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"Volvimos a nacer cuando nos subimos al avión": así es la vida de los afganos en España

De los 2.307 afganos que fueron evacuados por España, 1.400 continúan en el sistema de acogida humanitaria del Gobierno

Varias familias instaladas en Castilla y León explican a la SER su proceso de adaptación a España y su preocupación por los familiares que siguen en su país

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Soria

Ya casi no nos acordamos de ellas y ellos, al menos, no están en nuestro radar informativo, y mucho menos son trending topic, pero siguen sufriendo igual o más que cuando este verano fueron portada en todos los medios de comunicación globales.

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La realidad de las afganas y afganos que siguen padeciendo el régimen talibán ya no está en el foco internacional, están casi olvidados, pero siguen ahí, enfrentándose al nuevo régimen 'de terror'.

Algunos miles, un puñado de afortunados, está intentando adaptarse a sus nuevas vidas en sitios muy alejados a su realidad. Es lo que le sucede a los casi dos mil afganos que encontraron un nuevo espacio de esperanza entre nosotros, aquellos que llegaron en la Operación Antígona, de la que esta semana se cumplen tres meses.

"Me llamo Nilla, soy afgana, de Kabul, tengo 37 años", así se presenta ya en castellano esta catedrática de Derecho en una universidad de la capital afgana, que lleva viviendo casi tres meses en Soria desde su llegada a España.

Como Nilla y su familia han llegado a nuestro país a través de las operaciones de evacuación del gobierno 2037 afganas y afganos, la mayoría en la famosa Operación Antígona de finales de agosto, y en la evacuación más reciente de octubre vía Pakistán, según los últimos datos que confirman a la SER fuentes gubernamentales.

Unos 134 afganos nunca entraron en el sistema de acogida español, bien porque fueron directamente a otro país o porque acreditaron medios propios y no necesitaban ayuda. De los 1.900 que si entraron a formar parte del sistema de acogida humanitaria quedan 1.400, es decir hay 500 que han salido del sistema, la mayoría porque se han ido a otros países, sobre todo a Alemania, o bien porque por sus propios medios se han alquilado su casa.

"La vida con los talibanes se convirtió en un infierno"

Los 1.400 que se quedaron están distribuidos por media España. Visitamos Soria donde hay perfiles muy diversos. El de Nilla y de su marido, un médico que colaboraba con la Cooperación Española, que ha llegado con toda su familia y que ahora intenta aprender español a marchas forzadas porque quieren integrarse y trabajar lo ante posible.

El doctor Sadiq Sarshar trabajó con la Agencia Española de Cooperación (AECID) desde 2006 a 2013. Realizó desde estudios del efecto de la tuberculosis en la población, a charlas de sensibilización sobre saneamiento y prevención de enfermedades y otro tipo de proyectos, así hizo amistad con muchos técnicos españoles con los que nunca perdió el contacto. Trabajó en Bagdhis y en Herat donde estaban además nuestros militares. Gracias a todos estos vínculos, una antigua compañera, coordinadora médica, Alejandra, le contacta desde Mozambique, y tras varios intentos con la Embajada Española en Kabul lo llaman para sacarlo del país tras la llegada de los talibanes a la capital.

"Antes de la llegada de los talibanes vivíamos muy bien, yo era médico, mi mujer estudió Derecho y daba clases, ganamos bien, más de 3.000 euros al mes, pero nuestra vida con los talibanes se convirtió en un infierno. Los talibanes me secuestraron dos veces, en 2015 y 2016, me acusaron de haber trabajado con los extranjeros. La primera vez me encerraron en un pozo y me pidieron 100.000 dólares para que me liberaran. No le conté nada a mi familia al principio, tenía miedo a lo que pudieran hacer los talibanes, solo llamé a mi mujer para decirle que estaba con unos amigos", y en ese momento de la narración su mujer le interrumpe emocionada para explicar que en esos momentos no se contaban las amenazas que cada uno recibía por separado.

"Yo no tenía ese dinero. Tuve que vender la casa, el coche, pedir dinero prestado y pagar, me amenazaron que si decía algo me matarían, vendí todo lo que tenía, las joyas de la familia, todo. Tenía miedo de que le hicieran algo a mi familia, me juraron que me matarían si hablaba", explica este doctor que volvió a ser capturado en 2016 y volvió a pagar 12.000 dólares a los talibanes para ser liberado.

"Los talibanes me amenazaron muchas veces con echarme ácido en la cara si no abandonaba mi trabajo"

"A mí también me amenazaron muchas veces con echarme ácido en la cara si no abandonaba mi trabajo, también me pidieron dinero, pero nunca les pagué", dice con cierta rabia y entre lágrimas Nilla, esta catedrática de Derecho, que además de dar clases en la Universidad formó parte del comité electoral para organizar las elecciones presidenciales. Sigue teniendo mucho miedo a lo que le pueda pasar al resto de su familia que sigue en Afganistán.

"No tengo palabras para describirlo. Volvimos a nacer. Una vez que nos subimos al avión sentimos mucha felicidad, pensamos que por fin estábamos a salvo. Dejamos atrás todo lo que nos habían hecho, robado, perseguido, volvimos a nacer. Tuvimos muchísimos problemas para llegar al aeropuerto de Kabul, fue muy duro, lo conseguimos al tercer intento. El niño pequeño de 4 meses sufrió mucho el viaje hasta entrar al avión. Llegamos a España el 25 de agosto", cuenta esta madre de cuatro hijos.

Un médico y su mujer, profesora de Derecho, con una hija adolescente y otros 3 pequeños, que cuando llegaron los talibanes temieron que su vida se terminaba y que ahora en España sueñan con seguir aportando a nuestra sociedad. La hija mayor, Sonita tiene 19 años y acude cada día a clases de español cuyos resultados muestra presentándose con una sonrisa. Esta joven fue consciente de que al subir al avión para salir de Afganistán su sueño de estudiar derecho, como su madre, se podría hacer realidad.

Su madre asegura que ha sido gracias a su valentía y a su fortaleza por lo que ellos no se desanimaron y pudieron sacar fuerzas para huir y emprender una nueva vida en España. "Fue ella la que llevó a su hermano de 4 años en sus brazos en el duro y largo camino hacia el aeropuerto", dice orgullosa Nilla, "es una buena estudiante que de haberse quedado bajo el régimen talibán no podía haber cumplido sus sueños", añade.

"No podía ser una mujer independiente allí"

"Aquí estoy feliz, como mujer y joven sabía que con los talibán en Afganistán todos mis proyectos de estudiar y ser una mujer independiente eran imposibles, con ellos estás abocada a ser una ama de casa y a no poder hacer nada. Aquí estoy feliz porque he vuelto a soñar, sé que puedo ser libre para intentarlo todo", cuenta Sonita que ya ha empezado a hacer amigas, a pesar de la barrera del idioma.

Su madre la escucha y se acuerda de otras jóvenes de la edad de su hija a las que daba clase en la universidad. Se lamenta de "tantos años de lucha para cambiar la mentalidad machista de buena parte de la sociedad afgana, de tanto trabajo para abrir la mentalidad de las alumnas y qué ahora con los talibanes todo quede paralizado". "Aquí en España la mujer es un ser humano de pleno derecho, en Afganistán con los talibanes no nos consideran nada", denuncia Nilla.

"Dar las gracias a los españoles por la acogida, a la Ministra de Defensa por recibirnos, al colegio y a los profesores que están ayudando a nuestros hijos, que no les falta de nada, la adaptación está siendo muy buena", agradece el doctor, que añade que les gustaría hablar el español de manera más fluida. Se sienten arropados y en familia con la Fundación qué les está ayudando a integrarse en Soria, que les gusta "mucho la cultura española y la gente".

Este doctor está dispuesto a trabajar en lo que sea para mantener a la familia, si es necesario en la agricultura, pero le gustaría volver a ejercer la medicina porque además le han dicho sus amigos que en España hacen falta médicos. Otra opción a corto plazo, mientras le homologan el título de medicina, es volver a trabajar con la Cooperación española en Mozambique, donde está su amiga, Alejandra, con la que coincidió en Afganistán y que fue clave para sacarlos de allí. También tiene amigos en la OMS (Organización Mundial de la Salud) y no descarta pedirles trabajo. Pero para esta pareja lo más acuciante ahora es la adaptación de sus hijos a la escuela.

La adaptación de los niños afganos en los colegios españoles

Hemos estado con los profesores del Colegio Santa Teresa de Jesús, en Soria capital, donde han escolarizado a los 3 niños pequeños de esta familia, "su adaptación es excelente porque desde el minuto uno el resto de alumnos lo ha acogido muy bien para que se sintiera uno más", explica Noelia Iglesias, tutora y profesora de inglés de Ramin, que está en 2º ESO.

Asegura que, aunque los alumnos se han volcado con él, el gran reto es comunicarse "lo que hacemos en el aula es utilizar traductores en los dispositivos electrónicos que usamos, así solventamos un poco la barrera del idioma y que la integración sea más real, sus propios compañeros les explican directamente con los traductores" añade la profesora.

Otro 'profe' es Eduardo Esteban, de segundo de Primaria de niños de 7 años, describe el momento en el que los pequeños vieron por primera vez a su nuevo compañero afgano, Joseph, "en clase habíamos trabajado la problemática de Afganistán, pero cuando vieron todo aquello que habíamos visto en vídeos en un niño real fue bastante impactante", detalla Esteban que asegura que a estas edades la integración es mucho más rápida y los gestos muy naturales, "a estas edades trabajamos mucho a través del juego y la integración es muy rápida. Como anécdota te diré que uno de sus compañeros le regaló un estuche lleno de pinturas, la empatía ha sido inmediata con el resto de alumnos". Hasta ahora se comunican con él con "gestos de mímica o pictogramas, pero es una esponja y muy majo" destaca su profesor.

Perfiles de las familias

A su lado está Dolores Calvo, Directora del Programa de Acogida y Refugio de la Fundación APIP ACAM, que trabaja en cuatro Comunidades Autónomas en la actualidad y colaboran con el Ministerio de Migraciones en el programa de acogida humanitaria desde hace seis años.

Con la Operación Antígona se han hecho cargo de 260 afganos, sobre todo de familias numerosas, "nuestro trabajo es la acogida, que se sientan arropados al llegar a nuestro país, ofrecerles todos los servicios fundamentales y un acompañamiento profesional. El idioma y el acompañamiento social son las prioridades, pero también el soporte psicológico" explica Calvo. Los perfiles de las familias acogidas son diversos, pero en general de alto nivel de formación "la mayoría tiene niveles académicos superiores, muchos hablan inglés, esto ayuda mucho, y algunas hablan castellano".

El sistema de acogida prevé para estas familias viviendas compartidas para los primeros seis meses, pero al ser en este caso familias numerosas muchas están pudiendo ocupar casas unifamiliares.

Todos han pasado ya la entrevista de asilo para pedir protección internacional en nuestro país, pero en esta primera autorización de residencia temporal no pueden trabajar, una de sus grandes inquietudes para ser autosuficientes.

En seis meses no podrán buscar trabajo "están muy preocupadas e interesadas en intentar trabajar cuanto antes, pero son conscientes de que necesitan dominar el idioma para poder hacerlo. Estos seis meses dan tiempo a eso y mientras tanto van recibiendo todo el asesoramiento de nuestros técnicos de empleo para esa inserción laboral", detalla la responsable de acogida de esta fundación.

Europa se olvida de Afganistán 

Calvo asegura que trabajar con estas familias afganas no ha sido muy diferente a otros colectivos que han acogido durante todos estos años, pero si hay un punto de partida distinto, la garantía del Gobierno de que van a recibir el estatuto de refugiados y se sienten ya protegidos. Lo que demandan ahora es traer a otros familiares que se han quedado allí atrapados. Dolores cree que aunque se hayan reducido las noticias sobre Afganistán, no podemos olvidarlo "estamos en una continua recopilación de información y en contacto con el Ministerio para intentar evacuar a todas estas personas que ellos nos piden, Afganistán sigue siendo un tema prioritario para nosotros, aunque ya no esté en primera línea en las noticias", detalla Calvo de unas familias que no olvidan a sus familias y piden que no nos olvidemos de ellos.

Tanto este doctor como su mujer, profesora universitaria trasladan la sensación de que en Europa nos hemos olvidado de Afganistán, que ya no se habla tanto a pesar de que la situación sigue siendo muy grave. Piden que siga ayudando a su país y que intenten seguir sacando a sus familiares.

En la misma sala entra otra familia que no nos puede dar su identidad real porque trabajaron colaborando con los servicios secretos. Dicen que, aunque ellos estén en España tienen miedo a los talibanes, sobre todo por las posibles represalias a los familiares que continúan allí.

Él, 54 años, trabajaba en los servicios secretos y colaboraba con Guardia Civil española que trabajaba en nuestra embajada. Ella, 41 años, profesora de literatura, vivían en Kabul.

"Lo que más valoro de esta nueva vida es la seguridad, que mis hijos estén tranquilos, poder ir por la calle sin mirar atrás"

Este traductor y agente de seguridad estuvo de 2002 a 2010 estrechamente ligado a la embajada española en labores de inteligencia. Desde traducciones a intercambio de informes. Pasó a los servicios secretos oficiales afganos, pero siguió colaborando con agentes españoles, de hecho, fue un guardia civil el que los contactó para evacuarles en la Operación Antígona y llegar a España.

"La seguridad de mi familia es lo que más me preocupa, aquí no se habla ya, pero los talibanes siguen matando", denuncia él. Quiere sacar a su madre y a sus dos hermanos y a ella le gustaría traer a su padre y su hermana. Están muy preocupados por la enorme inseguridad que se vive ahora en el país, que tienen miedo a las persecuciones de los talibanes, él especialmente hacia su hermano que es el director de uno de los canales de televisión privada

"Lo que más valoro de esta nueva vida es la seguridad, que mis hijos estén tranquilos, poder ir por la calle sin mirar atrás. En Soria estamos encantados, la gente de Soria es muy amable. Hemos dejado muchas cosas y recuerdos atrás pero aquí estamos tranquilos, tengo muchas esperanzas en que podamos ser felices aquí", explica el traductor.

Su mujer, profesora de literatura en farsi está estudiando español de manera intensa, le encantaría seguir dando clases. Están ansiosos por comunicarse en español con sus nuevos vecinos, pero "lo más difícil hasta ahora ha sido el idioma, te limita mucho, pero estamos estudiando todo lo posible para avanzar, porque todo lo demás nos va estupendo, estamos muy felices aquí" dice la joven.

"Hasta la llegada de los talibanes nosotros vivíamos muy bien, teníamos trabajos y buen salario, pero iban a por nosotros por mi trabajo, la noche que salimos hacia el aeropuerto los talibanes me estaban buscando para detenerme. Pienso en el horror que está viviendo mi familia allí, los talibanes están matando a la gente y nosotros aquí, tan lejos, espero que la comunidad internacional y los españoles no se olviden de Afganistán" reclama el traductor de los españoles y colaborador de los servicios secretos de su país.

"Hemos emprendido esta huida por nuestros hijos, por su futuro, porque queremos que estudien, que vayan a la universidad, estar orgullosos de ellos y que España también se sienta orgullosa de ellos, ojalá sirvan y ayuden a este país, ese es el futuro que queremos", termina la charla con una sonrisa y un apretón de manos.

Es el futuro que imaginan estas dos familias afganas tres meses después de aquella mediática Operación Antígona. Se apagaron los focos, pero ellos han seguido avanzando en su primer trimestre de su nueva vida, de su tránsito a este otro mundo donde intentan labrarse un futuro lejos de su país, que sigue sufriendo la barbarie talibán.

 
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