El Teléfono de la Esperanza pone el foco en la salud mental del personal que atiende las emergencias más críticas

Logroño

Con motivo del Día de la Escucha, el Teléfono de la Esperanza ha lanzado una campaña para visibilizar la salud mental en los Servicios de Emergencias, la salud mental de quienes están en primera línea del cuidado. Y es que los profesionales de emergencias son un colectivo esencial, pero habitualmente olvidado cuando hablamos de bienestar emocional.

El Día de la Escucha es una jornada para sensibilizar sobre la importancia de la empatía, la escucha activa y el acompañamiento emocional como herramientas fundamentales para el bienestar individual y colectivo.

Los profesionales de emergencias ejercen su labor bajo una exigencia constante: toman decisiones en segundos, afrontan situaciones límite y acompañan el sufrimiento humano cada día. A pesar de ello, rara vez encuentran espacios donde expresar su propio malestar emocional. Es una labor vocacional, pero con un impacto en la salud mental que no siempre se reconoce ni se aborda.

Magdalena Pérez, del Teléfono de la Esperanza, explica que “hay un desconocimiento sobre qué pasa, en este caso, con las personas que están detrás de los servicios de emergencia, que nos cuidan, que nos protegen. Parece que es su trabajo y que una vez que termina, pues ya está, pero es que una vez que termina, ellos también se quedan con cosas, Porque a nivel emocional es imposible que no te toquen muchas de las situaciones que ellos viven. Y el teléfono buscaba abrir una conversación social necesaria sobre el impacto emocional del trabajo en estos profesionales”.

Una mochila que se va cargando poco a poco

Juan Carlos Tejedor, negociador de la Policía Nacional, cuenta que “siempre hay una idea de que estamos más para un servicio preventivo de la delincuencia o reactivo ante esta, pero sí que acometemos muchísimos servicios que son de índole humanitaria. Y la verdad es que cuando contactas, conectas con personas que tienen graves problemas, de incidentes con autolíticos y demás, de alguna manera sí que te calan esas emociones, esos sentimientos que te transmiten de desesperanza. Y bueno, hay estrategias, evidentemente, para ventilar emocionalmente, si cabe la expresión, y poder acometer otras situaciones, otras circunstancias de ayuda a la sociedad”.

Manolo Martínez, sargento de los Bomberos del CEIS, asegura que “estamos ahí para solucionar los problemas, pero hay nerviosismo cuando vamos a las actuaciones, por supuesto, porque hay que tomar decisiones muy rápidas y muchas veces no salen como quieres y tenemos que tener cierta tolerancia a esa frustración. Nos pensamos que nos enfundamos el traje y que no somos vulnerables a nada, que no nos va a afectar. Y nada de eso. Nosotros somos personas y trabajamos con las personas y tenemos nuestros miedos, nuestras debilidades y eso va marcando... Es como una mochila que se va cargando y a veces hay que descargarla para poder seguir trabajando.

Iñaki Ruiz, Coordinador de Emergencias del 061, tiene una amplísima experiencia, pero reconoce que los años de profesión no te inmunizan ante determinadas situaciones, “intentamos dar la mejor solución posible a todo nuestro afán científico, técnico, todo lo que quieras, pero al final la persona está detrás, y hay incidentes que se recuerdan, porque te han creado un pozo... incluso a veces te han hecho cambiar.