El drama de ser refugiado: "Fue un viaje a lo desconocido. Era esperar a que me mataran o salvarme la vida"
Dhafer Al Naisani, un iraquí que tuvo que salir de su país de un día para otro, cuenta en 'Hoy por hoy' con Àngels Barceló cómo es huir con una mochila y dejar atrás todo
Madrid
En estas últimas semanas hemos presenciado cómo miles de personas han huido de Afganistán obligados por la peligrosa situación de su país con la llegada de los talibanes. Cada una, con una historia detrás, tuvo que partir hacia lo desconocido, con pocas pertenencias, y sin tiempo de planificación o preparación. Una huida a contrarreloj. En 'Hoy por hoy' hemos analizado cómo es coger un día una mochila y correr sin mirar atrás para evitar la muerte junto a un hombre que, desgraciadamente, tuvo que hacerlo y conoce esta situación de primera mano.
Dhafer Al Naisani trabajaba en la ciudad de Tikrit, en Irak, en pleno conflicto bélico. Su empresa recibió varias amenazas por carta. Al principio no hicieron caso pero con una diferencia de ocho días mataron a dos de sus compañeros. Por ello, cerraron y todos decidieron huir. "Básicamente metí en la mochila cosas sencillas, ropa y algo de dinero que tenía en la mano. Y salí", cuenta. "Había amenazas por escrito a mi empresa y dos semanas después empezaron a lo práctico, mataron a un compañero que venía en coche a trabajar. Le dispararon y lo mataron. Las amenazas han sido como romper una parte importante de los que estamos dando apoyo al ejército y la policía iraquí", explica.
El drama de ser refugiado: "Fue un viaje a lo desconocido. Era esperar a que me mataran o salvarme la vida"
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Ser refugiado es una huida a lo desconocido
Aprovechó el resquicio de la empresa. Tenía visados de trabajo para visitar farmacéuticas. Fue a Jordania y desde allí pidió viajar por trabajo a varios países europeos. El primero que le respondió fue España. Llegó aquí con un permiso de solo 12 días. "Dejé atrás familia y amigos. Fue un viaje hacia algo desconocido. Tenía dos opciones, esperar a que me mataran como a otros compañeros o escapar y salvarme la vida. Escogí la segunda opción", confiesa sobre lo que es huir.
Así explica su odisea: "Salí de Irak al norte, a Kurdistán, una zona más segura, y esperé a tener más contactos para conseguir el visado a Jordania. A través de mi trabajo logré el visado europeo, gestionado con la embajada de España".
El cambio de estar en Irak a llegar a España
"Cuando salgo de Irak no pensé jamás en llegar a España. Mi familia no sabía que tenía esa opción. Les dije al principio que tenía un viaje pero luego les conté la historia y quería que lo tomaran con calma, porque para mis padres podía ser un schock. Están más contentos sabiendo que estoy aquí, allí la situación es terrible", recuerda Al Naisani.
Llegó a un país desconocido para él, por completo: "No conocía a nadie al llegar. Llegué en el aeropuerto Adolfo Suárez y empecé a buscar algún sitio. Encontré a un chico que hablaba árabe y me recibió diez u once días en su casa y luego fui a la oficina de asilo, donde me ayudaron. Ya tengo el asilo".
Trabaja en el sector de la geotermia, en una empresa que instala, entre otras cosas, calefacción radiante. Él es oficial de primera y revisa la instalación de las obras. Consiguió el trabajo después de hacer un curso con una ONG sobre electricidad. Antes homologó su título de farmacia pero nunca le dieron trabajo de su especialidad.
Dificultades iniciales para la adaptación
No conocía el idioma bien. Pasó las primeras noches en el hostal para refugiados Welcome de Vallecas. Temió dormir en la calle. Luego, con una pequeña ayuda del gobierno-350 euros al principio- y los cursos de formación de las ONG pudo reciclarse y encontrar trabajo.
"Al principio me costó hacer amigos por el idioma. Pero luego pasando tres o cuatro años me encontré mejor y tengo más amigos comunicándome mejor. Aprendí el idioma por varios medios, pero como mejor en concentrarme en cómo hablan en las series españolas, que son muy graciosas", asegura a la SER. Y termina hablando sobre un regreso a su país: "Volver a Irak, en estos días, es muy difícil. Si la situación fuera más segura, sin terrorismo, podría ir de visita. Además de la familia, lo que más echo de menos es el río, el Tigris, porque vivía cerca, a cinco minutos".