Nanni Moretti: "Soy un director humanista, me gusta contar sin artificios la humanidad de las personas"
El director italiano estrena 'Tres pisos', un drama sobre la soledad, la falta de comunidad y la justicia alrededor de tres familias italianas que viven en un mismo edificio
En 1989, justo cuando el Muro de Berlín había sido derribado, el cineasta italiano Nanni Moretti estrenaba Vaselina roja, una película difícil de encontrar en plataformas y DVD. En ella unía varias de sus pasiones, el humor, el waterpolo, la música de Battiato y la política italiana. En una escena, el propio Moretti, actor y director, señalaba el camino a la izquierda italiana, al Partido Comunista, exhortándolo a abrirse al pueblo, a las mujeres, a los jóvenes... a ser transversales. La escena fue tuiteada antes de Vistalegre II, aquel fatídico congreso de Podemos por su líder de entonces, Pablo Iglesias, enamorado del cine de Moretti, que volvió a utilizar una película suya, en este caso Aprile, en sede parlamentaria cuando le espetaba a Pedro Sánchez aquello de "D'Alema, di algo de izquierdas".
"¿Qué político fue?", pregunta sonriente Nanni Moretti en una habitación hiperventilada en Cannes. "¡Ah! sí!", responde divertido y dejando claro que le gusta la cita. El director italiano andaba en el festival más pendiente del fútbol que del cine. Allí presentaba Tres pisos, su nueva película en la que queda poco de ese humor político y de esa sátira de sus primeros trabajos, pero en la que mantiene el tono humanista y de izquierdas de toda su obra. "Yo creo que soy un humanista. Siempre he prestado atención a las personas, en mis películas siempre me pongo del lado de la humanidad, no son películas manqueas donde el bien está en un lado y el mal en otro. Me gusta contar sin mucha fanfarria, sin fuegos artificiales cinematográficos, la humanidad de las personas".
Y así lo ha hecho. En Caro diario, en El Caimán, donde diseccionaba la industria televisiva y cinematográfica Berlusconi mediante, en Habemus Papam y en la ganadora de la Palma de Oro, La habitación del hijo. En la que está considerada su obra maestra ya cambiaba algunos aspectos de su cine, haciéndose más introspectivo, más dramático y reflejando los traumas de las relaciones paternofiliales. "En las dos películas hay algo en común, lidiar con un trauma entre padres e hijos. En esas dos películas los personajes masculinos tienen un gran trauma, están cerrados y tienen unas obsesiones inmóviles y no permiten a los personajes femeninos construir nada", contaba Moretti a la Cadena SER.
Tre Piani es la primera adaptación que hace el director, que siempre ha trabajado sus propios textos. Dice que conectó mucho con la novela del escritor israelí Eshkol Nevo, que le ha permitido volver a los temas que le han obsesionado a lo largo de su filmografía. La paternidad, la familia burguesa y sus conflictos, el ombliguismo de la progresía frente a los desafíos del mundo, la muerte, el amor, el miedo. "El libro afrontaba cosas universales, la justicia, la culpa, las consecuencias de nuestros actos, nuestra responsabilidad, los conflictos familiares y la responsabilidad de los progenitores. He encontrado en el libro muchos temas que me apetecía contar y tratar en la película".
La idiosincrasia israelí ha hecho que se modifiquen algunas de las historias, como la de la inmigración. Digamos que no se puede prescindir de esto. En el libro había una cosa típicamente de Tel Aviv, una manifestación que duró varios días con tiendas de campaña, un 15M, contra el costo de la vida, de la vivienda sobre todo. No era fácil transportarla a Italia porque aquí no tuvimos un movimiento así y tuvimos que modificar ese y acercarlo a un problema más italiano que es la inmigración. Por eso introdujimos esa escena para abrir al personaje de esta madre y que pudiera salir de su microcosmos. Ella se abre al mundo finalmente".
Ella es Margherita Buy, actriz maravillosa presente en muchas películas del director como Mia madre o Habemus Papam. Moretti es ese padre hundido, un juez incapaz de sentir. Junto a ellos Alice Rohrwacher o Riccardo Scamarcio los actores que dan humanidad a esos personajes perdidos y desorientados en los que cualquiera que viva en una gran ciudad se puede reconocer. "En mis películas siempre está la diferencia en cómo los hombres lidian con los problemas y cuán diferente lo hacen las mujeres. El padre es siempre mucho más rígido, más cerrado y ese comportamiento afecta a los demás. Los personajes masculinos no conceden espacio al otro. Solo piensan en ser la parte justa. Sin embargo, las mujeres tratan de entender lo que les pasa".
La película cuenta tres historias de tres familias que viven en un lustroso edificio de una ciudad italiana. Las vidas de todos acaban transformándose, en un mundo donde el miedo y el resentimiento superan el sentimiento de empatía o comunidad. Moretti es sutil en su denuncia, en su manera de mostrar la fractura humana, las heridas de los pequeños burgueses y que el ser humano prefiere el conflicto que la concordia.
Sin embargo, lo que sorprende de Tres pisos es que ya no haya referencias claras, de un director que, como veíamos al principio, le encantaba jugar con la política italiana. "En todas mis películas está la actualidad, política, social, periodística, etc., aunque evito la referencia obvia. Hablo de algo universal y casi atemporal, es como si fuera una película suspendida en el tiempo", responde Moretti sobre una película que toma el pulso a la sociedad italiana y, por ende, a la sociedad europea, pero que salvo la inmigración evita nombrar asuntos políticos concretos. Se basa más en la pérdida de valores, de cariño, de humanidad, en definitiva. Tampoco está la pandemia, aunque Tres pisos dice mucho del tiempo que hemos vivido en estos dos años, como explicaba el director.
"Digamos que la película cuenta cómo cada vez estamos más lejos de los otros, cada vez nos falta más la comunidad. La pandemia ha puesto sobre la mesa que vivíamos en una burbuja de soledad, y cómo la colectividad ha ido desapareciendo y en estos meses hemos comprendido lo importante que son las relaciones con los otros". El director consigue colocar al lector en una posición que le obliga a interrogarse constantemente sobre sus propias elecciones en situaciones similares, a la vez que le ofrece un espejo donde observar sus contradicciones y vulnerabilidades sin jamás abandonar el humor.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...