A pie de campo: el impacto del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos

Logroño

El aumento progresivo de las temperaturas, con una media anual de más de un grado y medio, y veranos cada vez más largos y más secos, por encima de los 38 grados, son factores que están condicionando las cosecha de frutales en términos cuantitativos y cualitativos, según la ingeniera técnica agrícola, Allende Martínez.

"En el 2022 y en 2023, sobre todo frutales de pepita como el peral y el manzano, pudimos observar que había mayores quemaduras debidas a estas incidencias del sol y una maduración descontrolada por el exceso de calor. Fenómenos que antes eran excepcionales, pero ahora se repiten muchísimo más".

Inviernos menos fríos

Veranos más largos y cálidos y también inviernos, con menos frío, que hace que las floraciones se adelanten y en caso de heladas pueden arruinar la producción en una sola noche. "Y esto es un gran problema sobre todo para variedades tradicionales como Conference o Williams que necesitan un descanso invernal, entonces para que se den buenas floraciones cuando no se produce este descanso invernal pues genera problemas. Al no cumplirse esas horas de frío brotan de manera más irregular, aparte de las limas quedan dormidas, se pierde la homogeneidad de la floración y del cuajado", dice Martínez.

Tormentas fuertes

Y luego está el quebradero de cabeza de las tormentas y el granizo, "que es otro aspecto muy preocupante por su aumento, no en sí tanto como el número de días de tormentas o granizo, pero sí con la intensidad de estas granizadas y la violencia de las piedras, que son más grandes y más destructivas".

Un cambio climático que exige la innovación y un manejo más inteligentes de los recursos, según esta experta, para avanzar en una agricultura de precisión.

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