El tercer encierro de los Sanfermines, el más rápido y limpio

Pamplona

El tercer encierro de los Sanfermines 2003, corrido por toros de la ganadería sevillana de Juan Pedro Domecq, fue el más rápido y limpio de los celebrados hasta el momento, al tardar unos dos minutos y medio en completar el recorrido sin cornear, al parecer, a algún corredor.

Los "Domecq", que han regresado a Pamplona tras 29 años de ausencia, corrieron, a pesar de su gran peso, con una media de unos 600 kilogramos, por delante de los cabestros durante la mayor parte del recorrido, que fue abierto por un toro adelantado unos metros del resto de la manada.

El encierro, en el que participaron menos corredores que en las dos jornadas anteriores, comenzó a las 8:00 horas desde la Cuesta de Santo Domingo, cuyos corrales abandonaron en primer lugar los cabestros.

Pocos instantes después, un toro se adelantó a sus hermanos y cobró unos metros de ventaja aunque sin crear peligro al hacer la carrera por el centro de la calzada sin lanzar derrotes hacia los mozos.

Este y otro astado abrían la manada a su paso por la Plaza del Ayuntamiento, mientras que sus hermanos y los mansos corrían agrupados por detrás sin registrar tampoco mayores incidentes.

Tras pasar por Mercaderes, los dos adelantados resbalaron y chocaron contra el vallado de la curva que da acceso a la calle Estafeta, cuyo tramo fue efectuado por los "domecq" de forma fragmentada, lo que permitió el lucimiento de los corredores, que encontraron huecos ante las astas.

Esta circunstancia no produjo sin embargo situaciones de tensión ante la nobleza de los morlacos, que seguían su camino sin entretenerse ni atender a las citaciones de algunos corredores.

De la misma forma continuaron por Telefónica y el callejón de acceso a la plaza, donde un joven, tras caer y ser arrollado por un toro, quedó inconsciente y tuvo que ser retirado del lugar por los servicios asistenciales, aunque según las primeras impresiones el traumatismo que sufrió no es de gravedad.

En la plaza de toros fueron varios los astados que hicieron amago de ir hacia el vallado a por los corredores, aunque los dobladores, a punta de capote, consiguieron introducirlos en chiqueros sin grandes esfuerzos.