Un americano en Marsella
Matt Damon interpreta en 'Cuestión de sangre' a un "padre coraje" dispuesto a todo para demostrar la inocencia de su hija
El caso de Amanda Knox, la estudiante americana que fue condenada en Italia en 2007 por asesinar a su compañera de piso y que finalmente fue absuelta por el Tribunal Supremo italiano en 2015 por falta de pruebas, sobrevuela el planteamiento inicial de Cuestión de sangre.
El director del film, Tom McCarthy, reconoció, cuando la película se presentó en el pasado Festival de Cannes, que los vaivenes judiciales y mediáticos del caso Knox le habían fascinado durante tiempo. “Pero solo me sirvió de inspiración para hablar de una relación entre un padre y una hija”, dijo entonces. En el largometraje vemos un caso parecido. Una joven americana, interpretada por Abigail Breslin, está encarcelada en Marsella por asesinar a su pareja, una chica árabe. Su padre, al que da vida Matt Damon, cree ciegamente en su inocencia.
Pero a Tom McCarthy, el realizador de la oscarizada Spotlight, aquella cinta que hablaba de los abusos sexuales en el seno de la archidiócesis de Boston, no le interesa tanto el thriller judicial y policial como mostrar las diferencias culturales entre la forma de vida americana y la europea, en concreto la francesa.
El personaje que interpreta Damon es un rudo americano de Oklahoma, un obrero que trabaja en plataformas petrolíferas y en la construcción. Un hombre individualista, frío y brusco que apenas expresa sus sentimientos y que se aferra a su fe religiosa. “El tiempo que pasamos Tom y yo en Oklahoma fue esencial para crear este personaje”, explicaba Matt Damon en Cannes. “Hemos pasado horas en el coche porque allí todo está lejos. La gente es muy afectuosa, pero apenas han salido del Estado. Los viernes permanecen en sus casas haciendo barbacoas y cantando canciones religiosas. Es una cultura muy específica, muy distinta a la mía. Los hombres son todos parecidos: sus cuerpos, los vaqueros que suelen llevar, las gafas, las gorras… Son hombres fuertes porque su trabajo es duro y cada detalle físico era muy importante para el personaje”.
Cuestión de sangre es una película larga, dos horas y media, quizá demasiado, pero a lo largo del metraje, además de las sorpresas que depara el caso en cuestión, es decir, ese padre que intenta demostrar que su hija es inocente, vemos la transformación que se va produciendo en ese hombre hermético cuando inicia una relación con una mujer francesa, interpretada por la actriz Camille Cottin y, sobre todo, con la hija de ésta.
Porque, en el fondo, Cuestión de sangre habla de la paternidad perdida y recobrada y de cómo las percepciones e ideas cambian o se modifican cuando salimos de nuestro entorno y más aún si éste es muy cerrado. “La película habla de muchas cosas”, admite McCarthy. En un nivel es un reflejo de América y de cómo somos vistos los americanos desde fuera. Habla de relaciones, de conexiones, de liberación, de una posible redención”, concluye el director norteamericano.
Elio Castro
Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...