La coartada autoexculpatoria clásica de los hombres ante el acoso sexual
Cuomo se justifica como se siguen justificando los machistas porque lo suyo es la crónica de un tiempo que se resiste a pasar página, el de los hombres con poder, el de los hombres que se creen poderosos por ser hombres
undefinedPedro Blanco
Madrid
Uno escucha al todavía gobernador de Nueva York y no tiene la sensación de estar ante un machista arrepentido, ante un acosador avergonzado. ¡Qué va!
Uno le escucha, atiende a sus argumentos y entiende que su explicación es la coartada clásica, la excusa de los machistas de toda la vida.
Decía ayer Andrew Cuomo que en su mente nunca había sentido que cruzara ninguna línea, lo mismo que han dicho muchos antes. Que no se había dado cuenta de cómo se estaban redibujando esas fronteras, que hay cambios generacionales y culturales que no supo apreciar.
Lo mismo que otros han explicado antes. Ni siquiera es original. Dicho de otra forma: dice Cuomo que él, como otros muchos, creía que antes las mujeres veían bien eso de abrazar o besar a quien no quiere ni tus abrazos ni tus besos, pero que cuando dejaron de sentirse cómodas, él no se dio cuenta y no entendió ese cambio.
Ese "No me lo tengan en cuenta porque entonces era lo natural" es la coartada autoexculpatoria clásica de los hombres y de los hombres con poder.
La primera denuncia publica contra él se presentó en diciembre. Han pasado 8 meses y ha tenido que mediar un durísimo informe de la Fiscalía para que Cuomo se marche como se marchan los machistas: justificándose e intentando diluir el peso del sentimiento de agresión de las mujeres en un supuesto contexto de permisividad a los abusos.
Cuomo se justifica como se siguen justificando los machistas porque lo suyo no es arqueología del acoso. ¡Qué va! Es la crónica de un tiempo que se resiste a pasar página, el de los hombres con poder, el de los hombres que se creen poderosos por ser hombres, el de todas las mujeres agredidas por todos los que creen que un abrazo a quien no lo quiere, que un beso a quien no lo quiere, es lo natural.
Pedro Blanco
Llegué a la SER en 1996 y desde entonces he trabajado como editor en diferentes programas. He sido director...