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Crímenes perfectos: ¿es posible condenar a alguien sin cadáver y sin confesión?

Nuestra compañera Patricia Peiró y Laura Vela, la abogada de la acusación en el crimen de Ricla, han ahondado en el concepto del crimen perfecto con algunos casos concretos

Crímenes perfectos: ¿Es posible condenar a alguien sin cadáver y sin confesión?

Crímenes perfectos: ¿Es posible condenar a alguien sin cadáver y sin confesión?

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Madrid

El crimen perfecto, aquel en el que no se encuentra el cadáver y que se presenta tan usual en cines y novelas, pero no tanto en el mundo real, pues si ocurre se convierte en el centro del interés mediático. No obstante, ¿es posible condenar a alguien sin cadáver y sin confesión? Pues sí. Ramón Laso se convirtió en el año 2014 en el primer caso en España en el que se condenó por homicidio a un acusado sin cuerpo, sin testigos, sin confesión, sin arma del crimen.

Aunque ya ha habido en el pasado condenas sin cadáver, este caso fue especialmente difícil debido a la ausencia no solo de un cadáver, sino de confesión o algún resto biológico. El equipo de Pere Sánchez, jefe de la unidad central de personas desaparecidas de los Mossos d’Esquadra, consiguió, sin evidencias biológicas, convencer a un tribunal popular de que Laso era un asesino. ¿Cómo se consiguió esta condena? Con un fallo de Laso. Según las pruebas, llamó a un periódico local haciéndose pasar por su cuñado, y tras triangular la señal con la localización de su vehículo, resultó ser una evidencia clave. No obstante, la prueba fundamental fue la similitud con otro caso de asesinato en el que él mismo estuvo involucrado.

La importancia de un relato sustentado

Otro crimen aspirante a perfecto fue el asesinato de Pilar Cebrián a manos de su marido Antonio Losilla en abril de 2012. Al igual que el anterior, no hubo cadáver. Se ha asomado a La Ventana Laura Vela, la abogada de la acusación en el ‘crimen de Ricla’, que lleva el nombre del lugar en el que se produjo el asesinato.

“Faltando el elemento principal, que sería el cadáver, la jurisprudencia en derecho penal admite la condena basada en indicios”, ha remarcado la abogada antes de entrar en el caso concreto. En el asesinato de Pilar Cebrián, ha explicado en qué se basó la acusación y posterior condena: “Se basó en la cantidad de indiciones concurrentes y concluyentes de la culpabilidad y autoría del señor Losilla. Llegamos a contabilizar hasta sesenta”. Algunos de ellos eran mensajes de móvil, infidelidades de la mujer y que ella misma había manifestado su intención de divorciarse, entre otros.

Hasta octubre de 2012 Losilla no es detenido, pues durante esos meses los cuerpos policiales buscaron indicios suficientes para sentarlo en el banquillo de los acusados con una base que se sustentase. “Él manifiesta que había matado a su mujer, pero homicidio por imprudencia”, comenta Vela. Y es que el trabajo de la acusación resultó especialmente arduo, pues ante la falta de pruebas era complicado convencer al jurado popular: “Elaboramos de una forma muy detallada el relato de cómo sucedieron los hechos basándonos en los que habían dicho policías y forenses. Descartamos todas las hipótesis que defendían el homicidio por imprudencia”.

Pruebas en una mesa que se mantuvieron a pesar de la limpieza que hizo el condenado y ADN mitocondrial encontrado en una tubería fueron claves en la historia que la acusación expuso y que, tras meses de investigación, hicieron a Losilla culpable del asesinato de Cebrián. El crimen perfecto no existe, o más bien no lo dejan existir.

Pedro Pérez Perea

Pedro Pérez Perea

Periodista con vocación internacional tras la producción, las redes sociales y el contenido digital...

 
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