Las creadoras de 'Cardo': "El sistema nos putea a todos, pero no pasa nada si crees que no eres nadie"
Ana Rujas y Claudia Costafreda son las autoras de la serie nueva serie de Atresmedia que pone el foco en la frustración millennial y el escrutinio a las mujeres
La entrevista completa en vídeo / Cadena SER
Madrid
Estaban llamados a vivir mejor que sus padres, a liderar el cambio tecnológico, a trabajar en despachos de trabajos no inventados, en definitiva, a comerse el mundo. La generación millennial ya ronda o supera los 30 años, y ha visto cumplir pocas de esas promesas. Desde hace años, además, han sido objeto de deseo para muchos dramas, muchas veces camufladas de comedias, en nuestro cine y televisión. La última en hacerlo es Cardo, la ficción creada por Ana Rujas y Claudia Costafreda que emite Atresplayer Premium.
El retrato de Cardo es crudo, va más allá de Malasaña para mostrar la periferia, sus protagonistas cierran afters y se drogan y malviven en la rueda de la precariedad. “Queríamos retratar de una manera honesta lo que vemos nosotras y lo que es Madrid. Hablar del vacío, del fracaso o del éxito apela a todos más allá de la edad”, reconoce Ana Rujas, la coautora que además protagoniza la ficción.
En Cardo, María es una joven de Carabanchel que no tiene dinero, se relaciona de forma tóxica con el sexo, vive más de noche que de día, odia su cuerpo y recurre a las drogas para llenar el vacío creado por no cumplir con las expectativas. “Tenemos mucha culpa sobre nosotros mismos, mucha autoexigencia”, dice Claudia Costafreda. “Tenemos la suerte que no tiene María, pero a medida que pesan los años va pesando más quién se supone que tienes que ser”.
Hay un gran pesimismo en Cardo, una sensación de que no se puede salir de las circunstancias que nos ha tocado vivir. “El propio sistema nos ha puteado”, considera Costafreda, pero apela a “tranquilizarse, más que responsabilizarse”. La gestión del fracaso, de no cumplir con lo que se esperaba de nosotros, es una de las asignaturas pendientes de los protagonistas de la serie. “No pasa nada si crees que no eres nadie o no has encontrado tu camino”, consideran las creadoras.
El barrio es un personaje más de Cardo, un entorno que configura y marca a los protagonistas. “No hay que renegar del barrio, siempre lo tengo muy presente en mis proyectos”, presume Rujas de su Carabanchel. La cuestión de clase vertebra la ficción, y está presente en todo momento. Una generación víctima de la falsa meritocracia que María recrimina a un hombre en un after, justo después de meterse una raya: “las cosas son lo que son y vienes de donde vienes y eres quien eres”.
La responsabilidad de representar los cuerpos
Ana Rujas comenzó su carrera de una forma muy similar a la de María, desde muy joven, entrando en el, en aquella época, perverso mundo de la publicidad y la interpretación. “María se dejó llevar por el sistema, por la inercia de lo que el mundo espera de ti y sin pararse a ver si quería o no quería. Yo también lo he vivido”, dice la actriz refiriéndose a la vida de casting en casting, buscando la oportunidad de convertirse en una Elsa Pataky que no llegaba.
Cardo pone el foco en el escrutinio a las mujeres hablando de las dos profesiones donde más se juzga el cuerpo femenino, la publicidad e interpretación. “Hace 10 o 12 años vivimos salvajemente ese momento donde había que estar flaquísima, la anorexia estaba a la orden del día”, recuerda la actriz. “Las chavalas de 17 tienen ahora más referentes, es necesario que se muestre la diversidad”. La responsabilidad de batallar por la representación de todos los cuerpos y razas sigue estando ahí, y ellas tienen ahora la oportunidad de reivindicarla.
Ana y Claudia se conocieron a través de los Javis, productores ejecutivos de la serie. Pronto hicieron buenas migas y se sentaron para compartir sus experiencias e inquietudes sobre la feminidad, el victimismo y otros temas que están presentes en su proyecto. “No hemos escondido nuestras contradicciones”, presumen, considerando que están presentes en sus personajes. “Somos una generación bisagra. Hemos evolucionado en pensamiento y en aceptar nuestros cuerpos, pero tenemos problemas por venir de valores muy arraigados”, considera Costafreda.