La Navidad se abre paso en escenarios de tragedias

Logroño

Dejamos atrás el primer asalto de las grandes celebraciones navideñas y nos preparamos para afrontar la recta final de este 2024. Y todo en medio de un escenario repleto de actividades repartidas por todos y cada uno de los municipios de nuestra comunidad autónoma: belenes, mercados, propuestas culturales... Días de alegría, de encuentros familiares en los que, a pesar de todo, quien más quien menos en algún momento pensamos en muchas personas para las que estas navidades tienen poco o nada que ver con las de años pasados.

Y a la memoria vienen inmediatamente los millares y millares de afectados por la DANA, a los que estas fiestas les llegan en medio de la sombra que dejan las pérdidas humanas y materiales y los trabajos de una reconstrucción que va a ser realmente complicada y muy prolongada en el tiempo. O mirando un poco más a allá de nuestras fronteras, a entornos bélicos, como Ucrania, donde están a punto de cumplirse tres años desde la invasión rusa.

Son lugares, Valencia, Ucrania u otros muchos epicentros de tragedias, desde los que se lanza un llamamiento común, y es que no les olvidemos, que, tras esa oleada de solidaridad inicial y cobertura casi monográfica de los medios de comunicación, tengamos muy presente, cuando se retire el foco, que las necesidades siguen ahí y que la ayuda va a ser necesaria durante muchísimo tiempo.

Ucrania, escenario de tres años de guerra

Hoy nos hemos detenido en la realidad que vive la ciudadanía ucraniana, con un contraste que invita a reflexionar sobre cómo el contexto marca la manera en la que vivimos estas fechas. Cristina lleva en La Rioja desde que tuvo que huir de su país. Asegura que ha sido muy duro, “tú estás en tu casa, despiertas por la mañana, tus hijos se levantan de las camas para ir a la escuela, y les tienes que no, que hoy no iremos a la escuela porque ha empezado la guerra”.

Ucrania, un país marcado por el conflicto y es que la guerra continúa dejando su huella, incluso en una época tradicionalmente reservada para la esperanza. Para millones de ucranianos, la Navidad no se celebra con el brillo de otros años, sino con la sombra de la incertidumbre, el dolor de la pérdida de sus seres queridos, “vivíamos en la esperanza, creyendo que todo acabaría pronto, que nos ayudarían, pero la guerra sigue y poco a poco hemos ido perdiendo esa esperanza. Hablo con amigos que siguen en Ucrania, con mi hermana, y me dicen que la situación sigue siendo muy complicada”.

Para las familias desplazadas, esta Navidad significa otra más lejos de casa. En Europa, donde millones de ucranianos han buscado refugio, las celebraciones están marcadas por la nostalgia, “tenemos un árbol pequeñín, y nos consolamos pensando que gracias a Dios estamos vivos, y que no hay ruidos ni de proyectiles, ni de bombas”.

Valencia o "sacar fuerzas de donde no las hay"

Y más cerca de casa, Valencia afronta esta Navidad con un espíritu de resiliencia y solidaridad, tras los daños provocados por la reciente DANA que azotó la región.

El temporal ha cambiado el escenario navideño en muchos rincones de la Comunidad Valenciana. Las luces navideñas comparten espacio con la reparación de daños que continúa. Sin embargo, el esfuerzo colectivo por recuperar la normalidad se ha convertido en parte del espíritu navideño de este año. Mar Luna, presidenta de la Casa de Valencia en La Rioja, explica que “no tenemos muchas ganas de celebración, pero sí que es cierto lo que dicen de que el ser humano saca fuerzas de donde no las tiene. Todavía hay una cierta necesidad de vivirlas más si cabe, de hacer sentir a los niños que las cosas son como antes. Ya que son bastante conscientes de las pérdidas que han sufrido, que al menos no pierdan esa ilusión por la Navidad”.

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