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"El 99% del cannabis es de uso recreativo. Los porros no son terapéuticos": la romantización de la marihuana

El consumo de drogas entre los jóvenes se ha disparado de manera exponencial en el último año. José Zabala, médico de salud pública, nos advierte sobre los efectos de su normalización

La Ventana a las 16h | El 15% de los jóvenes de entre 14 y 18 años ha consumido cannabis en España el último mes

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En el último año 156.000 estudiantes de secundaria se iniciaron en el consumo de cannabis. José Zabala, médico de salud pública emérito del Ayuntamiento de Vitoria y profesor universitario, se ha asomado a La Ventana para valorar la preocupante relación de los jóvenes con las drogas. “Los que vemos de qué manera las drogas influyen, abrimos el semáforo rojo”, ha advertido.

El 15 % de los jóvenes de entre 14 y 18 años ha consumido cannabis en el último mes. Así lo evidencia el último Estudio Sobre el Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias del Ministerio de Sanidad, que preocupa, y mucho, al doctor Zabala: “Alguien tiene que hincarle el diente a este problema”.

Cannabis: droga dura cultivada en macrogranjas

“Es mentira que el cannabis sea una droga blanda”, ha explicado Zabala. “Es una droga que se cultiva en macrogranjas”. La industrialización del consumo, según ha explicado el médico, provoca que los procesos de cultivo no sean, como se suele creer, naturales. “Se cultiva en espacios cerrados con lámparas led”, ha explicado.

Una aclaración importante, pues muchos jóvenes piensan que los porros son mejores que otras drogas, como el tabaco o el alcohol, por ser "una planta". Sin embargo, se equivocan. El cannabis, según ha explicado Zabala, es una planta con un montón de partes. La marihuana, que es cannabis, se puede fumar sin tabaco. Sin embargo, en el conjunto de Europa se suele consumir, en su mayoría, mezclado. El hachís, por su parte, es la resina del cannabis y no se puede fumar sin tabaco. Esa forma de consumo eleva la exposición a esta sustancia a otra dimensión. Lo que fuman no es, como creen, “solo una planta”.

El Último Informe Europeo sobre Drogas alerta, además, de la problemática del hachís adulterado. El porcentaje actual de THC, que es el componente de esta droga que genera la adicción, oscila entre el 20 y el 28 %. Una cantidad que representa el doble de la que, de normal, se encuentra en la propia planta.

Las nuevas formas de consumo también favorecen, según Beatriz Martínez Núñez, psiquiatra infantil y de la adolescencia en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Niño Jesús de Madrid, la desconexión de los jóvenes con la realidad. Con la ingesta de bollitos o brownies con marihuana, “el paciente es menos consciente de su intoxicación”, ha aclarado Martínez.

Tampoco lo son de los efectos que estas drogas pueden provocar. El caso de una familia con un hijo consumidor, publicado el pasado mes de noviembre por Radio Aranda, es un buen ejemplo. “Nos dimos cuenta con el tiempo de que desde los 14, 15 ó 16 consumía marihuana mínimamente. Y llegó a poner una planta, pero pecamos de ingenuos por no conocerlo. Eso va evolucionando y deriva en el consumo de otras circunstancias. Vemos que pierde cosas, que tiene una conducta más agresiva, desaparece varios días... No lo entendíamos ni sabíamos lo que pasaba, hasta que nos lo preguntamos. Se desataron los malestares, mayor rebeldía... Llegó un momento en el que la vida en casa era difícil, con una tensión permanente, agresión verbal extrema, hasta el punto de decir: no reconozco a mi hijo, este no es mi hijo y no puede estar diciendo esto”, explicó a Cadena SER la familia.

¿Por qué no se habla de drogas?

Es la pregunta que se hacen Mercedes Arquero, educadora y activista vecinal, y Carmen Díaz Bermejo, dos de las madres contra la droga que se enfrentaron a la lacra de la heroína en Madrid hace más de 30 años. “El problema sigue ahí y no se habla del tema”, ha confesado Arquero.

Son muchos los jóvenes consumidores los que confiesan no hablar de drogas en casa por el miedo a preocupar a sus padres, pertenecientes a una generación, la de los años 70 y 80, devastada por las drogas. 

La influencia de las figuras paternas tiene, por otro lado, mucho que ver en la perpetuación del consumo. “Son muchos los padres de los jóvenes que consumieron”, explica Beatriz Martínez Núñez. Algunos, por otro lado, todavía lo hacen. “Mi padre consumió mucho cannabis cuando era joven y ahora, en ocasiones especiales, también fuma algún porro”, confiesa uno de los jóvenes entrevistados por Isabel Salvador en su reportaje sobre jóvenes y drogas. Una realidad que ha ratificado Zabala: “Un chico me contó en consulta que el primer porro se lo había fumado con su abuelo”.

Houston, tenemos un problema

En diciembre del pasado 2018, a propuesta del Comité de Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el cannabis abandonó la lista cuatro, al entenderse que su uso podía tener una salida terapéutica. Sin embargo, como ha aclarado Zabala, el consumo de drogas en España “no es terapéutico, sino recreativo”. “Se mezcla el cannabis terapéutico con el porro terapéutico y el porro no tiene nada de terapéutico”, ha expresado.

Un problema conceptual que, sumado a los anteriores, dibuja una situación que, para el médico, es un grave problema que necesita ser regulado y tomado “mucho más en serio”.

 
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