Disuadir es convencer
Las democracias occidentales no pueden permitirse ni ser ingenuas ni arrodillarse
Disuadir es convencer
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Barcelona
No ha ido mal. La reunión de los ministros de Exteriores norteamericano y ruso en Ginebra podría haber sido peor. El brutal ultimátum ruso contra la soberanía de los países europeos para apuntarse o no a la Alianza Atlántica ha quedado congelado unos días. Es una injerencia inaceptable. Más aún si procede de un régimen que tortura, mata o exilia a sus rivales. Y que proviene de un jefe de Estado que fue el jefe de la cruel policía secreta soviética. Si de momento hay pausa, es solo porque las democracias occidentales han demostrado una cierta unidad. A pesar de sus lógicas diferencias de posición geoestratégica. Y porque han enseñado un poco los dientes. La idea que les une, y que hacen valer, es que una invasión de Ucrania le costaría cara a Vladímir Putin. Tienen que afianzar más ese argumento. La disuasión consiste en eso: en convencer al rival de que usar la violencia trae más perjuicios que beneficios. Dicho en claro, en economía, represalias. En defensa, apoyo cerrado a Ucrania mediante suministros de armas y también de inteligencia militar. Las democracias occidentales no pueden permitirse ni ser ingenuas ni arrodillarse. Putin ya ha demostrado su falta de principios. En 2014 se merendó Crimea, la región marítima de Ucrania, en un abrir y cerrar de ojos. Quien renuncie a parar su instinto agresivo aplaude a ese autócrata, tan aficionado a envenenar a los disidentes.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...