Los pueblos que surgieron de la nada
Más de 60.000 familias se instalaron en los centenares de pueblos de colonización de nueva creación construidos durante la dictadura franquista para hacer más productiva la agricultura
San Gil (Cáceres) cumple 50 años desde que los primeros 'colonos' llegaran allí en 1971
Los pueblos que surgieron de la nada
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Plasencia
Durante las más de dos décadas en las que se llevaron a cabo los planes de colonización, 60.000 familias se asentaron en 300 pueblos de nueva creación a lo largo de 27 provincias españolas. San Gil, en Cáceres, es uno de ellos y cumple 50 años desde su creación en 1971.
El plan de colonización pasó por diferentes etapas: primero se construyeron las presas y los canales de riego; luego se expropiaron los terrenos a grandes terratenientes que, aun así se quedaron con los mejores suelos; y, por último se construyeron los pueblos y las vías de comunicación para que la gente, los colonos, se asentaran y trabajaran las tierras que antes eran un descampado. Con esto el régimen pretendía revitalizar las áreas rurales deprimidas y mejorar la producción agrícola en una España que pasaba hambre mediante la conversión de zonas de secano, improductivas, en zonas de regadío junto a las cuencas hidrográficas.
Para entender la historia de muchos pueblos extremeños, manchegos o andaluces hay que remontarse a la historia de los pueblos de colonización. En algunos vecinos todavía persiste cierta mitificación del paternalismo franquista, pero realmente las historias de los primeros colonos son historias de penuria y miseria como la de Felipe, uno de los primeros colonos en llegar a San Gil: "A mi no me dieron ni las gracias".
Estos pueblos y sus vecinos son historia viva. Allí se dan la mano la primera y la última generación del pueblo. Tanto es así que muchos de ellos no tienen cementerio. "Estos eran pueblos pensados para la vida, no para la muerte", relata Esther Sánchez, alcaldesa de San Gil. El diseño de estos pueblos se hacía desde el Instituto Nacional de Colonización. A los arquitectos se les pedía que los pueblos fueran diferentes entre sí, aunque tenían que cumplir con algunos requisitos, como una plaza central en la que el Ayuntamiento y la Iglesia, lo que llamaban el centro cívico, tuvieran un papel representativo como nos explica la arquitecta Ángeles López Amado.
Eso sí, todos los vecinos de estos pueblos además de las penurias propias de la época, comparten la ilusión por comenzar de cero. Muy cerquita de San Gil, a apenas 6 kilómetros se encuentra Pradochano, otro de estos pueblos de colonización al norte de Extremadura en donde Porfiria, Domitila y María nos relatan lo que supuso ser las protagonistas de la primera boda, el primer nacimiento y el primer entierro.