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La película que denuncia la explotación pop de Ana Frank y su conexión con los refugiados

El director israelí Ari Folman, autor de títulos como 'Vals con Bashir', presenta en el Festival de Cannes 'Where is Ana Frank', su nueva cinta de animación sobre el legado de la niña judía

Fotograma de Where is Ana Frank / CANNES FILM FESTIVAL

Cannes

La mercantilización de todo icono o figura popular durante años acaba vaciando de contenido su historia. Converte al símbolo en un bien acrítico de consumo más. Esa es una de las tesis que esboza Ari Folman en su nueva película de animación, titulada 'Where is Ana Frank' y presentada en el Festival de Cannes. Todo el mundo sabe quién es Ana Frank pero no pocos conocen realmente el final de su historia. "La percepción con Ana Frank es que la gente no sabe qué pasó con ella. Escribió este precioso diario, que por cierto no es solamente un icono judío, y un día paró de escribirlo. Sabemos que murió pero hay una falta de datos sobre los últimos siete meses de su vida", explicaba el director.

Hay hospitales, librerías, colegios, parques, calles... con el nombre de Ana Frank, pero, ¿cuál es el legado hoy de la niña que narró la persecución nazi? ¿qué lecciones hemos aprendido? El realizador israelí, cuyos padres son supervivientes de Auschwitz, trae al presente esta historia a través de Kitty, la amiga imaginaria a la que le escribía su diario. Kitty es hoy una joven que salta de las páginas del famoso testimonio guardado en la casa museo de Amsterdam para buscar y conocer el destino de su amiga. Con esta ingeniosa fórmula, Folman recupera la vida y el final de Ana Frank para un público infantil y conecta políticamente con el presente la memoria del genocidio.

En un inicio, el proyecto relacionaría la masacre de Bosnia con el diario de Ana Frank de una forma más radical, según ha confesado el propio Folman, pero la crisis de los refugiados lo cambió todo. La cinta vincula la trama actual con la persecución, el odio y las deportaciones de refugiados en los países europeos, con inmmigrantes hacinados en zonas marginales que, en lugar de ser acogidos, son expulsados a zonas de guerra. No me gustaría usar el término de comparación, porque se puede interpretar mal. "No hay comparación con el holocausto, o cualquier otro genocidio de la historia, pero lo que intentamos hacer es prolongar el legado de Otto Frank. La fundación de Ana Frank es no solo una memoria de lo que pasó, sino cómo va a continuar el mundo. Mucha organizaciones apoyan a niños en zonas de guerra, no solo es una memoria del holocausto, es sobre cómo usar herramientas de educación para los niños, los millones que están en zonas de guerra", repetía Folman en rueda de prensa sobre el paralelismo que establece la película.

Tras denunciar el horror de la guerra del Líbano del 82 y las masacres de Sabra y Chatila en 'Vals con Bashir', cinta con la que ganó el Globo de Oro, Folman se acerca ahora a un público más amplio, con clara vocación infantil, para recolocar la historia de Ana Frank, manoseada y amortizada hasta vaciarla de memoria. "El diario de Ana Frank es una pieza de arte excepcional, una de las razones de su éxito es que no es cruel ni violento, sino que es una historia íntima e introvertida de iniciación adolescente, una historia de cautividad. No hay horror de guetos, de los campos de concentración", remarcaba sobre su intención de recuperar esta historia para las nuevas generaciones que tiene aversión a los libros pero devoran pantallas.

 
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