Un cuento de navidad
"Una noche de diciembre de hace bastantes años viajé de París a Barcelona en el tren nocturno"
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El periodista Enric González / Cadena SER
Madrid
Permitan que les cuente una historia.
Una noche de diciembre de hace bastantes años viajé de París a Barcelona en el tren nocturno. Tenía una litera en un compartimento doble. El otro pasajero resultó ser un chico joven muy tullido sobre una silla de ruedas. Su madre, antes de apearse, me pidió que ayudara al chaval en lo que pudiera y que no le perdiera de vista.
En cuanto el tren se puso en marcha, eché una mano al chico para que se instalara en la litera y luego charlamos un rato. Resultó un tipo simpático e inteligente. Nos reímos juntos y apagamos la luz.
Ya de madrugada, el chico preguntó si yo estaba despierto. Le dije que sí. Él necesitaba ir al baño. Como la silla de ruedas era un engorro, acabé cargándolo en brazos (no pesaba nada, sus brazos y piernas eran casi simbólicos) y acompañándolo hasta la puerta del retrete. Me dijo que a partir de ahí se arreglaba bien. Y volví al compartimento.
Pasaron diez minutos. Pasaron veinte. A la media hora, ya preocupado, decidí volver al retrete y preguntarle si estaba bien. Abrí la puerta y no había nadie. Pero sobre el inodoro y en el suelo se veían unas manchas de sangre. Ahí me alarmé del todo. Salí en su busca casi hiperventilando.
Tardé poco en encontrarle. Estaba tumbado, o más bien desparramado, en un pasillo, junto a una muchacha francesa. Hablaban y reían. Un poco molesto por el susto, le pregunté si quería volver a la litera. Intercambió teléfonos con la francesa y, muy sonriente, se colgó de mi espalda.
Ya en el compartimento, le expliqué que había visto sangre en el retrete y había temido algo horrible.
Ahí se puso serio. Aquel cuerpecillo contrahecho e incapacitado para casi todo se incorporó y el chico, mirándome fijamente, me dijo:
-Mira, todo el mundo carga con alguna desgracia. La mía son las almorranas.
Y soltó una carcajada.
Para mí, ese chico será siempre un héroe. No sé si lo suyo era espíritu navideño. Pero era, sin duda, un espíritu que vale para todos los días del año.
Feliz Navidad.