El anillo mágico cumple 20 años
Hace 20 años se estrenó La comunidad del anillo, la primera película de la saga de El señor de los anillos dirigida por Peter Jackson.
Madrid
Peter Jackson dice que hay un momento clave en su juventud que ha marcado toda su vida. Con 17 años fue al cine a ver la versión de dibujos animados de El señor de los anillos que Ralph Bakshi hizo en 1978. El futuro director no entendió absolutamente nada de la película, así que decidió leer la voluminosa trilogía que el profesor de Oxford J.R.R. Tolkien había publicado en 1954. Unos libros habitados por criaturas fantásticas en mundos imaginarios que se habían convertido en una de las obras de cabecera de la juventud de los años 60.
El proyecto de adaptarla al cine pasó por las mesas de Stanley Kubrick, John Boorman o los despachos de la Disney. Pero todos se rendían ante la dificultad de trasladar a imágenes el complejo mundo de Tolkien. La película de animación de Bakshi fue un fracaso de crítica y público. No convenció a nadie, ni siquiera a su director.
Pero en los años 90, con el desarrollo de los efectos especiales generados por ordenador, se abrió un nuevo mundo de posibilidades. Fue entonces cuando Peter Jackson vio su oportunidad. Escribió durante tres años un guion y con mucha insistencia convenció al productor que tenía los derechos del libro para que le dejara hacer la película. De esta forma, casi 50 años después de ser creado por Tolkien, el Hobbit Frodo Bolsom pudo emprender su mítico viaje, pero ahora en la pantalla.
El rodaje de El señor de los anillos se llevó con gran secretismo. Ni periodistas ni fotógrafos podían acceder a las zonas de filmación. Se prepararon más de 2.000 prótesis; 40.000 armaduras, espadas y accesorios de todo tipo. Durante el año y medio que duró el rodaje la productora de la película se convirtió en el mayor importador de espuma de látex del mundo, material con el que se fabricaban decorados, trajes o máscaras. Peter Jackson controlaba vía satélite el trabajo de las cuatro unidades de rodaje y de los 20.000 extras que participaron. Con el presupuesto más alto de la historia del cine, 300 millones de dólares, las cifras de la producción eran de auténtico mareo. Todo ello para recrear la Tierra Media, un lugar mítico donde viven diferentes razas: los hobbits, los elfos, los enanos, los hombres…
Elijah Wood era el protagonista, Frodo Bolsom. El actor no había leído la novela de Tolkien, pero cuando se enteró de que hacían pruebas para el papel envió un vídeo al director. Unos meses después se convertía en hobbit. Al veterano Ian McKellen lo caracterizaron de Gandalf y en el reparto estaban también la princesa elfa Liv Tyler, la reina Cate Blanchett, el malvado Christopher Lee o Viggo Mortensen como Aragorn el guerrero. El actor dormía con su traje puesto para darle aspecto avejentado y sorprendió al director rodando sin necesidad de dobles casi todas sus escenas de lucha.
La trilogía de El señor de los anillos se rodó en el país natal del director, Nueva Zelanda. Su variada geografía, llena de lugares deshabitados, ofrecía todas las localizaciones necesarias para reproducir los mundos descritos por Tolkien. Pero más allá de los escenarios imponentes y de los efectos digitales, el gran mérito de Peter Jackson fue conseguir que éstos no diluyeran la magia original del relato de Tolkien y que la película no se quedara solo en la épica y lo espectacular, sino que profundizara también en la psicología de los personajes.
Peter Jackson decidió rodar al mismo tiempo las tres películas que forman la saga, lo que se tradujo en casi año y medio de rodaje. El hecho de pasar tantos meses juntos en Nueva Zelanda hizo que entre los actores se creara una gran hermandad. Al final del rodaje todos decidieron tatuarse como recuerdo el número mágico de Tolkien, el número nueve. Y no podemos olvidarnos de la importancia que tiene la banda sonora compuesta por Howard Shore. Casi once horas de música que le llevaron tres años de trabajo y que se han convertido en la gran obra musical de la vida del compositor.
El 7 de abril de 2000, veinte meses antes del estreno de la película se anunció a bombo y platillo el primer tráiler de El señor de los anillos. Los aficionados pagaban la entrada de los cines que lo proyectaban, veían el trailer y luego se iban sin quedarse a ver la película de la sesión. Las ventas del libro subieron un 400 por ciento. Poco a poco El señor de los anillos se iba convirtiendo en un fenómeno entre la estrategia publicitaria y el acontecimiento social. Por fin el 10 de diciembre de 2001 se celebró en Londres la premier mundial de la primera película de la trilogía: La comunidad del anillo. Al año siguiente, en 2002, llegó la segunda parte, Las dos torres, en la que destacaba Gollum, un nuevo personaje que combinaba la técnica digital y la interpretación dramática. Y en 2003 llegó la tercera y última parte, El retorno del rey, con su espectacular batalla final que ocupa casi una hora de metraje. La joya de la corona esta vez era un programa informático llamado Massive que resultó clave para las escenas de masas.
La trilogía recibió docenas de premios por todo el mundo. Si las dos primeras partes consiguieron varios Oscar en apartados técnicos, El retorno del rey, la más celebrada por la crítica y el público, arrasó literalmente en la ceremonia de 2004. Ganó once Oscar que igualaban los once de Titanic y Ben-Hur, las películas más laureadas de la historia. Un gran triunfo para el que sin duda es uno de los proyectos más desafiantes y faraónicos de la historia del cine. Un despliegue de fantasía, aventura e imaginación orquestado por un neozelandés barbudo y rechoncho llamado Peter Jackson.
Elio Castro
Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...