional. Él busca salvarse a sí mismo, redimir su culpa y volver a su hogar con el trabajo de macho hecho. Por el camino intenta reconectar con su hija, experimenta lo que es tener una verdadera familia y demuestra qué difícil es para los politólogos trazar el perfil del obrero nacionalista seducido por el populismo.
El personaje, que no pudo votar por Trump, defiende las armas y tiene normalizados los discursos xenófobos de la ultraderecha sin ningún tipo de consciencia o debate. Eso choca con la actriz francesa, estupenda en el papel Camille Cottin, exponente del elitismo cultural progre, que representa la sorpresa ingenua de ese otro mudo que desconoce y mira con cierto exotismo y fascinación. La cinta añade además una crítica secundaria a la pena de telediario y el papel de los medios en estos casos mediáticos - un asesinato, dos chicas jóvenes y lesbianas-, y también a la contradicción de ese America First que abandona a sus ciudadanos en casos judiciales en el extranjero.
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