Olivia García: "Nunca pensé que sufriría acoso por ejercer mi trabajo como periodista"
La periodista riojana, directora de Rioja2, cuenta por primera vez los ataques y las amenazas que sufre desde hace 10 años por defender temas de igualdad entre hombres y mujeres o relacionados con el colectivo LGTBI

Entrevista con la periodista Olivia García (03/05/2024)
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Logroño
La concentración del mes de mayo contra la violencia de género en Logroño ha llegado esta mañana hasta la Plaza de San Bartolomé de la capital. Se ha desarrollado delante de la casa del Colegio y la Asociación de Periodistas de La Rioja y con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa.
Doble acto reivindicativo en el que la presidenta del Colegio y la Asociación y directora de Contenidos de Radio Rioja, Ana Castellanos, ha hecho en primer lugar un llamamiento para "terminar con la crispación generada por la polarización política y la desinformación" que emana de ella. Después ha remarcado Castellanos la responsabilidad de los medios de comunicación, de "visibilizar y denunciar la violencia de género para sensibilizar, educar, formar e informar. Y hacerlo siempre posicionándose con la víctima, sin estigmatizarla, y denunciando al agresor".
10 años de acoso por ser periodista
Un acto contra la violencia de género en el que ha tomado la palabra la periodista Olivia García, directora del medio digital Rioja2, para relatar el acoso que sufre desde casi 10 años a través de las redes sociales.
"En mi vida me hubiese imaginado que esto podía pasarme por ejercer el periodismo con la responsabilidad en la que yo lo entiendo y el compromiso con la igualdad, muy necesaria todavía, entre hombres y mujeres", afirma esta periodista riojana.
Y es un tema, asegura, que no es residual sino un fenómeno global. Casi 3 de cada 4 mujeres periodistas afirman haber sufrido violencia online en relación con su trabajo según un estudio realizado por la UNESCO con 900 compañeras de 125 países. "Aquí somos unas privilegiadas y podemos alzar la voz".
García ha relatado esta mañana cómo "hace 10 años una persona se fijó en mí y comenzó a insultarme y denigrarme públicamente cada vez que yo publicaba en mi periódico o en mis redes sociales". Una escalada de odio que fue a más y que incluso ha llegado a "amenazas de muerte en los últimos dos años" hacia ella y hacia sus seres queridos.
"Yo he podido seguir adelante, ir denunciando en un camino larguísimo y a día de hoy la historia por desgracia no ha acabado pero sí puedo decir que está encauzada y que estoy, al menos, mucho más tranquila".
Una historia de valentía en la que Olivia reconoce que por su cabeza pasó el abandonar la profesión. "Ya no por ti sino por tu familia. Te lo planteas mucho que estás poniendo en riesgo a tu familia por tus principios, por mi manera de ejercer el periodismo pero la realidad te responde y hay que seguir".
En el año 2016 intentó poner su primera denuncia. Pero un agente de policía le hizo entender que lo que me estaba pasando era normal; que era lo que le tocaba por ser una periodista con un perfil activo en defensa de la igualdad en su medio y sus redes sociales. Y entonces le creyó. Después se ha encontrado con "personas muchísimo más profesionales" y ha podido seguir ese camino en los juzgados que todavía continúa.
"Si en la puerta de mi casa hubieran escrito las cosas que me han escrito en redes sociales esto hubiera acabado mucho antes. El daño es mucho mayor en la violencia digital". Un daño en su vida personal, en su estado de salud mental y en el ejercicio libre de la profesión.
Cuenta que en 10 años no ha firmado una noticia "porque sabía lo que venía después, no he anunciado cuándo iba a participar en cualquier tipo de charla porque me daba miedo y te condiciona mucho".
Un relato que se ha cerrado esta mañana con un aplauso interminable a una historia personal que ella resume con la palabra "resiliencia". "Entiendes que te ha tocado, que no tienes culpa de nada y que hay que seguir, por todas las que no pueden".
Carta de Olivia García
Las periodistas hemos asumido, por desgracia, que ser mujeres, estar expuestas públicamente y además defender la igualdad, tiene un precio. Algunas lo pagamos especialmente caro.
Ejercer nuestro trabajo con responsabilidad, poner el foco en un problema social estructural como es la desigualdad histórica que padecemos las mujeres y que tiene en la violencia de género su más cruda expresión, es para algunas personas motivo suficiente para perseguirnos, acosarnos, insultarnos e incluso amenazarnos de muerte. Intentan así callarnos, sin darse cuenta de que lo que consiguen es dar más razón a nuestra lucha.
Hace casi 10 años una de esas personas puso el foco en mí. Sus burlas e insultos diarios se convirtieron en una constante en mi día a día y se hacían más violentos cuando publicaba cualquier tipo de información relacionada con la igualdad entre hombres y mujeres o en defensa del colectivo LGTBI. Día y noche recibiendo cientos de comentarios que me denigraban públicamente. En el año 2016 intenté poner mi primera denuncia. Y digo intenté porque un agente de policía me hizo entender que lo que me estaba pasando era normal; era lo que me tocaba por ser una periodista con un perfil activo en defensa de la igualdad en mi medio y mis redes sociales. En ese momento pensé que llevaba razón, que ese era el precio que tenía que pagar. Con el tiempo he entendido que estaba muy equivocada y que la formación en los cuerpos y fuerzas de seguridad sigue siendo necesaria.
En 2017 puse mi primera denuncia. Afortunadamente ante un agente con una mayor sensibilidad y profesionalidad en su trabajo. Desde entonces han venido muchas más. Y con cada una de ellas, la violencia ha seguido aumentando.
Y con ella la culpa. Sobre todo cuando esa violencia se dirige también hacia las personas que más quieres, a tu entorno más cercano. ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Debo dar un paso atrás? ¿Tengo que dejar de ejercer un periodismo comprometido con la igualdad para proteger a mi familia?
Pero la realidad te responde. Las mujeres seguimos enfrentándonos a techos de cristal, a violencias invisibles, a agresiones, nos siguen violando, nos siguen matando. Y algunas tenemos el privilegio de poder usar nuestra voz y nuestros medios para denunciarlo. Hay que seguir.
A lo largo de esta década he recibido miles de mensajes llenos de insultos, atacando mi trabajo, mis ideas e incluso mi físico que han dado paso en estos últimos dos años, tras una primera condena judicial, a miles más con terribles amenazas de muerte. El miedo lleva demasiado tiempo acompañándome. Ha habido épocas en las que ni siquiera podía salir sola de casa y los días de lluvia se convertían en un infierno porque los paraguas y las capuchas me impedían ver la cara de la gente. Años en los que no he podido nunca dar difusión a ningún acto en el que fuera a participar en el ejercicio de mi profesión por miedo a que pudiera ubicarme. Años en los que cada vez que publicaba cierto tipo de noticias, sabía lo que vendría después.
Lo cuento ahora porque por primera vez me siento segura. Aunque todavía queda mucho camino judicial por recorrer. Y mucha ayuda por recibir. Y lo cuento sobre todo porque es importante que se sepa que esto nos está pasando. No sólo a mí, somos muchas más. Que la violencia digital también es violencia y que el sistema tiene que contemplarla porque no podemos vivir diez años acosadas y amenazadas por ejercer nuestro trabajo.
Casi 3 de cada 4 mujeres periodistas afirman haber sufrido violencia online en relación con su trabajo según un estudio realizado por la UNESCO con 900 compañeras de 125 países. Las consecuencias son profundas. Muchas de ellas optan por no cubrir ciertos temas y otras acaban abandonando la profesión. Inevitable tener un recuerdo a las compañeras que ejercen el periodismo en América Latina, de forma muy especial ahora en Argentina.
Sin llegar a estos límites, cada día hay compañeras que son juzgadas por su cuerpo o por su forma de vestir, por lo que hacen en su vida privada o con quién la comparten, por las preguntas que hacen en una rueda de prensa o una entrevista, porque no saben suficiente o porque saben demasiado. La ambición y la osadía es un valor a destacar cuando eres hombre pero es motivo de crítica cuando eres mujer.
Afortunadamente somos muchas y hemos sabido tejer redes de apoyo, instalar el feminismo en la mayoría de los medios e incluso conseguimos hacer historia cuando en 2018 dimos un paso al frente y vaciamos las redacciones.
Muchas lo hicieron antes, resistieron y avanzaron. Ahora nos toca seguir luchando a nosotras por las que vendrán después. La evolución es lenta pero progresiva e imparable. Y nuestras voces se seguirán alzando aunque haya quien las intente callar.
Olivia García, periodista
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