"Sólo se denuncia el 10% de los casos de violencia filioparental"

Logroño

La violencia filioparental es una situación que, desafortundamente, padecen cada vez más familias en La Rioja. En 2022 se registraron 65 casos: 30 de ellos tenían como agresores a hijos mayores de 18 años, 10 eran menores y en los 25 casos restantes la violencia se ejerció de los progenitores hacia sus hijos, de acuerdo a los datos de la Oficina de Atención a la Víctima del Delito.

Sin embargo, la violencia filioparental es un fenénomano silenciado y casi "invisible". "Sólo el 10% de los casos se denuncia", asegura el profesor de Derecho de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Alfredo Abadías. "Estos son los casos que llegan a la fiscalía, pero el resto de casos quedan en las consultas de psicóloso y psiquiatras, tutorías de colegios o intramuros de los hogares familiares porque los padres y las madres, evidentemente, lo último que hacen es denunciar a un hijo, que es a quien quieres más en este mundo".

Precisamente, la denuncia fue el último recurso al que se agarró Carmen cuando vivió un episodio que encendió todas las alarmas en su casa, cuando su hija le levantó la mano. "A mí no me agredas que eso es un paso sin retorno, una línea de la que no vas a pasar", le dijo. Sin embargo, su hija, después de un rato, le puso un cuchillo en el cuello. "Si te agredo con el cuchillo, ¿me puedo ir [a la calle]?", le dijo. "No, no te vas a poder ir de ninguna de las maneras", le conestó Carmen. Ese es el momento en el que los padres se dan cuenta de que "no está bien, que está muy desequilibrada y que es inminente un peligro para ella o para los que estamos alrededor".

"Poner la denuncia es el mayor acto de amor que se hace por un hijo, el intentar reconducirlo"

Pedir ayuda

"Hay que pedir ayuda", concluye Abadías. Un camino que debe empezar, antes de que se desate la violencia, "en la consulta de un psicólogo o un psiquiatra, en el colegio o haciendo partícipe al resto de la familia", añade. Si la violencia es de gravedad es el momento de acudir a la Policía para denunciar y ponerlo en mano de jueces y fiscales. "No hay que tener miedo a denunciar. No van a castigar a nuestros hijos por ello. Todo lo contrario. Hay muchas medidas de carácter educativo que pueden ayudar a resolver la situación. Y la mayoría de estas medidas tienen un alto índice de eficacia", añade.

Este experto también destaca que la violencia filioparental tiene mayor incidencia "entre familias de estatus económico medio y alto". Las primeras señales se aprecian en comportamientos, a todas luces, reprobables: dar patadas a las puertas, negarse a comer lo que tienen en el plato, no aceptan un no, no aceptan la frutración... "Esto que es tan obvio, muchas veces se consiente, por amor hacia los hijos, y esto se agrava con el paso de los años", apunta.

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En su opinión, la solución a este tipo de violencia se encuentra en la educación. "Es una cuestión de patrones educativos equivocados y también de falta de límites y valores, que se deberían trabajar desde las familias, las escuelas y la sociedad". Por ello, propone reforzar la formación a las familias en los propios centros educativos y en los hogares.

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