La vida estropeó el guion perfecto
Hace 70 años se casaban Ava Gardner y Frank Sinatra, uno de los matrimonios más famosos de la historia del cine
Sevilla
A Ava Gardner le gustaba alardear en público de que el sexo era la única base de su matrimonio con Frank Sinatra, pero no era verdad. Ava y Frankie se amaron profunda y sinceramente, aunque nunca pudieron comprenderse y, a veces, ni siquiera soportarse. Esta contradicción hizo que la suya fuera considerada una de las más extrañas historias de amor de Hollywood.
La vida amorosa de Ava Gardner siempre estuvo rodeada de escándalos. Su primer marido fue Mickey Rooney. Se casaron en 1942. Él, por entonces, era una de las grandes estrellas de Hollywood, mientras que ella tan solo una jovencita de 19 años que comenzaba su carrera de actriz. Su matrimonio fue un desastre. En la noche de bodas el actor se quedó dormido, borracho y luego, a la mañana siguiente, se fue a jugar al golf. Un año después todo había acabado.
El siguiente hombre importante en la vida de Ava fue el magnate Howard Hughes, un ser posesivo que hacía vigilar a Ava por sus guardaespaldas. Ella rechazó varias veces sus proposiciones de matrimonio. Sí se enamoró, en cambio, del músico Artie Shaw, con el que se casó en 1945. Shaw intentó convertirla en una mujer más refinada y no soportaba, por ejemplo, la manía de Ava de andar siempre descalza por la casa, como su personaje de La condesa descalza. Su matrimonio duró también apenas un año.
Después Ava tuvo romances con el director John Huston o con el actor Clark Gable. Fue entonces cuando apareció Sinatra. Frank estaba casado desde 1939 con Nancy Barbato, pero todo el mundo conocía sus numerosas aventuras extramatrimoniales. Contaba Frank Sinatra que la primera vez que vio a Ava Gardner fue en la portada de una revista y que en ese momento le dijo a un amigo: “Fíjate bien en esta chicha. Acabaré casándome con ella”.
Tiempo después les presentaron en una fiesta y se enamoraron al instante. Al principio trataron de llevar su romance en secreto, pero los fotógrafos de Hollywood eran demasiado avispados para que una historia así se les escapara y montaron en torno a ellos una persecución digna de La dolce vita de Fellini. Hasta que Sinatra se cansó y dejó de ocultarse. Entonces estalló el escándalo. Frank Sinatra, a pesar de su fama de mujeriego, era un hombre casado y tenía dos hijos pequeños.
Las iras de los cronistas se volvieron contra Ava. A sus ojos, él era solo un chico travieso, pero a ella le llamaron “destroza hogares”. La actriz empezó a recibir cartas acusatorias y la Legión de la Decencia le amenazó con boicotear sus películas. Aquello afectó mucho a Ava. Después de sus anteriores fracasos matrimoniales no estaba dispuesta a soportar nada más a causa de un hombre.
Frank no se decidía a pedir el divorcio a Nancy Sinatra y Ava optó por dar por terminada la relación. Pero romper con Frankie no era fácil. El cantante estaba realmente obsesionado con ella. Un día mientras cenaba en casa de su ex, Artie Shaw, recibió una llamada de teléfono. Después de hablar con él, sonó un disparo. Ava llamó a la policía y se dirigió al hotel donde se alojaba Sinatra. Al llegar allí le encontraron tranquilo, tumbado en la cama leyendo un libro. En el colchón había un agujero de bala.
Dos años después, Sinatra consiguió el divorcio de Nancy y se casó con Ava Gardner. Fue el 7 de noviembre de 1951. Todos sus amigos pronosticaron que el matrimonio no duraría mucho. Los primeros meses fueron muy felices para los dos, aunque no exentos de problemas y escándalos. Ava y Frankie eran grandes bebedores y amigos de la juerga. Durante una de sus borracheras no se les ocurrió otra cosa que meterse en un descapotable y con una pistola disparar a las farolas que encontraban. Hasta que una bala hirió a un peatón. Los dos acabaron en comisaría, pero el agente de prensa de Sinatra consiguió que el herido aceptara una indemnización y retirara la denuncia.
Tras aquel incidente las cosas ya no volvieron a ser iguales. Además, mientras Ava se convertía en una estrella cada vez más cotizada, Sinatra pasaba por un bache en su carrera. Eso le transformó en un hombre irascible. Las peleas eran casi diarias. Él acusaba a su mujer de flirtear con todos sus compañeros de rodaje y ella no soportaba a los amigotes que siempre rodeaban a su marido. El guion era siempre el mismo. Empezaban gritándose, luego se lanzaban cosas a la cabeza y Ava terminaba largándose de casa. A veces incluso se marchaba del país para alejarse de Frank.
Durante su estancia en la localidad gerundense de Tossa de Mar, en donde rodaba Pandora y el holandés errante, la actriz vivió una aventura con el torero Mario Cabré. Las conferencias telefónicas entre Nueva York y el hotel de Ava eran continuas y llenas de gritos y amenazas. Hasta que el cantante se cansó y vino personalmente a España a buscar a su mujer. A pesar de todas estas broncas al final siempre acababan reconciliándose.
Una vez Sinatra hizo publicar un anuncio en un periódico en el que decía: “Frankie se rinde, quiere que Ava vuelva con él y acepta cualquier condición.” Pero su método favorito era cantarla canciones amor. Cuando ella le acompañaba en sus actuaciones siempre le dedicaba un tema y lo cantaba con tal emoción que la actriz acababa llorando.
Pero llegó un momento en que las canciones no bastaron para sostener el matrimonio y la ruptura se hizo inevitable. La causa principal fueron las mutuas infidelidades de ambos. En una ocasión Ava sorprendió a Sinatra en la cama con Lana Turner y ella misma vivió un intenso romance en España con otro torero, Luis Miguel Dominguín.
Seis años después de su boda Ava y Frank se divorciaron. Discretamente, sin mucha publicidad. En todo ese tiempo habían vivido juntos solo dos años debido a las peleas y separaciones. Frank volvería a casarse dos veces más, con Mia Farrow y con Barbara Marx. Ava no volvería a casarse, pero viviría muchas más aventuras amorosas, primero en su etapa en Madrid y más tarde en Londres.
Sinatra y Ava siguieron viéndose con frecuencia hasta la muerte de la actriz. El suyo fue uno de los matrimonios más turbulentos de Hollywood y sin embargo, tanto ella como él, hablaron siempre el uno del otro como el gran amor de sus vidas. No podían vivir juntos, pero tampoco separados. Como Humphrey Bogart le decía a Ava en La condesa descalza: “Esa es la triste lástima. El único hombre en tus fantasías y la única mujer en las de él que podíais haceros mutuamente felices. Y, una vez más, la vida estropea el guion".
Elio Castro
Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...