Guillermo del Toro: "Vivimos un momento de profunda desintegración de la verdad y la mentira"
El director mexicano revisita 'El callejón de las almas perdidas', obra de William Lindsay Gresham que ya fue llevada al cine, con un reparto encabezado por Bradley Cooper, Cate Blanchett y Rooney Mara
Madrid
Contaba el escritor William Lindsay Gresham que parte de la inspiración de ‘El callejón de las almas perdidas’, uno de los clásicos de la novela negra americana, nació durante su estancia en España como voluntario del bando republicano en la Guerra Civil. Las historias de ferias y circos con hombres alcohólicos convertidos en criaturas hambrientas para el espectáculo se quedaron en su cabeza a la hora de componer su oscuro relato sobre el destino de un embaucador ahogado en su propia ambición. La atmósfera fatalista de ese texto publicado en 1946 la capturó un año más tarde el director Edmund Goulding en su versión cinematográfica que protagonizó Tyrone Power y que, desde entonces, se convirtió en uno de los títulos canónicos del noir americano.
Ahora es Guillermo del Toro quien recupera esa historia en una versión, no tanto un remake pese a las inevitables comparaciones y la corriente revisionista en Hollywood, que introduce cambios y actualiza la crítica de la fábula original. La obra del Lindsay Gresham surgió en un contexto muy particular, en los años posteriores a la Gran Depresión y en el periodo de entreguerras, donde muchos hombres volcaron su frustración y desesperanza en el alcohol y las adicciones ante el abandono que sentían. Esto creó, como narra la novela, todo un reparto de charlatanes, estafadores y falsos predicadores que acababan en las ferias ambulantes, lugar poblado de personajes que no tenían por qué responder sobre su pasado. Ese es el camino que sigue el protagonista, al que da vida un entregado Bradley Cooper, un hombre que huye de sus traumas y termina en un circo donde atisba que el sueño americano también entiende de trampas.
El director mexicano, autor de títulos como ‘El laberinto de fauno’ y ‘La forma del agua’, trae al presente este tormentoso periplo para reflexionar sobre muchas de las preocupaciones actuales. “Para mí va más allá del capitalismo. La novela de William Lindsay Gresham buscaba desarticular el capitalismo, para mí la idea es enseñar el lado opuesto del sueño americano y llevarlo al momento en el que estamos ahora. Vivimos un momento de profunda desintegración de la verdad y la mentira, la manera en que buscamos la retroalimentación del éxito, los seguidores, los clicks, la persecución insaciable que esto lleva, la idea del populismo en lo político, en lo espiritual, la degradación y la brutalidad que tenemos para ser crueles los unos con los otros de manera facilísima… Es un momento de profunda crisis dialéctica y de miedo, un gran miedo, el miedo que nos despierta cada mañana y nos arropa en la noche de que todo está perdido o está por perderse”, explica en conversación con la Cadena SER desde Los Ángeles.
‘El callejón de las almas perdidas’ es básicamente un cuento sobre un hombre que busca desesperadamente el éxito y la riqueza y acaba ahogado en su propia ambición y red de mentiras. Un embaucador clásico para el que Del Toro compone una cinta dividida en dos partes en lo visual, con elipsis y recursos oníricos. “Es una película que nos planteamos con elementos que unieran las partes en un todo. Stanton constantemente despierta nuevas realidades, duerme y despierta literalmente de un sueño, está en la feria, está en un hotel de lujo, lo pierde todo y despierta como un vagabundo en una fogata en medio de la nada”, avanza el realizador, que se recrea en la primera parte, en el universo circense y sus personajes geeks. Despliega su magia y su estilo más gótico, como en sus cintas de monstruos, a través de los colores, la iluminación y los movimientos de cámara. Le acompaña en la dirección de fotografía Dan Laustsen, con el que ya trabajó en ‘La forma de agua’, para entrar en ese mundo, en apariencia sórdido y salvaje, pero al que mira con humanidad. Del Toro retrata el sentido de comunidad y las emociones de unos personajes apartados, marginados y resignados a esa vida que recuerdan a ‘La parada de los monstruos’ de Tod Browning.
Todos, salvo el protagonista, Stanton Carlisle, que en la primera oportunidad huye a la ciudad con los trucos aprendidos como salvavidas. “Siempre estamos entrando en esos espacios siguiendo a Stan, la narrativa cinematográfica se acelera en la segunda mitad, pero nos lo planteamos como una rampa, no como un sube y baja que normalmente construyes en un guion con picos y valles. Nos lo planteamos como una rampa inexorable hasta los tres últimos minutos de la película, todo es prólogo para esos tres minutos. Eso indica que el trabajo de guion, con los actores, de cámara, de diseño, tiene que ir acelerándose hacia un pico”, explica sobre la progresiva caída del personaje convertido en farsante y falso gurú en una ciudad que la cámara retrata como un espacio frío y despiadado, como en los cuadros de Hopper, donde habitan peores monstruos, las élites y ricos de los años 40 que configuraron la América moderna.
Para adaptar la novela Guillermo del Toro ha contado con la guionista Kim Morgan, también periodista y crítica de cine, cuya mano se nota en el desarrollo y reenfoque de los personajes femeninos. Rooney Mara es la joven inocente que se enamora del protagonista y le sigue en su aventura hasta que no lo reconoce en su crueldad, Toni Colette es la pitonisa con la sabiduría y la experiencia para detectar sus intenciones, y Cate Blanchett interpreta a la psicoanalista que lo seduce, manipula y desmonta en su final. La actriz australiana se roba la función desde su primera aparición, su presencia y físico que recuerdan a las estrellas del cine clásico es magnética. Su personaje abandona el patrón de femme fatal de la original y ahonda en la parte psicológica, en sintonía con el planteamiento de neo-noir y thriller contemporáneo diseñado por Del Toro.
La cinta es más violenta, menos romántica y más fatalista que la versión de 1947, pero sigue reflejando el mismo proceso. Cómo se crean los monstruos y quiénes son realmente los engendros a los que el público mira de forma deshumanizada en las ferias. Muchos de ellos nacen de la perversión del sistema, de los recovecos del sueño americano y de la avaricia capitalista, pero también de la propia naturaleza autodestructiva del ser humano. Del Toro retrata todo ese proceso sin posibilidad de redención, al igual que muestra la crueldad de las creencias, de la religión, el vacío espiritual del dinero frente a la supervivencia fraternal de los marginados. Lo hace en una película alargada, dos horas y media, donde pesa más su gusto por la oscuridad y lo grotesco que el minimalismo narrativo.
‘El callejón de las almas perdidas’ se estrenó en salas en EEUU en la semana previa a Navidad, en plena expansión de la variante ómicron y ante el vendaval en taquilla de Spider-Man. Por ahora, solo ha recaudado unos 10 millones de euros, lo que evidencia la difícil situación de la exhibición para títulos en busca de un público más adulto. “Existe una preocupación, pero lo que creo yo es que cada semana se redefine. Efectivamente el público adulto por el momento no vuelve a las salas porque hay un miedo infinitamente superior al entretenimiento, que es la pandemia ¿Cuánto de eso es permanente y cuánto transitorio? Es demasiado pronto para saberlo. La industria del cine se mueve mayormente de manera reactiva, semana a semana. Una semana es el apocalipsis y otra es el carnaval. La suerte de una película o de una serie de películas con tema adulto no indica un cambio permanente. Dentro de un año puede revelarse como permanente, pero de momento es muy pronto”, concluye Del Toro con cierta esperanza.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...