La estupidez del negacionismo climático
Entre los jóvenes, las élites del mañana, hay ya una conciencia ecológica fundamental, la que nos ha faltado a nosotros
Cada viernes en este Hoy por Hoy de verano, un grupo de jóvenes entre 20 y 30 años, charlan sobre su forma de ver la vida, de entender la política, de relacionarse en sociedad... El pasado viernes, una de esas jóvenes, Lucía, nos contó que una de las brechas que le separa de los partidos políticos es su escasa o débil conciencia medioambiental.
Sin negar que exista una parte de la juventud insensible a los problemas globales, sin negar que haya otra parte directamente cafre, como los mayores que les sirven de ejemplo, lo cierto es que entre aquellos que serán los gobernantes del futuro, los empresarios, los directivos, las élites del mañana, en ellos y ellas hay ya una conciencia ecológica fundamental.
La que nos ha faltado a nosotros, la que andamos cultivando desde hace algunos lustros y no sin dificultades, entre el escepticismo, las inercias, la incapacidad para hacer renuncias personales en favor del planeta.
El primo de Rajoy
Por suerte a muchos de ellos, de los más jóvenes, no tendremos que convencerles de que vivimos una emergencia medioambiental. No tendremos que contarles que Rajoy tenía un primo cínico que hacía chascarrillos con los pronósticos del calentamiento global, que Aznar nunca ha dejado de tener un prejuicio contra quienes alertan de los efectos del cambio climático, que Abascal desprecia lo que él llama el totalitarismo de la religión climática, que la industria del automóvil perdió los escrúpulos y mintió con las emisiones de sus motores, que la sociedad, la nuestra, apuró la prosperidad con un cortoplacismo un tanto irreflexivo, que las grandes empresas inundaron los mercados con métodos de producción altamente contaminantes.
Este lunes, los expertos convocados por Naciones Unidas publican su sexto informe, el más ambicioso hasta la fecha. Podremos tomar en serio sus advertencias o comportarnos como el cuñado de Rajoy, Aznar y Abascal.
Por cierto, ahora que nos revolvemos con furia contra los negacionistas pandémicos, ojalá hubiésemos hecho lo mismo y con la misma rabia contra quienes negaron y niegan el cambio climático, porque muchos de ellos tomaban y toman decisiones algunos por dinero u otros por prejuicios. Todos por estupidez.
Pedro Blanco
Llegué a la SER en 1996 y desde entonces he trabajado como editor en diferentes programas. He sido director...