“Volvería a la Antártida mañana mismo”

Logroño

Su conferencia ‘Antártida, cuaderno de viaje’, ha formado parte del programa de actividades organizado por la Universidad de La Rioja para conmemorar el 30º Aniversario de su Ley de Creación.

En ella, Javier Martínez Abaigar junto Encarnación Núñez Olivera, catedrática de Fisiología Vegetal, ambos investigadores del Grupo ECOPHYS de la Universidad de La Rioja dieron a conocer su experiencia en la XXXV Campaña Antártica Española, en la que han participado a comienzos de ese año en la Base ‘Juan Carlos I’ (Isla Livingston), estudiando las estrategias de los musgos y otras plantas para adaptarse a las duras condiciones de la Antártida.

La XXXV Campaña Antártica Española, que implica en total a unos 300 participantes (entre personal científico, técnico, dotación y tripulación) y la realización de 26 proyectos científicos. El Ministerio de Ciencia e Innovación dedica a estas investigaciones una media de 10 millones de euros al año.

España coordina un campamento internacional es la Isla Livingston, donde existen otras tres bases de distintos países, que cooperan entre sí bajo el lema antártico ‘Paz y ciencia’. Nuestro país cuenta, además, con otra base en la Antártida, la Gabriel de Castilla, gestionada por el Ejército de Tierra, en la Isla Decepción. Ambas bases distan 38 kilómetros, en línea recta (casi 50 de travesía), pero pasar de una a otra conlleva unas ocho horas de navegación.

Martínez Abaigar asegura que ha sido una experiencia inolvidable tanto a titular profesional como personal. Un viaje lleno de vicisitudes ya desde el punto de partida. Y es que ambos investigadores para acceder a ese lugar tuvieron que pasar varias PCR y cumplir cuarentena en Punta Arenas (Chile). Desde allí se trasladaron en avión hasta la Isla Rey Jorge, donde el buque español de investigación oceanográfica Hespérides les recogió para llevarles a su destino.

Permanecieron dos meses en unas condiciones ambientales “muy complicadas, no ya tanto por las baja temperaturas sino por un viento helador que entumecía las manos en cuanto nos quitábamos los guantes”.

Martínez Abaigar se muestra muy satisfecho por los resultados de su investigación y sobre todo por una experiencia personal que le lleva a asegurar que “volvería a la Antártida mañana mismo”.