La vida cotidiana durante los años de plomo
Manu Gómez cuenta en Érase una vez en Euskadi sus recuerdos de infancia a mediados de los años 80.
Valladolid
“Yo en la película soy Marcos”, reconoce el director Manu Gómez, el director de Érase una vez en Euskadi. “Fui un ciclista frustrado, con una afición terrible que sigo conservando. Era tan malo o peor que lo que se cuenta en la película”, admite sonriendo. Porque Érase una vez en Euskadi, su primer film como realizador, está basado en los recuerdos de su niñez en Mondragón a mediados de los años 80 del pasado siglo. “La película es un homenaje a la amistad, a los sueños rotos y a esa inmigración que contribuyó tanto al desarrollo de Euskadi”, explica. “Mis padres llegaron de Granada y yo crecí allí. Entonces no era como ahora que los colegios son bilingües. En el mío, que era público, dábamos una hora o dos a la semana de euskera. Aquello generaba una cierta separación de los niños que lo aprendían en su casa”, dice.
En la película se ve a una cuadrilla de chavales de 12 años, interpretados por Hugo García, Miguel Rivera, Aitor Calderón y Asier Flores, al que vimos en Dolor y Gloria de Pedro Almodóvar, que viven el que quizá va a ser el último verano de su infancia, la frontera que dará paso a su adolescencia y madurez. Los vemos mientras juegan al fútbol en las calles mojadas por la lluvia; buscan películas prohibidas en el videoclub para llevarlas a escondidas en casa de uno de ellos y ponerlas en el video que el padre de uno de ellos acaba de comprar; observan el mundo de sus padres y, sobre todo, lo que sucede social y políticamente a su alrededor. Un día a día marcado por la violencia terrorista de ETA y de su entorno y el infierno de las drogas que sacude a los más jóvenes. “Era imposible escapar de ese escenario, el del SIDA, la heroína y el terrorismo”, admite Manu Gómez. “Era algo que estaba en las calles y que existía. A la hora de escribir el guion no quería hacer un análisis sociopolítico de la época, pero sí que todo esto se viera a través de los ojos de esos niños”.
Yon González interpreta a Félix, el hermano mayor de uno de esos críos, hijo de emigrantes andaluces, que se hace miembro de ETA. “El hecho de sentirse integrado al cien por cien en esa sociedad hizo que muchos jóvenes que no habían nacido allí formaran parte de esa organización que produjo tanto dolor”, explica el actor.
La actriz Marián Álvarez da vida a la madre de Marcos, el alter ego del director, ese niño obsesionado con el ciclismo. “Mi referente fue mi propia madre porque en el año 85, cuando transcurre la acción de la película, ella tenía la misma edad que yo tengo ahora. Los problemas de las familias en esos años en el País Vasco eran prácticamente los mismos que en otras zonas de España, por eso son tan reconocibles: llegar a fin de mes; que los hijos se coman las lentejas; que a los hijos de les pase nada… lo demás es el contexto en el que viven. Esa era la apuesta y el gran acierto de la película”, asegura.
En la película también aparecen actores como Luis Callejo; Vicente Romero, Arón Piper, Josean Bengoetxea y Ruth Díaz entre otros. Demasiados personajes que hacen que muchos de ellos se queden en meros apuntes, sin apenas desarrollo.
Pero Érase una vez en Euskadi tiene el mérito de contar esa parte de la intrahistoria del País Vasco durante los años de plomo que pocas veces hemos visto plasmada en el cine. “La situación actual, sin violencia terrorista, ha abierto una brecha importante y ya se pueden hacer películas como Maixabel, que habla del perdón y de la reconciliación y abordar historias con mayor libertad y, sobre todo, sin miedo”, concluye Manu Gómez.
Elio Castro
Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...