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"La transición ecológica aún es un mito"

Denuncias y exigencias de Fridays For Future y Extinction Rebellion, dos de las organizaciones que más se están movilizando para clamar por medidas contra el cambio climático en la COP26

Punto de Fuga | Del golpe en Sudán a la transición ecológica (Programa Completo)

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La última proyección de Naciones Unidas sobre el clima indica que la temperatura global aumentará 2,7ºC a finales de siglo. De acuerdo con este informe, el planeta está lejos de cumplir la meta de 1,5ºC del Acuerdo de París a pesar de los compromisos de los países, que se reúnen de nuevo desde este domingo en Glasgow en la Cumbre del Cambio Climático COP26.

Clima, ¿qué hacemos?

21:50

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Ante estas previsiones y la falta de medidas eficaces, las organizaciones por el clima siguen protestando en las calles exigiendo “una respuesta coherente por parte de los Gobiernos y empresas” a favor de la transición ecológica.

Fridays For Future y Extinction Rebellion son algunas de las que más se están movilizando. Eduardo Rovira, de Extinction Rebellion, se sorprende de que todavía haya gente que no entiende la problemática de la crisis climática, lo que, en su opinión, hace necesario seguir explicándola y exigiendo medidas “representativas de toda la población y a largo plazo”. Cree que “la transición ecológica hasta la fecha es un mito y tenemos que actuar ya”.

Entre las muchas cosas que no se están haciendo, Marta Macías, de Fridays For Future, señala que se necesita “un cambio de sistema de raíz, cambiar no solamente nuestra forma de consumir, sino nuestra forma de producir”.

Marta culpa directamente a las empresas y los gobiernos de esta situación. “En escenarios como la COP podemos ver cómo, a pesar de que se pueden tomar un millón de medidas, a veces se centran más en mercados de carbono y en cómo pagar para contaminar más”. Cree que las empresas recurren a operaciones “de capitalismo verde” y que acciones como cobrar las bolsas en el supermercado “no tienen ningún impacto real y no son más que una forma de seguir vendiendo y seguir produciendo”.

Ambos activistas coinciden en la necesidad de parar una parte del sector productivo y o contar con la ciudadanía para mitigar los impactos sociales y económicos.

El confinamiento al que obligó la pandemia de coronavirus fue un ensayo de cómo se puede reducir la contaminación ambiental al restringir la movilidad. Pero para Marta esto “no fue más que una ilusión”, y la solución no pasa por encerrarnos sino por empezar a construir formas de relacionarnos, de movernos, consumir y producir totalmente diferentes”, y espera un cambio de mentalidad en la sociedad.

Refugiados climáticos

Si seguimos este camino, más de la mitad de la península Ibérica acabará convertida en un desierto inhabitable, subraya Marta. Esto nos obligará a emigrar e “igual en ese momento se empieza a tener un poco más en cuenta”, pero ahora mismo, lamenta, como no afecta a los países enriquecidos, se ignora la cuestión.

Algunos ya se preparan para ese momento. Eduardo y otros compañeros de Extinction Rebellion han emigrado de sus hogares “por miedo a lo que se nos viene encima”.

Ese miedo a la crisis climática es el culpable de la llamada “ecoansiedad” que se está apoderando de muchos jóvenes. “Es una mezcla entre el agobio, angustia máxima, la pena y un miedo que no te paraliza, sino que es lo que te pide actuar ya contra la crisis climática”, dice Eduardo, que lo sufre en primera persona. Una conciencia generacional avivada por las movilizaciones juveniles.

Defensores ambientales

Los jóvenes lideran las manifestaciones por la protección del clima en Europa, pero en otros lugares, los defensores ambientales ponen en riesgo su vida para oponerse a los grandes proyectos en su tierra que destrozan el entorno ambiental. Solo en 2020 fueron asesinados 227 defensores de la naturaleza.

La hondureña Dalila Argueta es una de esas ambientalistas y defensoras de los derechos humanos que tuvo que abandonar su país para sobrevivir hace tres años. Pero desde Euskadi, su lucha continúa contra la minería a cielo abierto en un área protegida, un “megaproyecto” que ha reavivado la violencia en Honduras.

Argueta denuncia las amenazas, agresiones y asesinatos de centenares de compañeras defensoras y critica que la ONU de espacio a los Gobiernos para tomar decisiones sobre el clima “cuando son esos gobiernos lo que nos están matando, quienes están empoderando las empresas transnacionales y haciendo acuerdos bajo la mesa”. Por eso llama a un compromiso de todos de ser más conscientes y que nos haga cambiar nuestra forma de vida.

 
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