Buñol se dio otro baño con 100 toneladas de tomate
Algo más de 30.000 personas, entre vecinos, veraneantes, turistas y curiosos, han lanzado 111 toneladas de tomate que han teñido de rojo el centro urbano de Buñol, población que hoy celebra su tradicional "Tomatina" en el marco de sus fiestas veraniegas en honor a San Luis Beltrán y la Virgen de los Desamparados.
A una hora y media del comienzo de esta festiva batalla de tomates, las calles de esta población valenciana de la comarca de La Hoya, a cuarenta kilómetros de la capital, se encontraban llenas de una heterogènea y variada representación de personas de todas las edades y nacionalidades, con predominio de los nativos, pero con presencia abundante de alemanes, belgas, franceses, ingleses,
argentinos y búlgaros.
Justo a las 12.00 horas, la primera carcasa dio el aviso del comienzo de la fiesta, momento en que cinco grandes camiones cargados con más de 20 toneladas de tomate cada uno, aparecieron y comenzaron a pasar cada cinco minutos por la calle principal, descargando la hortaliza en algunos puntos para que los participantes los recogieran y lanzaran entre ellos.
A pesar del intenso sol, los miles de participantes saciaban su calor con el agua que se lanzaba desde los balcones de las casas contiguas a la calle principal, y desde otras zonas habilitadas para ello.
A las 13.00 horas sonó la segunda y última carcasa, la que puso punto final de la Tomatina, pero, a pesar del aviso, la gente seguía lanzando tomates y se sumergía en los montones de hortalizas acumulados en algunas zonas, verdaderos "ríos de tomate" que recorrían las calles.
Concluida la fiesta, los participantes se dirigieron al río de la localidad, a las acequias y a las duchas habilitadas en la piscina municipal e, incluso, al agua que proporcionaba algún vecino, para que los festeros se deshiciesen de los restos de tomate que impregnaban sus cuerpos y ropas.
El periodista belga del diario "De Standaar", Peter Jacobs, que publicará un reportaje de la fiesta, se mostró asombrado con la popular celebración y destacó que "es más que una locura", un espectáculo muy especial y multitudinario que no se puede comparar con ningún otro en el mundo".
Entretanto, un extranjero invitado, el búlgaro Boris Dimitrov, se mostró impresionado por ese peculiar enfrentamiento con tomates, "que no se puede definir con palabras por su espectacularidad y colorido".
