Normalidad

Madrid

Siempre es una buena noticia que se regrese a la normalidad democrática y que el Gobierno presente cada año un nuevo presupuesto, tal y como establece la Constitución. Durante años, varios presidentes creyeron que las prórrogas eran la cosa más normal del mundo y hasta se llegaron a extender los presupuestos de 2018 para 2020, nada menos. Así que el hecho de que Pedro Sánchez haya presentado hoy al Congreso sus segundas cuentas consecutivas debería recibirse con satisfacción en el mundo parlamentario y político. Son, lo dice la ministra y lo admiten los expertos, unos presupuestos expansivos que corresponden con la situación económica del país y con los vientos europeos. Se aprobarán, parece, con el voto de los mismos socios de la investidura y con los mismos detractores. Nada especialmente raro, aunque las características del momento, saliendo apenas de una pandemia mundial, quizás hubieran requerido más crítica colaborativa por parte de la oposición, pero eso es, por el momento, algo imposible siquiera de soñar. Aquí, con crisis mundial o sin ella, no se da ni agua al adversario político. AsÍ que no hay que preocuparse por qué hará la oposición y sí, mucho, por saber cómo se van a llevar adelante esos presupuestos. Es decir, cómo se van a gestionar en la práctica cuando parece que la Administración del Estado ha quedado tocada por la pandemia y le falta empuje y los aparatos de los ministerios sufren lo que parece anemia aguda. Ahora lo realmente importante es que el gobierno explique con todo el detalle que pueda cómo van a llevar adelante en la práctica, día a día, todas esas reformas e inversiones que los presupuestos anuncian. Porque, de momento, falta mucha información.