Rodrigo Cortés: "No le atribuyo al arte una función salvífica, es inevitable y ese es su verdadero poder"
El director estrena 'El amor en su lugar', una película que narra la representación de un musical en el gueto de Varsovia
Madrid
Durante un tiempo, el gueto de Varsovia albergó a más de 400 mil judíos, de los cuales, al final de la guerra, solo sobrevivieron 50 mil. A lo largo de esos años la desigualdad invadía el espacio, había quien podía optar a un buen material y otros, los más pobres, morían de frío en las calles. Pero en medio de todo eso nacen dos ideas: una función teatral y el deseo de escapar de ese lugar
Rodrigo Cortés parte de la obra de teatro Jerzy Jurandot para crear 'El amor en su lugar' una delicia que se encuentra a caballo entre el cine y lo teatral.
“Sobre los guetos aún hay unas cuantas películas, empezando por 'El pianista' de Roman Polanski, pero no desde este ángulo”, sostiene Cortés. “La obra original, porque la obra existió, la obra que es corazón de la película existió, la descubrió David Saffier, el coguionista y escritor alemán mientras se documentaba para otro trabajo. Y pergeñó un primer borrador con la historia de un grupo de actores que representaban esta historia antes del toque de queda, o que tenían que representar esta obra mientras tienen que tomar una decisión a vida o muerte antes del toque de queda”, apunta.
El plano secuencia con el que arranca la cinta sitúa al espectador en el espacio-tiempo de esta historia. Conocemos a su protagonista, una joven actriz que ha de llevar a cabo la comedia musical de esa tarde con el resto de sus compañeros, otros judíos reclutados que tienen dos funciones: la primera, entretener al público y hacerles reír, y la segunda, salvarse a sí mismos del horror. ¿Cómo lo hacen? A través de la cultura.
“Ni siquiera le atribuyo al arte una función salvífica consciente o una misión sagrada, sino que es inevitable y ese es su verdadero poder, que es incontenible y que se abre paso en cualquier circunstancia porque es una forma de expresión humana como lo es la risa y supongo que por eso nos reíamos todos en clase en el peor momento ante el peor profesor, o en los funerales o en cualquier circunstancia porque es lo que somos”, explica el director. “Y en el fondo, nuestros actores, los actores de nuestra película que en las condiciones más adversas y más improbables desarrollan su trabajo no lo hacen solo por ayudar a otros, imagino que eso también será así, sino principalmente porque eso es lo que son y eso es lo que les queda”.
En la película el espectador asiste a un entrar y salir constante del escenario, a una complejidad técnica digna del mismísimo Orson Welles. “Pensé en Welles de inmediato porque hay una parte de relojería que es muy compleja, que es de cálculo y que el espectador no debe notar”, matiza.
Pero también estamos ante un homenaje. Un homenaje a los clásicos del cine, propio del cine de Cortés, en especial a Billy Wilder o al propio Lubistch. “Empecé a reescribir las sucesivas versiones hasta llegar a la actual tratando de acogerme a la sombra magnánima de Billy Wilder. Si en el caso de ‘Buried’ le encendí las velitas a Hitchcock, aquí se las he encendido a Billy Wilder”, apostilla el director. “Desde luego ‘To be or not to be’ es una película que pedí a los actores que vieran, pero estaba pensando principalmente en Billy Wilder porque buscaba ese pesimismo divertido y ese fatalismo lúcido. ¡Y también ese corazón romántico! Porque Billy Wilder era un gran romántico no confeso. Descreía de la humanidad y abjuraba del ser humano, pero creía en el amor, tal vez solo en eso”.
Filmada como si el tiempo transcurriese de forma real, 'El amor en su lugar' se apoya en una magnífica banda sonora a manos de Víctor Reyes y sobre todo en un estupendo reparto, encabezado por Clara Rugaard, Ferdia Walsh-Peelo y Mark Ryder para cuestionarnos, entre otras muchas cosas, qué es mejor: ¿amar o ser amado?
“Hablamos de un dilema que cobra mayor importancia en un universo en el que la gente lo que quiere es vivir media hora más y en el que ser amado puede ser fundamental. Hay un personaje cínico que dice: “Lo importante aquí, niña, es que te amen. No amar”. También sin embargo hay un «borrachín» más bien lúcido que en un momento dado dice: “Tampoco es que puedas elegir”, con lo cual elimina el dilema en un segundo. Pero el amor verdadero, el profundo, es el que plantea de verdad la película. Siempre es un camino de renuncia, cuando se pregunta en la película: «¿Qué harías por amor?», lo que se está preguntando es: «¿Qué estás dispuesto a sacrificar?»”, concluye Cortés.