Ecofeminismo y derechos humanos: las aspiraciones de la nueva Constitución chilena
Alejandra, profesora y activista aymara, es una de las "madres" de la futura Constitución de Chile "fruto de las luchas sociales"
El reto de escribir la nueva constitución chilena
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La protesta social en Chile viene de lejos, desde el movimiento estudiantil en 2011 al feminista en 2018 y hasta el definitivo estallido en octubre de 2019, duramente reprimido por el Gobierno de Sebastián Piñera. Una respuesta policial que dejó más de 20 muertos y decenas de heridos.
Una de las principales demandas de ese estallido social era la redacción de una nueva Constitución que sustituya a la actual, de 1980, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, que ayuda a perpetuar el sistema que divide a Chile en dos: el rico y el pobre.
La demanda salió adelante y se ha formado una convención constituyente que tiene un año para escribir una nueva Carta Magna y proponérsela a la ciudadanía para que ésta la apruebe o la rechace en un plebiscito.
La particularidad de esta convención es que por primera vez es paritaria e incluye la participación de los pueblos originarios, con 17 escaños reservados de entre los 155 representantes. Andrea Isunza, periodista y fundadora del chat periodístico “La Bot”, cuenta que, de hecho, “fueron elegidas más mujeres y la corrección favoreció a los hombres”.
La inclusión de los pueblos originarios, dice, “es un reflejo de lo que ha venido pasando en Chile en los últimos años” y surge del estallido social de octubre de 2019 en un país que “guarda muchas desigualdades económicas, pero también de trato”.
La periodista cree que hay buena parte de la población “esperanzada en este proceso” y otros que lo ven con más escepticismo, pero que “entienden que en realidad es indispensable que la convención llegue a un acuerdo, porque de otro modo sería como retroceder todo lo que hemos avanzado”.
Construir un nuevo modelo económico y social
De este proceso se espera que se corrija la desigualdad económica, pero también política, y una “mayor igualdad en la dignidad de trato”, como reclamaba la sociedad en las protestas, según explica Isunza. Pese a su reforma, la periodista asegura que para Chile sigue teniendo mucho peso que la Constitución actual sea la de Pinochet, porque “mantiene cerrojos que impide reformas mayores”.
Las actuales normativas “están hechas en un lenguaje masculino, que invisibiliza, no considera a las mujeres”, añade una de las madres de la futura Constitución. Alejandra Flores, de 59 años, profesora de castellano, activista social y perteneciente al pueblo aymara, se sorprendió al resultar elegida. No estaba en sus planes participar en la convención hasta que fue propuesta por la asociación de mujeres rurales de indígenas anamuri.
Alejandra toma distancia de los partidos políticos porque, dice, el proceso es “fruto de las grandes luchas sociales”. “En este momento nuestra labor tiene que ser sacar adelante una mejor constitución que entregue dignidad a las personas, que reconozca la importancia de la participación popular dentro de ella”.
Sobre el cambio en el modelo económico que acabe con el modelo neoliberal, Alejandra cree posible construir un “Estado social y democrático de derechos, donde ya no sea lo importante los temas económicos, sino que esté centrado en los derechos de las personas” si la nueva constitución tiene los derechos humanos como columna vertebral. Ésta cree que será la principal batalla dentro del debate.
“Cuando hablamos de este estado subsidiario, no va a ser fácil, porque precisamente hay sectores que quieren continuar con este modelo de desarrollo y habemos una gran mayoría del país, pero no necesariamente representada en la convención, donde hay sectores que son de partidos políticos y que están a favor de continuar con este modelo”.
Feminismo y protección del medio ambiente
La convención chilena cuenta con 77 mujeres y 78 hombres y tiene una clara perspectiva feminista, con la intención de que el feminismo sea transversal en todo el texto porque, como explica la activista, “debe plasmarse en cada uno de las esferas de vida de las personas y eso a la vez se refleja en los articulados que vamos a trabajar, por lo tanto, cada uno de ellos debiera considerar esta perspectiva, de manera que provengamos a esa igualdad sustantiva entre hombres y mujeres a la que aspiramos”.
Sin embargo, cree que estas normativas deberán ir aparejadas a un proceso cultural que debe vivir la sociedad chilena para que tenga un impacto real. “Creo que eso son procesos que vamos a ir viviendo de reencuentro entre hombres y mujeres y entre las integrantes de nuestro país para poder visibilizar que hay otras formas de tener una vida, otras formas de construir futuro y eso consideramos que debiera ser colectivo y comunitario”.
Además de paritaria, Alejandra cree que la convención es mayoritariamente feminista, “tiene bastante participación de jóvenes profesionales, de personas que vienen de movimientos sociales”. Este perfil impulsa también otros temas relacionados con el medio ambiente.
Alejandra se define como ecofeminista, que según explica, tiene que ver con la lucha de las mujeres por el cuidado del medio ambiente. “En general la sociedad lo ve todo separado. La lucha contra la crisis climática, la lucha de la mujer feminista es otra, la lucha por mayor participación social es otra... Pero para nosotros, los pueblos indígenas, todo está relacionado. No hacemos esa separación. Reconocemos como parte de esta democracia la emergencia climática, todo lo que estamos viviendo a nivel global, pero nosotros hemos estado desde siempre luchando por estos temas”.
Los pueblos originarios tienen mucho que decir en cuanto a la protección del medio ambiente. “Nosotros consideramos que tiene que terminar este modelo extractivista, neoliberal, que solo cuida la ganancia, los dineros, pero no cuida a la madre naturaleza, y donde las normativas ambientales son débiles”, asegura Alejandra.
“Yo provengo de una zona con amplia presencia de mineras, por ejemplo. Las mineras nos están secando, nos están dejando sin agua para el cultivo de nuestros territorios”, explica. Por eso demanda una armonía entre el desarrollo de las personas y el cuidado de la naturaleza.
El proceso en Chile todavía va para largo, con un proceso de ajuste de las leyes que tendrá que seguir a la aprobación de la nueva Constitución. Pero ese futuro Alejandra lo imagina con unas leyes que cubran las necesidades de salud y educación para todos y que ayuden a construiur una sociedad igualitaria que puedan disfrutar las nuevas generaciones.