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Antonio Banderas: "No me avergüenzo de haber hecho películas solo por dinero"

El actor español protagoniza, junto a Penélope Cruz y el argentino Óscar Martínez, 'Competencia oficial', la nueva sátira de Mariano Cohn y Gaston Duprat presentada a concurso en la Mostra de Venecia

Penélope Cruz y Antonio Banderas en Venecia / Vittorio Zunino Celotto Getty Images

Venecia

Venecia vuelve a hablar español con la segunda a película a concurso con presencia de estrellas de nuestro país. Antonio Banderas y Penélope Cruz protagonizan, junto a Óscar Martínez, ‘Competencia oficial’, la nueva cinta de los argentinos Mariano Cohn y Gaston Duprat. Los directores ya presentaron en 2016 en la Mostra ‘El ciudadano ilustre’, una sátira sobre un premio Nobel de Literatura en la vuelta al pueblo de su infancia. Ahora, atacan las bambalinas del cine -algo que ya habían hecho en otros trabajos- con una comedia sobre los preparativos y ensayos para rodar una película.

“La película dentro de la película es casi un género, nosotros queríamos derribar un poco eso, evitar el romanticismo y la nostalgia de ese género, y hacer una película totalmente inflamable y explosiva que se pueda reír de esos lugares comunes de directores y actores, y a la vez fuera una película sobre la construcción actoral, como hace un actor para emocionar, para transmitir algo en diferentes tonos, la cocina de cómo se hace una película”, afirma Duprat, interesado en desmontar con mala leche la farsa de la creación artística.

Penélope Cruz es Lola Cuevas, una prestigiosa directora de cine, una fija de los festivales de autor, que recibe el encargo de un empresario de rodar una película. “Es un persona muy difícil, muy compleja, no la he juzgado en ningún momento al interpretarla, pero si me la encontrara por aquí saldría corriendo”, bromea Penélope Cruz sobre los humos y métodos de su personaje. La idea es adaptar una novela de Daniel Mantovani -el escritor al que daba vida Óscar Martínez en ‘El ciudadano ilustre’- sobre dos hermanos enfrentados por un pasado traumático y una mujer. Los elegidos son Antonio Banderas, estrella internacional del cine comercial, y el propio Martínez, aclamado intérprete del teatro.

Tráiler

No queríamos hacer el rodaje dentro de la película, sino la construcción de los personajes con los actores. Eso nos servía para exponer ciertas miserias de la industria”, avisa Andrés Duprat, guionista de la cinta junto a los dos directores. El proyecto nació en contacto con Penélope Cruz y los propios actores han incorporado parte de sus experiencia detrás de las cámaras para desarrollar esta historia de vanidades y artistas insoportables que creen que cambian el mundo con cada paso.

“Nos hemos inspirado en las cosas más anecdóticas. La mala leche ya venía. El juego de supervivencia en la jungla que en realidad no es un rodaje, es la vida. Es las cartas con las que tienes que jugar, veo a los personajes con cartas que le ha dado la vida y se defienden con esas cartas cada uno de ello. El intelectual juega a ser el intelectual, y quizás jugando a ser eso resulta ser más narcisista que el Narciso. Hay unos juegos de espejos que producen risa pero que son muy serios, porque están en todos los órdenes de la vida y en todas las profesiones. Yo veo la película como una jungla y como una especie de análisis sobre la estupidez”, explica Antonio Banderas, que admite que esta encantado de reírse de sí mismo con esa ironía para reflejar la hipocresía de la sociedad en la que estamos viviendo.

La gestión del ego de esos tres artistas en una mansión espectacular y aislada durante los ensayos para la nueva película es uno de los motores de la trama. “El ego es necesario e imprescindible, como lo es para aspirar a un cargo político o para ser un escritor notable. Tú crees que lo que escribes lo tienen que leer las multitudes. El tema es que luego no te gobierne, pero sin ego sería imposible soportar una carrera actoral como la que tenemos”, opina Óscar Martínez. Y replica Penélope Cruz, quien ha aprendido a domesticarlo con los años. “Para mí el ego es como un animalillo salvaje que se puede llegar a adiestrar y que muchas veces va a favor. Empuja para superarte, para seguir creciendo, pero desde un lugar sano. Pero si no lo acabas adiestrando, todo te acaba afectando tanto, en profesiones de cara al público, tanto lo positivo como lo negativo. Eso puede hacer que estés mirando todo el rato para dentro, y eso no lo puedes hacer, tu atención como actor siempre tiene que estar en el otro. Desde ahí es donde se pueden conseguir cosas interesantes en una interpretación”, añade la actriz, quien confiesa que cuando empezó su carrera, tan joven, le afectaban mucho tanto los halagos desmedidos como las críticas negativas.

El director Mariano Cohn, Antonio Banderas, Penélope Cruz, Oscar Martínez y Gastón Duprat / Daniele Venturelli

Duprat y Cohn no han dejado de reflexionar en su filmografía sobre el propio hecho fraudulento de la creación artística a modo de farsa y sobre el clasismo en la industria cultural. Sobrevuela toda la película ese debate entre el cine de autor frente al entretenimiento “banal que embrutece a las masas”, dicen textualmente. “El cine puede servir a muchos propósitos si lo haces del forma honesta. Hacer una película de entretenimiento puro, si no tratas de engañar a nadie diciendo que es Ingmar Bergman, es lícito. La gente quiere ver ese tipo de películas. A un chico que ha estado poniendo ladrillos toda la semana en la obra, le apetece cogerse unas palomitas con su novia y reírse, y no ver a Ingmar Bergman. Es cierto que hay un arte y un cine muy poderoso, pero no todo el mundo tiene acceso a él. Yo, por ejemplo, en mi carrera estoy encantado de haberme encontrado con Almodóvar porque le ha dado una profundidad durante muchos años, eso me gusta tenerlo en mi bagaje naturalmente, pero después me he divertido mucho haciendo ‘El zorro’ o los ‘Spy Kids’, películas que me ha gustado mucho hacer y no me siento sucio por ello. Incluso el haber hecho alguna película por dinero. Punto. Porque además después de eso me he comprad un teatro y he podido dar trabajo a un montón de gente. No me avergüenzo de nada eso”, asegura Antonio Banderas.

Dicen los creadores que son más peligrosos esos actores progres de método, guardianes de la esencias del oficio, que celebran que su arte sea minoritario, trascendente, frente a un consumo masivo de historias. "Los actores de método traen todo estudiado pero también están los que tienen sus propios coach, entonces vienen a la película con el personaje preparado con una persona que no es el director”, bromea Cohn sobre su posición a este respecto. Y añade Duprat motivos para defender el cine como arte democrático. “Cualquiera dictamina sobre el cine, me parece fabuloso que no tenga que saber nada. Los festivales son una importación, pero las películas en sí con un espectador sentado en una butaca, no se siente inhibido a decir que es una mierda, si le gusta o no. Eso me gusta del cine y no de las artes visuales, que necesitas un intermediario, que lo que a ti te parece una mierda es una genialidad porque no lo has entendido”.

Es la segunda película en sección oficial que presenta Penélope Cruz, una de las grandes estrellas de esta edición de la Mostra. Su personaje, más cercano a Marina Abramovic que a Lucrecia Martel, se apresuran a contestar los creadores, le permite disfrutar en este registro cómico. “No he tenido una directora tan psicopatía como ésta, por suerte, pero sí he visto detalles y matices de tener que escuchar dos veces lo que te están diciendo. No me he inspirado en solo una persona, y no todas mujeres, a mí no mee han puesto debajo de una roca ni me han atado a una silla ni me han destrozado los premios. Yo tenía que defender su realidad, no la podía ver como loca, mala o difícil. Es una hipersensible, inteligente, muy genial por un lado y muy idiota por otro. Es alguien que no escucha otro punto de vista, me lo he pasado muy bien haciendo eso”, explica.

El reconocimiento, la fama y los flashes en las alfombras rojas forman parte de ese espectáculo paralelo a la obra cinematográfico. “Los premios son como una caja de recuerdos, hay muchas cosas asociadas, mucho trabajo y compañeros”, defienden Banderas y Cruz. “También son un monumento al ego”, apostilla Óscar Martínez entre risas. Y la actriz española aprovecha para desvelar una de las anécdotas más bonitas de su carrera. “Mi padre me puso la plaquita del Óscar al revés porque no tenía las gafas, y te juro por Dios que en mi vida lo cambiaré. Es tan bonito, me cuesta mirarlo y no echarme a llorar. Él no tenía las gafas, lo puso al revés y se quedó tan a gusto”.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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